Hace tiempo que Francisco Javier Peña Mateos, "Fran", quiso escribir sus vivencias a raíz de contraer una lesión en 1997 por accidente de motocross. Dado que la edición de un libro es algo costoso le he propuesto ir colgando algunos capítulos que escribió en esta página. Hoy cuelgo los dos primeros para situarnos en el antes y después de la lesión. Estos escritos fueron realizados en el año 2010. Han pasado ni más ni menos que 12 años desde que fueran escritos.
"Poner por escrito los sentimientos después de una experiencia traumática ayuda a superarla a medio plazo"
ANTES DE…
Último trimestre de 1995, mi vida transcurría normalmente. Trabajaba en
el monte, cortábamos arbustos y dejábamos la arboleda limpia, era encargado,
tenía a mi cargo a unas veinte personas.
El ser encargado con 20 años, no gustaba a casi nadie, sobre todo a
gente de cerca de 40 años, que opinaba que yo era demasiado joven para estar en
ese cargo, ya que para ellos debería seguir de peón o, como mucho, con una
máquina desbrozadora o una motosierra.
Lo cierto, es que el primer año tuve ese cargo un poco por enchufe, mi
padre era el encargado de una finca que había que desmontar y habló con los
Jefes. Primer año “aprendiendo”, arreglaba las desbrozadoras y motosierras,
además, mandaba un poco, siempre con el consejo de mi padre, sobre cómo mandar.
Me pasó algo peculiar con un trabajador retractor de mi puesto. Me fijé que
cada vez que llegaba el Jefe, se ponía a hablar con él y si yo aparecía dejaba
de hacerlo. Es lo mejor que tiene el campo, puedes observar, sin que sepan lo que estás
haciendo. Un día hablé con él, y le dije: “Sé que no te gusta que yo esté de
encargado pero, si tienes que hablar algo con el Jefe, me lo dices a mí y, si
lo veo oportuno, lo hablaremos. Es así, si no lo aceptas, mañana te puedes
quedar en tu casita”. No lo vi nunca mas hablando con él. Seguimos en la finca
hasta septiembre de 1996, con el consecuente parón estival, por alto riesgo de
incendio forestal.
Se acabó
el trabajo en la finca, donde tenía la “protección” de mi padre y encima,
cambió de empresa, octubre de 1996.
Cambié por completo la “cuadrilla” y solo me quedé con gente joven,
éramos sobre unos quince. Lo primero que me hicieron con el cambio, fue
compararnos con otras cuadrillas, y poner un chivatillo, que tenía mas
confianza con la empresa, que venía de vez en cuando, no decía nada y se iba.
Lo curioso, es que aunque éramos los novatos, hacíamos más terreno que ellos al
día, así que en poquísimo tiempo, el chivatillo, dejó de venir.
Una
mañana, se acercó el Jefe, (otra empresa, otro jefe), y me dijo:
·
Paco, ya sé por que
adelantáis más que los otros. Vuestros discos de cincel hacen el corte más
limpio y más rápido, que los de ellos, así que después de desayunar vienes
conmigo, coges un disco de los tuyos y los comparamos.
Eso hice, y no olvidaré jamás la cara del chivatillo cuando me vio
llegar a su cuadrilla, era un panorama…, jejejeje. El por qué de nuestra
ventaja la descubrí enseguida, ellos las afilaban con un rotaflex, al hacer eso,
quemaban el disco, cortaba, pero no lo suficiente. En mi cuadrilla, cada
trabajador, llevaba una lima redonda y otra plana, es decir el afilado, lo
hacíamos a mano. Esa era la gran diferencia. La solución…
Me llevé una semana con la otra cuadrilla, enseñándolos a hacer el
afilado, carita de poema la del chivatillo, no me rio de ello, pero me
encantaba que me preguntara cómo se hacía algo.
Seguí trabajando en esa empresa, hasta mayo de 1997, el jefe se llevaba
semanas sin aparecer, sabiendo que se trabajaba y se hacían las cosas bien.
