Cuento nº 15 "La vela"
Todos los días a las ocho de la tarde, la puerta de la habitación se abre y entra ella en silencio. Con cuidado, deja una pequeña vela sobre la mesa y la enciende. Luego toca suavemente el hombro de su hija y se marcha. Así lleva repitiéndose ese mismo momento desde hace años; todos los que su chica lleva frente a la mesa, bajo el flexo. Casi como un ritual.
Naturalmente, de todo el tiempo sacrificado han salido triunfos importantes, pero también fracasos y decepciones. A pesar de todo, la puerta se sigue abriendo al dar las ocho de la tarde, y la vela queda encendida encima de la mesa hasta el final de la jornada. Sin preguntas, sin explicaciones.
Una pesada tarde de verano llena de dudas, tristeza y desesperación, la puerta se abrió (como de costumbre) y allí estaba su madre, vela en ristre. En un arranque de furia y sumida en un mar de lágrimas, no pudo soportarlo más:
- ¿Y la estúpida vela va a ser la solución?
- Mi amor, la vela es tu esperanza. Todos los días la traigo para que no te pierdas.
Y con su suave toque de hombro, se marchó.
Irene Rodriguez Tomelloso (Ciudad Real), 4 de Noviembre 2019
Esas maravillosas velas que no entendemos en la vida.... Precioso
ResponderEliminarEl sentimiento más terrible es el de tener la esperanza muerta. Lo dijo García Lorca y no hay duda de que así es. Mi voto para este cuento 👍
ResponderEliminar