Pudor, vergüenza, intimidad y desnudez parecen términos que van de la mano. Si bien en el lenguaje común, pudor y y vergüenza son sinónimos y en gran parte de los textos aparecen trabajados indistintamente, desde el Psicoanálisis no suponen exactamente lo mismo, el pudor lo podríamos situar ligado más intensamente a la presencia del otro, mientras que la vergüenza tiene un lazo más directo con el "fantasma" de cada sujeto, tal como lo plantea Lacan (Ver : "Sentidos y alcance del pudor y la vergüenza para el Psicoanálisis", Alma Pérez Abella).
Revisando la literatura al respecto hay versiones y enfoques muy diferentes según desde qué disciplina sean analizados.
Unos consideran que el pudor es un modo de proteger la intimidad, otros lo relacionan con la sexualidad y en Freud (Psicoanálisis) el pudor y la vergüenza estarían asociados a la represión. Si esto fuera así, parece que en las sociedades contemporáneas, liberados de tabúes y ataduras, deberíamos haber perdido también el pudor y nada más lejos de la realidad. Es más, esta misma mañana en una de las sesiones grupales dedicadas a la sexualidad observaba cómo el miembro más joven del grupo era la más pudorosa de todos.
El tema me interesa dado la relevancia que tiene en nuestro Hospital debido al tipo de pacientes ingresados y al modo en que los abordamos. El hecho de que nuestros pacientes tengan que estar desnudos debajo de las sábanas (algo que facilita el aseo, las movilizaciones y las exploraciones médicas pertinentes), expuestos a la mirada de personas de tan variada índole y condición hace que el tema merezca cierta consideración.
Recuerdo un comentario que hace tiempo me hizo el hermano de una paciente (mujer soltera de unos sesenta años) que ni siquiera había visitado al ginecólogo por no exponerse a "desnudar" su intimidad. El hermano la describía así : "Es peor que una monja".
Por otro lado, esta semana expresaba otra paciente : "Tanto guardarse, para ahora, de golpe, exponerse a los demás". Su pudor es tal que ni siquiera delante de sus hermanas se había desnudado. Me pregunto si su pudor tendrá que ver con la educación recibida o con un rasgo de carácter personal. Es lógico entender el choque que le supone ahora la exposición y manipulación por parte de los profesionales. Al menos, continuaba diciendo, esto se aborda en el H.N.P. con delicadeza, profesionalidad y la mayor naturalidad posible por parte de los profesionales sanitarios.
Sería bueno considerar el pudor y la desnudez a la hora de las exploraciones "en masa" con fines docentes ya sea por parte de médicos como de otros profesionales de la salud. Hoy comentaba una paciente que ayer "Se asomaron" a ver cómo la sondaban seis alumnas.
Este tema se trata con gran agudeza en la película " Amar la vida" ( Wit) con la extraordinaria actriz Emma Thompson que borda el papel de paciente oncológica.
No se que a se deba el que uno tenga pudor, en lo personal a veces me escondo cuando tengo que cambiarme frente a otras chicas, cuando voy a nadar o cuando hago ejercicio.
ResponderEliminarPor otro lado, el otro día que le iban a cambiar la sonda a mi amigo, me salí de la habitación pensando en no incomodarlo.
En cierto grado no estamos acostumbrados a ser vistos, pero las circunstancias, sobretodo cuando vamos a una cita médica es necesario.
Adry
El respeto es lo fundamental y el conocimiento de los otros nos ayudará a saber acercarnos mejor y saber hasta dónde podemos acceder a ellos y de qué modo.
ResponderEliminarEs importante que los profesionales sanitarios tengan especial tacto a la hora de tratar a los pacientes. La hospitalización es una situación de gran vulnerabilidad.