Celia es el nombre de la nieta de un paciente que conocí ayer y que hoy nos acompañó junto al resto de mujeres parientes de pacientes ingresados en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo en el marco del Programa de Psicoeducación para Familiares.
No es una adolescente cualquiera sino una chica que ya está orientada al futuro y que quiere ser médica. Estoy segura que será una de esas buenas doctoras que tanto necesita la medicina de nuestros días :
- humana
- empática
- sensible
- cercana
- inteligente
- intuitiva
- serena
Celia, que solo tiene trece años, se vino a pasar unos días con su madre para estar junto a su abuelo en momentos tan cruciales de la rehabilitación. El abuelo acaba de dejar la UVI y aterrizar en planta con sus miedos, incertidumbres y sueños. El abuelo no descarta su recuperación funcional y llevar su huerta que tanto le gusta.
Se trajo una mochila cargada de las cosas necesarias para la misión que iba a desempeñar. Ha sabido captar lo verdaderamente importante. Sabe que la vida merece la pena ser vivida y aún espera que el abuelo la guíe y la eduque en valores igual que lo venía haciendo hasta ahora. Por suerte, éste conserva sus funciones superiores intactas. Ella le "quita hierro" a la silla y le dice que ésta le permite disfrutar de la vida y desplazarse con libertad.
Hemos sido muy afortunados con haberla tenido entre nosotros en el grupo al transmitirnos valiosas enseñanzas sobre la importancia de :
- la implicación en los cuidados
- la comunicación no verbal
- las actitudes
- la superación de los miedos
- el amor sincero
He disfrutado con Celia como lo hiciera en su día con los libros de la Celia de Elena Fortún.