No
penséis, que era buen trabajador, solo destaqué, o llevé bien ese, más bien era
flojete. Ese trabajo era temporal, de septiembre a mayo, así que el resto de
meses decía que ayudaba a mi familia con el ganado, cuando en realidad lo que
hacía era pedir dinero y hacer poco. Dejemos el trabajo, que me canso… jejeje
Desde
pequeño, siempre me gustaron las motos. El período mas largo de mi vida, fueron
los seis meses, esperando para cumplir los 16 años, El mismo día que los
cumplí, mi padre me compró mi primera moto, bueno era la segunda, con 14 años,
me tocó una vespino en una rifa de fin de curso del colegio, que destrocé en 3
meses, eso me duró. Desde los 16 a los 18 me cargué por lo menos otras dos.
Hice la mili, y como “premio”, una moto de carretera, no era de gran
cilindrada, tampoco pequeña. Era buena para aprender. La tuve poco tiempo hasta
encapricharme en otra moto, en lo que era mi afición desde pequeño, esta vez
una de motocross.
La
compré, empecé a rodar en circuitos de la zona y a los tres meses más o menos
de empezar, alguien me dijo…, “¿Por que no compites en el andaluz?”, nunca se
me había pasado por la cabeza, además ya andaba justo o justísimo de dinero,
para mantener la moto, como siempre, a pedir más dinero a mi padre, que ya de
por si, los tenía fritos de tanto pedir y poco ayudar. En marzo de 1997, estaba
en la parrilla de salida de una carrera, en Mérida (Badajoz), puntuable para el
campeonato andaluz.
Es una sensación indescriptible, 40 pilotos en línea, casi no escuchas
tu motor, no sabes si tienes miedo, nervios o que, pero te encanta!! Bajó la
parrilla, salí bien, sobre los 15 primeros, en la segunda vuelta me engancho
con otro piloto en un salto, nos fuimos al suelo…, volví a coger la moto, para
retirarme, con fuerte dolor en el hombro, e ir a ver al médico, me puso un
cabrestillo y me aconsejó no corriera más aquel día. En el descanso, yo
pensaba…, me he hecho 300 km, para venir aquí, y ahora no salgo, pues no, yo
voy a salir.
Salí a la segunda manga, la hice a medio gas, y entré en los puntos,
aunque fui doblado.
La otra
carrera en la que participé, poco que contar, fue de supercross, me voló un
piloto por encima mía en un triple, y me dije…, esto no es para ti. No corrí,
me retiré.
Leyendo esto, podéis pensar que mi vida era de lo más normal y
llevadera, nada más lejos de la realidad. Yo era, siendo muy clarito un pequeño
gran cabroncete, que solo miraba por si mismo, tenía a mis padres casi peleados
uno con el otro, por mi culpa. Si iba al campo, donde vivían ellos, solo era
para pedir dinero, y no hacía nada por echarles una mano. Con mi hermano el
mayor, llevábamos años sin hablarnos. Aún sabiendo que hacia falta mi ayuda
allí, yo seguía a mi bola, es decir sin hacer nada. Dicen, que con esa edad es
normal, ser así pero, yo ahora no le veo justificación a lo que yo hacía, eso
es la eterna excusa, pero a ver, si te crees adulto para unas cosas, también
eres adulto para tus actos, no?
En fin, la relación con mis padres y hermanos, nunca fue espléndida,
casi siempre, o siempre por mi culpa. Cuanta razón tenían!!!
Respecto
a la familia eso, sobre amigos…
Nunca me sentí falto de amigos, mi carácter extrovertido, me lo ponía
fácil, siempre me rodeaba de gente con mis mismos gustos, y que compartíamos
noches de fiesta. Siempre me sentí arropado y amigo de mis amigos, tuve muy
pocos problemas en ese aspecto.
Respecto a chicas, a pesar de mi carácter, me costaba acercarme o
contraer amistad, en definitiva no era muy ligón. Ligué algo en mi
adolescencia, vamos, no me quejo.
