- Las alas de la vida https://www.youtube.com/watch?v=ad57IQaK_Dw
- El último viaje http://www.rtve.es/alacarta/videos/documentos-tv/documentos-tv-ultimo-viaje/360268/
Dejo aquí estos dos enlaces debido a que los que tenía en enlaces recomendados no se por qué motivo no están disponibles. Los actualizaré en breve.
De alguna manera, el tema de hoy, el de la muerte, ya lo he abordado en el blog desde distintas perspectivas y he querido hacer ver a los seguidores el hecho de que la vida nos puede cambiar en cualquier momento y que hay que aprender a saborear el instante preciso y precioso. También la lesión medular nos da a todos, pacientes, familiares y profesionales "lecciones e vida".
Cantares
Todo pasa y todo queda
pero lo nuestro es pasar
pasar haciendo
caminos,
caminos sobre la mar.
caminos sobre la mar.
Nunca perseguí la gloria,ni dejar en la memoriade los hombres mi canción;yo amo los mundos sutiles,ingrávidos y gentilescomo pompas de jabón.Me gusta verlos pintarsede sol y grana volarbajo el cielo azul, temblarsúbitamente y quebrarse…Nunca perseguí la gloria.Caminante son tus huellasel camino y nada más;caminante, no hay caminose hace camino al andar.Al andar se hace caminoy al volver la vista atrásse ve la senda que nuncase ha de volver a pisar.Caminante no hay caminosino estelas en la mar…Hace algún tiempo en ese lugardonde hoy los bosques se visten de espinosse oyó la voz de un poeta gritar“Caminante no hay camino,se hace camino al andar…”golpe a golpe, verso a verso…Murió el poeta lejos del hogar.Le cubre el polvo de un país vecino.Al alejarse, le vieron llorar.“Caminante, no hay camino,se hace camino al andar…”golpe a golpe, verso a verso…Cuando el jilguero no puede cantarCuando el poeta es un peregrino,cuando de nada nos sirve rezar.“Caminante no hay camino,se hace camino al andar…”golpe a golpe, verso a verso.( Antonio Machado)
Asimismo, está pendiente una Entrada sobre la Eutanasia que tengo aplazada porque he perdido muchos documentos. Espero, no obstante, recuperarlos.
Me consta que hay algunos seguidores del blog que pertenecen al campo de la salud pero no se si entre ellos hay algún o algunos médicos. Este documento que cuelgo aquí es de una médico que trabaja en Cuidados Paliativos y que me parece que tiene unas aportaciones muy interesantes y que invita a la reflexión:
Resulta curioso que, habiéndome dejado más de diez años estudiando el noble y
antiquísimo arte de sanar, a medida que pasan el tiempo y sobre todo los
pacientes por mis manos, voy siendo cada día más consciente de la grandeza del
final, de la proximidad de aquella tan temida Muerte, tan oscura y repulsiva,
que juega a esconderse tras cada latido, cada suspiro y cada gesto, sin que uno
sepa exactamente en qué momento y con qué forma se hará presente en nuestras –
aún – vidas. ¿Hará una entrada triunfal, brusca, exagerada, llena de carreras,
prisas y ruidos de monitores, o se esconderá juguetona tras una cortina,
lentamente, dándonos toquecitos sutiles que nos hagan intuirla?
Ninguno quiere verla ni tan sólo oir hablar de ella, y aunque entre el resto de los humanos cuerdos no ocurra, a menudo los sanitarios frivolizamos o hacemos humor negro con ella. Añadir risas a La Oscura hace que sea más lejana y menos ruidosa.
Al empezar a ejercer como médico, para mi quien moría no era un muerto, era un “éxitus”. El panorama no era el de una familia en uno de los momentos más duros de su vida, era la obligación de mantener una charla condescendiente, incómoda y prototípica, llena de condolencias y complejas explicaciones médicas cuanto más incomprensibles mejor. Con el aliciente del sueño a altas horas de la mañana que tan empáticos nos vuelve a todos.
