martes, 10 de julio de 2012

Amor "en la salud y en la enfermedad"

No puedo dejar de hacer esta entrada en homenaje a un hombre básicamente "bueno" que nos dejó la semana pasada, esposo ejemplar de una paciente a la que "cuidó" y amó en la salud y en la enfermedad.

Obedeciendo a la expresión : "Las desgracias nunca vienen solas", a esta familia les salpicó la "mala suerte" durante unos años yendo de trauma en trauma (accidente y enfermedad en la figura de ambos).

Su ejemplo nos deja un buen sabor de boca por lo que nos enseñó aunque un sabor agridulce por su pérdida en el momento justo en que su esposa empezaba a mejorar y avanzar en su rehabilitación.

La paciente refiere cómo se deshizo en atenciones durante sus dos períodos de rehabilitación, el de hace dos años cuando fue atropellada y pasó un duro proceso de rehabilitación y el actual cuando la enfermedad se asoma de nuevo a sus vidas inesperadamente. Lo que yo vi era un verdadero amante, sin tirar la toalla aunque el pronóstico fuera catastrófico. No perdió la esperanza y se esforzó hasta límites increíbles, sin bajar la guardia hasta el último momento en el que su enfermedad ya se lo impidió. Se retiró en silencio, sin apenas molestar ni a los hijos sabiendo que había otra prioridad, su esposa.

Me pregunto si el amor incondicional que yo he visto lo volveremos a ver en las nuevas generaciones en las que nadie parece entregarse del todo o son amores de conveniencia o de paso. Aquello que se rubricaba en la iglesia, valga de ejemplo : "En la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida", no se si se lleva hoy hasta el final y sus últimas consecuencias.

Me sigue admirando el ser humano y su capacidad. Otra expresión popular nos encaja aquí y que repiten mucho los familiares . "Que Dios no nos de todo lo que podamos soportar".

Vuelco aquí un precioso poema de José Ángel Valente que creo que transmite mejor que yo lo que quiero decir :


Entró y se inclinó hasta besarla
porque de ella recibía la fuerza.


(La mujer lo miraba sin respuesta.)


Había un espejo humedecido
que imitaba la vida vagamente.
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un café desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos para nunca jamás.


(Ella lo contemplaba silenciosa.)


Habló de nuevo. Recordó la lucha
de tantos días y el amor
pasado. La vida es algo inesperado,
dijo. (Más frágiles que nunca las palabras.)
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente sobre aquellos
labios ya para siempre sin respuesta.








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