El pasado viernes asistieron dos mujeres mayores, hermanas de un paciente, a la Sesión de Terapia familiar y nos deleitaron con una serie de recursos para hacer más llevadero a los pacientes el tema de la incontinencia.
Cuentan que cuando el abuelo estaba obsesionado todo el día con hacer caca porque creía que no había hecho caca aún, decidieron comprarle una caca de imitación, de lasque venden en las tiendas de artículos de broma y ponérsela cada vez que se empeñara en hacer caca.
Para conseguir que hiciera pis la abuela, dado que le costaba mucho, se las ingeniaban para hacer "travesuras" o representar algo de modo cómico para que la abuela se "meara de risa". ¡Daba gusto oirlas contándonos, una tras otra, anécdotas con tanto sentido del humor!. Pensé que deberían de haber representado una obra de teatro en el Hospital para quitar hierro a los problemas derivados de la incontinencia.
Si en otro tiempo fueron sus abuelos o padres, ahora les toca arrimar el hombro con el hermano soltero y todo lo llevan con la misma naturalidad. Sondarle le ha parecido algo fácil porque "todo está a mano y a la vista".
Hoy leo un comentario de Sonriman que nos deleita también con su sinceridad y naturalidad llamando a las cosas por su nombre y nos abre las puertas de su intimidad pues al final no es ni más ni menos que los procesos que de un modo más o menos fisiológico todos desarrollamos.
Pienso que lo importante es que estos pequeños accidentes o inconvenientes no le impidan al l.m. seguir disfrutando de la vida, de su vida.
Buen título!
ResponderEliminarAl leerlo me acordé de "La guerra de papá", algo que es tan normal en los pequeños... se nos hace duro a los mayores
¿Por qué no llamar a las cosas por su nombre? A cualquier enfermedad, con sus secuelas, le ponemos nombre, "se le ha caído el pelo", "tiene manchas en la piel", "piedras en el riñón"... ¿Y si la secuela es la incontinencia? ¿hay que ocultarlo? ¿Es peor hacerse pis o caca o tirarse pedos que tener cólicos debidos a las piedras en el riñón? Seguro que no, solo es más incómodo ¿para quién? ¿el paciente? ¿los que le rodean?
Sinceramente, creo que la incomodidad debería estar siempre en el paciente y no en los cuidadores. Los olores no son peores que en los niños, sin embargo los de los mayores nos molestan más...
Quizás tengo la fortuna de tener a Manuel al lado, él, quita hierro a estos asuntos aunque no le agraden, siempre hay que sacar el punto positivo, ¿sería mejor mantenerlo dentro y provocar infecciones y otras historias? No, la salud prevalece, si no son capaces de aguantar más tiempo... tendremos que hacerles la vida más fácil y tratar el tema con total naturalidad, ¿qué ocurriría si estuviéramos en el rol opuesto? ¿Qué harían ellos? Estoy segura que intentarían quitar importancia a lo que nos pase y seguir con nuestra vida...
Seamos claros señores! Las secuelas de la lesión son las que son y poco a poco mejoran, pero demos tiempo al tiempo y quitemos importancia a llevar pañal, colector,... la realidad es la que es, y no por eso se van a tener que esconder en una cueva... convertirse en seres extraños... Ayudemos a que todos tengamos una VIDA lo mejor posible y disfrutemos de cada instante
Besos mil, de colores marrones y amarillos...
Hola a todos, soy Espe Hoy llegó el día. Felipe, Manuel y Carmen mil gracias de nuevo por vuestras cartas.Los alumnos se han emocionado, escuchado y puesto un interés enorme. He cumplido el objetivo que me proponia, por eso cuando traten a un l.m. lo harán con una sensibilidad, humanidad y conocimiento del que antes carecían. Los libros no lo enseñan todo y aunque hay muchas situaciones de dependencia, quise profundizar en la lesión medular. Me habeis acompañado durante toda la clase. Hoy ha sido un dia precioso, emocionante e inolvidable. Muchas gracias a todos por vuestra generosidad. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarGracias, Carmen, por romper el hielo de esta entrada que a más de uno le debió de "oler" mal.
ResponderEliminarSe que apenas dispones de tiempo últimamente y por eso valoro aún más el que dediques un rato al blog y a hacernos estas estupendas reflexiones y a sonreír.
Ya veo que hay beso de todos los colores, que nunca se acaben.
No se si contestarán Felipe, Manuel y Carmen pero no podía esperar a responderte. Es estupendo que podamos haber aportado un granito de arena en esa docencia y en ese otro modo de acercarnos a lo diverso.
ResponderEliminarTu también debes de ser una persona muy especial, Espe, si no, no te habrías puesto en contacto cono nosotros. Gracias a tí también por esa mirada diferente e integradora.
Buenas tardes, Al comentario de Espe, bajo mi punto de vista, el poder aportar una serie de ideas según la vivencia diaria de un l.m. como es mi caso es importante y si se valora de una manera que sirva de ayuda , apoyo a otras personas que sean lesionados o cuidadores etc. Es magnífico . Y por lo que comentas ha y servira para un mayor entendimiento entre lesionado y cuidador...etc. Una inmensa sonrisa, bien cuidada y sin ayuda a mostrar gracias al apoyo de muchos seres humanos.
ResponderEliminarGracias de nuevo, Manuel, por vuestra aportación a estos alumnos. Son ejemplos vivos que no olvidarán y que nunca hubieran encontrado en los libros.
ResponderEliminarMuy cariñoso el comentario de Espe. Ya sabe que puede contar con nosotros. Que sirva de algo el dolor y la experiencia.
ResponderEliminarUn beso
Gracias, de nuevo, Felipe.
ResponderEliminarYa lo creo que del dolor se aprende.
Yo creo que lo más difícil que he tenido que hacer en esta vida fue una de las primeras veces que vino a casa del hospital, no se manejaba bien aún y tuve que ayudarlo a limpiarse después de un escape. No me dio asco ni nada similar, lo hice con toda mi voluntad aunque tardé un siglo y ni él ni yo comentamos nada, pero nos llevó un par de horas volver a la normalidad y poder hablar tranquilamente y volver a lo que estábamos. Él estaba muerto de vergüenza y yo sinceramente no supe que decir.
ResponderEliminarSin duda la incontinencia de esfínteres es una de los daños colaterales de la lesión más difíciles de asumir.
ResponderEliminar