Si hace unos días, os habla de Laura Moro a propósito de una bonita historia
https://afrontandolesionmedular.blogspot.com/2021/03/nina-y-mujer-unidas-por-un-nexo-comun.html
hoy la traigo de nuevo aquí por este magnífico testimonio. Le pedí yo que contara su vivencia personal junto a su padre Raúl Moro.
Estaba pensando qué escribir, cómo describir lo que es para mí ser hija de un parapléjico, y no sabía que decir. Pero no porque no tenga cosas que decir sobre mi padre, a él le podría dedicar hojas enteras. Lo que no tenía era palabras para describir como es ser hija de un parapléjico. Esto que puede parecer raro tiene su explicación, y como siempre ha sido mi madre quién me ha dado la respuesta: yo no veo la silla cuando pienso en mi padre. No veo a un hombre que no puede hacer, al contrario, si necesito algo, a él y a mi madre son a los primeros a los que acudo.
Mi madre siempre dice que mi padre ha sido un padrazo desde antes de que yo naciera, que soy la hermana mayor. Y yo, que evidentemente no me acuerdo de mis primeros años de vida, veo las fotos y vídeos que tenemos y mi padre está ahí a mi lado, al de mi hermano. En la playa, en los teatros del colegio, jugando con nosotros… En definitiva, siendo el padre que toda niña quiere tener. Recuerdo uno de esos videos, el favorito de mi abuelo, mi hermano en la cuna, y yo diciéndole a mi padre que quiero pintar con él, y que voy a dejar las pinturas donde él las pueda coger. Y creo que eso es lo único que destacaría de ser hija de un lesionado medular: que eres consciente desde muy pequeña de las barreras arquitectónicas que existen a nuestro alrededor.
Me acuerdo cuando estaba aprendiendo a patinar, y por error frené con el patín que no era. Me hubiera caído si no fuera porque mi padre estaba ahí para sostenerme. Y así muchas más veces, literal y figuradamente. Porque mi padre es una de las personas a las que más admiro por su optimismo. Siempre nos dice que hay seguir adelante pase lo que pase, que nosotros podemos con todo. Es una persona alegre, luchadora y trabajadora. Es sin duda, uno de mis ejemplos a seguir.
Alguna vez me han preguntado cómo es tener un padre en silla de ruedas, y yo les he dicho que la única diferencia entre mi padre, y padre andante es que, a mí en vez de llevarme en hombros, me llevaban en la silla (y tan a gusto que iba). Tal vez suene repetitivo pero es que la realidad es así: mi padre es un padre al cien por cien. Implicado en mi educación y en la de mi hermano, en nuestro bienestar. Tenemos la suerte de ser personas muy queridas y muy bien cuidadas. Nunca nos ha faltado de nada. Hemos ido a la playa, al zoo, a restaurantes, a parques, a Disneyland… Mi padre ha ido a los partidos de fútbol de mi hermano, a mis exhibiciones de baile. Mi padre siempre ha estado a mi lado, a nuestro lado, cuando más lo hemos necesitado. Nos ha regañado cuando ha tenido que hacerlo, y creedme que la silla no quita autoridad. Mi padre me da tranquilidad. Me rio con él todos los días. No duramos mucho tiempo enfadados.
Tengo la suerte de que las personas que me han criado son mis mayores referentes en la vida. Llegar a ver la vida como la ve mi padre. Llegar a ser la mitad de buena madre que él es como padre. La silla de ruedas no ha impedido a mi padre ser un buen padre.
Es difícil explicar cuáles son las diferencias entre un padre andante y mi padre, cuando no las encuentras. Y tal vez si no las encuentro es porque no las hay.
Precioso el relato. Una bonita manera de acabar con los estereotipos. Gracias Laura por compartirlo.
ResponderEliminarDe acuerdo con lo que comentas. Yo pensé lo mismo.
ResponderEliminarEnhorabuena Laura por esa preciosa descripción, desprende sinceridad y un inmenso cariño y respeto hacia tu padre.
ResponderEliminarHola:
ResponderEliminarGracias por compartir tu experiencia.
Es un placer leer tu relato.
Esta llena de sentimientos y de amor, en la que la silla no ha sido un problema.
Felicidades por demostrar que la silla no debe limitar y que los que no somos familia no debemos actuar de una manera diferente.
Gracias. Enhorabuena.
Es una descripción preciosa y que invita a pensar.
ResponderEliminarGracias a las tres últimas personas que habéis comentado. Lo bueno que tiene el relato de Laura no es solo los estereotipos quye echa abajo sino que es capaz de poner palabras a algo que estoy segura que comparten más personas pero no saben expresarlo.
ResponderEliminarEstamos necesitados de testimonios como este que ayuden a pensar y reflexionar.