lunes, 13 de julio de 2015

El abuelo fascinado

"Ser abuelo o abuela es otra condición de la que, aunque hayamos llegado a ella, no adquirimos conciencia hasta mucho tiempo después, cuando algún hecho inesperado nos viene a desmentir aquella certeza según la cual los abuelos son otros, unos seres que están en este mundo como tales, como si fuera un carácter adquirido al nacer hace ya mucho tiempo".

Rosa Regás 


Aunque me voy a referir a dos abuelos en particular, esto es extensible a todos los abuelos que conozco ya sean lesionados medulares o sin lesión medular.

Fernando presumía hace unos días de sus dos nietas y no era para menos porque esas preciosas niñas nos hacían caer la baba a los profesionales, unos con edad de ser ya abuelos y otros más jóvenes. Dos pequeñas de tres y cinco años. La mayor presumía de cuidar a la pequeña.

Fernando venía con ellas como quien lleva un cortejo. Las peques felices con su abuelito a pesar de llevar una silla de tracción eléctrica. Venia a pedirme permiso para faltar a la terapia para poder disfrutar de ellas. ¡Qué mejor terapia que estas seductoras criaturas!

Cuenta su mujer que cuando regresa a casa después de cada jornada en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, el perrillo se vuelve loco cuando la huele a ella (huele a su dueño) y cuando huele la ropa que ella se lleva diariamente a casa para lavar. Otra lección de fidelidad inmensa y una situación conmovedora y entrañable.

Antonio me ha contado ya unas cuantas veces que su nieta "se lo come a besos". Es lógica esa reacción ya que esta pequeña fue criada por el abuelo porque sus papás estaban demasiado ocupados con el trabajo.



A pesar de que Antonio ha encajado bien la lesión no deja de expresar que su vida ha dado un giro muy grande y ya no podrá desempeñar las mismas funciones que desempeñaba. En lo que a su nieta se refiere lamenta no poder echarse más a jugar con ella en el sofá, hacerle cosquillas, lanzarla por los aires, subírsela a los hombros.

Si puedo hacerme con las fotos de los dos abuelos y de sus nietas, las cuelgo.

4 comentarios:

  1. La Chica del Jardín13 de julio de 2015, 22:49

    De los abuelos/as podríamos escribir folios y folios!!!

    No me extraña que alucinen con los nietos, hay algo especial entre abuelos y nietos, y eso no podemos saber qué es, parecido a tios/as y sobrinos/as...

    Yo tengo tantos buenos recuerdos de los abuelos que conocí... No sólo mi abuela Carmen con la que compartí mi adolescencia y juventud viviendo con ella... Recuerdo los sábados por la mañana con mi abuelo, con él mi hermana y yo conocimos muchos museos y jardines de Madrid, nunca se me olvidarán...

    Imagino que cuando el abuelo es lesionado medular, está en el hospi y le visitan sus nietos... la vida se vuelve de color naranja... Los niños no sienten la lesión del mismo modo que los mayores, lo he comprobado con Sabina, la sobri de Manuel, le trata con un cuidado especial, y cuando entiende el porqué su tio va sentado.... uff, se me ponen los pelos de gallina al pensar en aquella expresión...

    Los que hemos tenido la suerte de disfrutar con nuestros abuelos, nunca olvidaremos los buenos momentos que con ellos hemos vivido.

    Mi madre, con sus nietas... pierde los papeles, y es normal, siempre está para cuando ellas la necesitan y ellas cuando mi madre las necesita... ¿Qué tendrán los abuelos/as?

    Besos mil

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  2. Maravilosamente descrito. Gracias, Carmen. Yo tuve la desgracia de no conocer a mis abuelos.

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  3. Yo conocí a mis.abuelos maternos pero nunca fueron cariñosos. Pero veo a mi mamá con sus nietos ambos le.dicen abuelita con mucho cariño. Y para mi mamá son la locura, les da todo lo que piden más si de comer se trata, a veces piden pan con mantequilla a su mamá y le dicen "tú no sabes preparlarlos mami, mi abuelita los prepara deliciosos".

    Ahora con su enfermedad y tratamiento ellos jugaron un papel muy importante en su recuperación así que sin duda son un pequeño motor.

    Adry

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  4. Habrá que ver por qué no fueron esos abuelos cariñosos. tal vez les tocó vivir una vida dura donde ellos tampoco recibieron cariño.

    Me alegra que tus sobrinas hayan podido hacer más dulce la enfermedad de tu mamá.

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