miércoles, 22 de octubre de 2014

II Certamen de Cuentos : Votaciones Cuento 1. "EL viejo bastón"

El viejo bastón

El viejo bastón permanece arrumbado en el paragüero del vestíbulo desde hace mucho tiempo... no sabría decir, algún año quizá. Allí sestea olvidado, en incómoda proximidad con un elegante paraguas negro de caballero y de otro más colorido y chillón, ridículo como una cursi y emperifollada sombrilla de damisela, de las de antaño. Soporta en silencio las insulsas charlas de sociedad de la pareja, cuando vuelven de la calle:
- El paraguas de la señora Tal me dio recuerdos para ti, dice el paraguas-sombrilla al compañero; tendrías que haber visto cómo iba... y bla, bla, bla.
El paraguas-frac cumplimenta repulidamente a la compañía: - Ciertamente...Humm... Muy amable por su parte... Hummm...Pues tal y tal y tal...
El viejo bastón permanece mudo, siempre. No es su idioma. Recuerda, con la pena latiendo en sus viejas vetas de olmo, aquellos tiempos en que una mano recia y áspera, con huellas de callosidades en la palma y las venas hinchadas por la edad, lo asía amigablemente y lo llevaba a dar sosegados paseos por el parque... aquellas conversaciones lentas, breves y pausadas, en un banco, sobre cosas o amigos ausentes ya, sobre los viejos y mejores tiempos, qué sé yo: la vida cabe mejor en palabras cortas y en silencios elocuentes que en las largas verborreas, más propias de chácharas de pájaros que de las serenas confidencias entre un viejo y su bastón.
Sin embargo, hoy la rutina se ha roto repentina e inesperadamente. Una mano, otra mano, pequeña, tersa, suave, inquieta... lo ha cogido de improviso, sin miramientos. Y de pronto se ha visto convertido en el caballo al galope del jefe indio Toro-Sentado, pasillo adelante. Y en el cuchillo largo del general Custer, a la carga, pasillo atrás. Al momento, sin saber cómo, era el rifle de Ojo de Halcón, o de Uncas, asomando entre los recios troncos de los bosques de Nueva Inglaterra, al acecho de los crueles "hurones" escondidos entre las patas de las sillas del salón, siempre dispuestos a perjudicar a los mohicanos. Sin poder reponerse del último y certero disparo de Magua, se vio convertido en la espada láser de Skywalker, trabada en mortal combate con un galáctico enemigo cósmico, con forma de fregona. Y un instante después, era el catalejo de John Silver el Largo, avizorando las costas de la isla del Tesoro desde los obenques de la escalera de mano guardada en el trastero... quiérase leer, desde la amura de babor de la goleta Española. Sin tiempo para curarse el mareo, el viejo bastón era ahora la lanza de Ivanhoe, avanzando enhiesta y amenazadora hacia un malcarado normando, camuflado de jarrón chino de la dinastía Ming y con una pegatina, todavía, del "todo a cien" - también chino- a la vuelta de la esquina. Y entonces, un grito agudo, algo histérico diríase, ha interrumpido el inminente combate. El viejo bastón ha caído a plomo sobre la alfombra del vestíbulo. Una voz, sin duda agradable y cálida, maternal en normales circunstancias, aunque ahora muy, muy irritada, ha acompañado la retirada de Ivanhoe, capturado poco caballerosamente por una oreja, mientras se veía obligado a escuchar los terribles conjuros de aquel inesperado enemigo de poderes sobrehumanos, qué duda cabe: - Te voy a dar con la zapatilla, trasto... que eres un trasto. Verás cuando se lo diga a tu padre...
¡Hélas! ha pensado el viejo bastón, en uno de sus escasos raptos de nostalgia parisina, Uc fugitur umbra... sic gloriam, ha sentenciado, recordando sus tardes de tertulia en el casino, en compañía del bambú de un canijo profesor de latín, jubilado.
Poco después, otra mano, otra más, ahora delicada, esbelta, refinada, con olores a cremas de aloe y esmalte de uñas, ha recogido el bastón y, con la precisión de un Guillermo Tell, lo ha metido de regreso en el paragüero, con un suspiro pequeñín y profundo.
Entre las miradas de envidia del paraguas- frac, y las de celos del paraguas-sombrilla, el viejo bastón ha lanzado una queja, una hipócrita, farisea y fingida queja:
- ¡Jesús! ¡Qué maneras de salvaje! En fin... ¡este nietooo!

JMA

En Ávila, a 8 de abril de 2014

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