Ahora veo en ella un trasfondo mucho más, permitidme decirlo “interesante”. Oportunidades de reencuentros y reconciliaciones, susurros al oído, manos que hacía tanto que no se acariciaban, miradas de alma a alma, de seres temerosos de acabar en el lugar de aquel a quien están mirando a la vez que ansían poder decir palabras de agradecimiento y despedida que acaban, la mayoría de las veces, por quedar retenidas entre contracciones glóticas… Cada día recibo algún regalo: una charla sincera de alguien que me abre su pupila para dejarme adentrar en su miedo, una larga caricia, unas manos débiles y temblorosas que transmiten valentía a la par que aceptación, el ver reir a carcajadas a alguien que pocas horas antes sólo podía pensar en dolor. A todos ellos, gracias por enseñarme que la muerte no es tan mala, y que en las últimas semanas o meses se puede vivir más que en todos los años previos.
La muerte nos sienta muy bien. Nos regala vida cuando aprendemos a aceptarla, y a estrujar al máximo todo el potencial que nos ofrece: regalar tiempo, oídos, caricias, sonrisas y anécdotas tontas que calman más que cualquier analgesia.
En él próximo prometo no ser tan oscura…(se hará lo que se pueda)
NOTA : Los destacados en azul son míos.
Ninguno quiere verla ni tan sólo oir hablar de ella, y aunque entre el resto de los humanos cuerdos no ocurra, a menudo los sanitarios frivolizamos o hacemos humor negro con ella. Añadir risas a La Oscura hace que sea más lejana y menos ruidosa.
Al empezar a ejercer como médico, para mi quien moría no era un muerto, era un “éxitus”. El panorama no era el de una familia en uno de los momentos más duros de su vida, era la obligación de mantener una charla condescendiente, incómoda y prototípica, llena de condolencias y complejas explicaciones médicas cuanto más incomprensibles mejor. Con el aliciente del sueño a altas horas de la mañana que tan empáticos nos vuelve a todos.
Ahora veo en ella un trasfondo mucho más, permitidme decirlo “interesante”. Oportunidades de reencuentros y reconciliaciones, susurros al oído, manos que hacía tanto que no se acariciaban, miradas de alma a alma, de seres temerosos de acabar en el lugar de aquel a quien están mirando a la vez que ansían poder decir palabras de agradecimiento y despedida que acaban, la mayoría de las veces, por quedar retenidas entre contracciones glóticas… Cada día recibo algún regalo: una charla sincera de alguien que me abre su pupila para dejarme adentrar en su miedo, una larga caricia, unas manos débiles y temblorosas que transmiten valentía a la par que aceptación, el ver reir a carcajadas a alguien que pocas horas antes sólo podía pensar en dolor. A todos ellos, gracias por enseñarme que la muerte no es tan mala, y que en las últimas semanas o meses se puede vivir más que en todos los años previos.
La muerte nos sienta muy bien. Nos regala vida cuando aprendemos a aceptarla, y a estrujar al máximo todo el potencial que nos ofrece: regalar tiempo, oídos, caricias, sonrisas y anécdotas tontas que calman más que cualquier analgesia.
En él próximo prometo no ser tan oscura…(se hará lo que se pueda)
NOTA : Los destacados en azul son míos.
Los que, por nuestra edad, tenemos ya más esperanza de muerte que esperanza de vida tenemos la obligación de no perder el tiempo con miedos ni preguntas sobre lo que habrá después. Lo que tenemos que hacer es vivir el día a día y tratar de ser felices y hacer felices a los que nos rodean.
ResponderEliminarPor muy alta que sea nuestra autoestima el mundo seguirá rodando cuando no estemos y, en un periodo no superior a 20 o 30 años, nadie se acordará de nosotros.
Lo paradójico es que sólo se aprende a vivir cuando la muerte no está muy lejos.