Con 16 años, casi 17, me eché novia formal…, JA!! Eso que se decía en
aquel tiempo y que preguntaban las chicas…, ¿Tu vas a ir en serio, no? Supongo
que todos los chicos dirían que si, después, la realidad era otra cosa. A pesar
de eso, duré bastante con ella, (si seguís leyendo, lo sabréis), aunque nunca
fue el amor de mi vida, siempre había una persona en mi cabeza. Inalcanzable
tal vez, pero siempre estaba ahí, (por mucho que leáis, no sabréis quien es).
Esa persona ha seguido, de una forma u otra en mi vida, no como quisiera, pero
ha seguido.
Como
habréis comprobado, yo era un chico normal, y una leche! Era un cabecita loca y
bastante loca!!!
INTRODUCCIÓN
Siempre pensé que esto de
intentar escribir un libro, sería para una persona culta, con estudios, y con
una colección de libros leídos a sus espaldas, así le resultaría fácil
expresarse y darse a entender mejor. Pues yo, más o menos todo lo contrario,
solo he tenido un libro entre mis manos, en toda mi vida, y saqué el graduado
escolar por los pelos, yo culto…, no sé, he vistos muchos “tarugos” que se han
pasado media vida estudiando, se atreven a opinar de todo, y meten la pata,
hasta el fondo. Si eso es ser una persona culta, me encanta ser inculto.
El motivo de este libro, en su caso principal, es ocupar mi tiempo, ya
que dispongo de bastante. Explicar un poco, como es y ha sido mi vida, en estos
trece años de lesión, mi vida diaria, o simplemente contar anécdotas que me han
pasado, algo que contaré con todo lujo de detalles, ya que somos mayorcitos
para evitar palabras, frases o textos.
Quizás, solamente será un archivo en un par de ordenadores, o todo lo
contrario, lo vea en una librería expuesto, que para qué negarlo, me gustaría,
mayormente, lo segundo depende de mí, de lo que escriba.
Siendo lesionado medular llevo desde el 15/07/1997, por accidente
practicando motocross. Te levantas un día, vas a trabajar y en menos de cinco
minutos tu vida da un giro de 180 grados, quizás y eso no lo sabe nadie, un
cambio para bien. Duro decirlo, pero, esta vida nadie la entiende, no sabes o
no quieres entender el rumbo que llevabas hasta que no te sucede algo así. Esto
solo es aplicable a mi, vivía un poco alocado, solo miraba hacia delante,
cuando a mi modo de ver, hay que hacer muchos STOP y CEDA EL PASO, para más o
menos, llevarla bien. Claro, con algo más de veinte años, te crees en la cima
del mundo, y dueño de todo y no necesitas recapacitar, sobre nada, ni sobre
nadie, y mucho menos de lo que haces, para ti, está todo bien, aunque estés
arrastrando a toda persona tenga que ver algo contigo, al borde de un abismo.
¿Qué me enseñó mi lesión? Pues ahora
no caigo en nada, o si…, lo primordial, a no ser materialista, bueno a no serlo
tanto, aún creo que lo soy un poco. Pero a su vez, valorar bastante más a las
personas que tienes a tu alrededor. Eso sí, que me sepan valorar a mi también,
no que hablemos de algo te digan, si, y a tus espaldas te des cuenta que dicen
todo lo contrario, o te tomen por loco, que por desgracia o por mala suerte
pasa a menudo, por lo menos en mi caso. También suele pasar que des una opinión
sobre algo, sea lo que sea, que en el momento la des no sirva, te des la
vuelta, y que estén con esa idea, hace cinco minutos no servía de nada. Yo
siempre me callo en esos casos pero…., da una rabia!!!!
Continuará....
Completo esta entrada con unas pinceladas sobre los beneficios que reporta el hecho de escribir sobre una experiencia traumática vivida. "Escribir sobre un trauma tiene tiene efectos positivos a medio plazo (a partir de los dos meses). Aunque a corto plazo, los síntomas afectivos empeoran (narrar provoca revivir y y agrava el estado de ánimo negativo), a medio y largo plazo se encuentran mejor y visitan menos al médico".
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