Creo que la inteligencia podría medirse por el mayor o menor lapso de tiempo transcurrido entre que una persona llega a este tipo de conclusiones y le llega la muerte. Claro que no se para que sirve comprobar lo inteligente que eres si estás muerto.
Estoy contigo Felipe!
ResponderEliminarMuerte... Vida... Lo importante es VIVIR lo mejor posible, e intentar no amargar la existencia propia y ajena (algunos en vez de vivir se dedican a malvivir machando al prójimo)
Yo no temo morir, llegará cuando tenga que llegar e intentaré morir igual que he vivido, SONRIENDO, siempre dije que no quería un funeral triste, quiero que mis cenizas vayan al MAR, al Cantábrico a ser posible, y si la cabeza aún me da para eso, dejar pagado un crucero para los que me quieren y se des`pidan de mi con la alegría de habernos conocido...
Las muertes más cercanas (mi abuela y mi padre) me dieron mucha PAZ, ellos tenían el semblante tranquilo, descansado, feliz, como si supieran que estábamos ahí. Sobre todo mi abuela, que esperó a que mi madre y yo estuviéramos a su lado para dar el último suspiro y marchar a otro lugar, aunque yo la siento presente a diario, estoy segura de que ha estado y estará acompañándome, en especial con la historia de Manuel, creo que ella me dio las fuerzas necesarias para seguir hacia adelante, tirar del carro que no era nada liviano...
Recuerdo una frase: Cuando naces tu lloras y todos a tu alrededor sonríen. Vive de tal manera que cuando mueras seas tú el que sonrías y los demás los que lloren
SONRÍE A LA VIDA Y DISFRUTA CADA INSTANTE, nunca sabemos cuál será el instante de marchar...
Besos muy VIVOS
Creo que esa inteligencia de la que hablas, Felipe, es la que David Goleman denomina "inteligencia emocional" de la que se adolece, por desgracia, bastante. Es una pena darse cuenta tarde de lo que vale la vida, es cierto.
ResponderEliminarEstoy segura que tu rostro estará sonriente, Carmen.
ResponderEliminarSigue llena de vida y llena de vida a los que te rodean.
No se si te llegará como para pagar un crucero a tanta gente.
"Lo paradójico es que sólo se aprende a vivir cuando la muerte no está muy lejos". Muy acertada reflexión, Felipe.Esa sensación la llevo experimentando desde hace más de dos años.En mi caso la muerte no es que no estuviera muy lejos sino que pasó rozando.Cuando uno es consciente de que por un chasquido de dedos podría no estar aquí. no te quiero ni contar como se aprende a vivir y a valorar cada momento sin pensar en si habrá más o no.
ResponderEliminar"Lo importante es VIVIR lo mejor posible, e intentar no amargar la existencia propia y ajena". También acertadísima reflexión, Chica del jardín. Cuando uno ha hecho sufrir a las personas que te quieren hasta extremos insospechados y han pasado por lo que contaba antes, no queda más objetivo en la vida que hacer feliz a esas personas. Y tratando de conseguir eso he descubierto cuan feliz soy ahora.
Gracias a los dos. Me ha alegrado mucho leeros y compartir esas dos reflexiones. Un abrazo, Felipe para ti y tu familia y también para ti, Chica del jardín. Una pena no habernos conocido. Otro abrazo a Manuel
Miguel Ángel
Me alegra mucho, Miguel Ángel, que os hayáis vuelto a encontrar Felipe, Carmen (aunque no coincidieras durante la rehabilitación estaba ahí cuando tu estabas)y tú.
ResponderEliminarMuy interesantes también tus reflexiones.
Ya dediqué un Post en su día las enseñanzas que les dejaban sus pacientes al final de la vida y que supieron maravillosamente plasmar en el libro "lecciones de Vida"-. Siguiendo en esa línea, yo quiero aprender la lección también y haceros llegar el mensaje a todo el que le pueda ser de ayuda para que no sea demasiado tarde.
Gracias por estar ahí y, especialmente, por comentar y dejarnos tu lección de vida.