viernes, 27 de mayo de 2022

Palabras escritas con un punzón (II)

 Continúo colgando los capítulos del texto que escribiera en su día Francisco Javier Peña Mateos.

HOSPITALES

UCI

Volver a recordar lo que pasé estando ingresado, es algo que aparqué hace tiempo y “quité” de mi cabeza, sobre todo por lo que pasé en el primer hospital, si se puede llamar así…

Después de ser trasladado del Hospital Universitario de Puerto Real, donde me diagnosticaron lesión medular, me pusieron el compás de tracción cervical, paso a ingresar en el Hospital de Puerta del Mar en Cádiz, que tiene una planta para el tratamiento, de la lesión medular.

Recuerdo cosas muy vanas de aquella UCI, porque mayormente me pasaba el tiempo sedado. Lo que recuerdo o sé, es por que me lo han contado.

Solo tenía ganas de que me operaran de las cervicales, creyendo, incrédulo de mí, que con eso, creía que estaba todo resuelto, y que volvería a casa. A la semana de estar allí aproximadamente, me hacen una intervención, para fijarme las vértebras, todo esto con poquísima información a mi familia, sobre mi lesión, estado, y ninguna ayuda psicológica.

Después de cuatro horas en quirófano, salgo bien de la operación. Supongo que dejarían entrar a los familiares después de eso, no sé. Como es lógico, salgo intubado, con respiración asistida, algo que conmocionó a mi familia bastante, le dijeron que me la retirarían en unos días. La intubación al poco tiempo, se convirtió en traqueostomía y respirador las 24h.

No había o no existían, para el personal de UCI, los cambios posturales, solo usaban algo que llamaban “módulos”, que según ellos servía para prevenir la úlceras por presión, todo el día boca arriba, o como se dice también, decúbito supino.

Los días pasaban, no sabía cuando era de noche, por que no existían ventanas orientadas al exterior o a un patio. Totalmente desconectado del mundo exterior, no me dejaban escuchar la radio, decían que podía hacer interferencias con los aparatos de UCI, todo lo que escuchaba era en casset. Me preguntaban si era de día o de noche, y nunca sabia contestar, igual estaba dormido a las diez de la mañana, que despierto a las cuatro de la madrugada, siempre con aquella luz encima de mi cabeza.

Después de la sujeción de vértebras, se acabó lo de comer por boca, todo se reducía a vía intravenosa, y por sonda nasogástrica. No me daban ni agua. Algo que nadie entendía, pero que para ellos, era normal, hacían lo que debían hacer. En fin, no tomé nada en 50 días aprox.

Mientras pasaba esto, mi familia, no paraba de buscar alternativas a aquello. Alguien cercano a mí, le comentó que pidieran que me llevasen a Toledo, pues le habían comentado que era un buen hospital en el tratamiento de la lesión medular. Así se lo sugirieron al equipo médico, al poco tiempo de estar yo, en aquella UCI, pero la respuesta era siempre negativa, solo había un miembro de aquel hospital que decía que, si yo no iba para Toledo, no saldría de allí, pero no era el supervisor, por lo cual poco podía hacer.

Lo de pedir que me llevaran a Toledo, era día si  y día también, les decían cosas como, “¿Es que pensáis que en Toledo van a hacer milagros?”, e insistían, en que yo, tenía todo lo que necesitaba. Después de mucho pedirlo, por fin acceden a pedir el traslado, habían pasado 64 días desde mi ingreso.

Poco recuerdo del traslado en ambulancia, Cádiz – Toledo, solo que fue de noche y llegué al amanecer, que se me hizo eterno, si. Recuerdo, que al ingreso, todo el mundo se presentaba y me llamaba por mi nombre, cuando en el otro sitio, era simplemente “polivalente” seguido de un número, algo empezaba a cambiar. A las 8 de la mañana, dejaron pasar a mi familia. Solo hacía una hora habían llegado al Hospital, y ya habían notado que se dirigían a ellos de una forma mucho más amable y correcta, y no eran solo “familiares” en una sala de espera, esperando que  les dijeran algo sobre mí. Alguien, supongo que un médico, les atendió en aquella primera entrada, al verme, les informó de los horarios de visita e información de mi estado.

Lo primero que me acuerdo de mi llegada a Parapléjicos, tras más de dos meses sin hacerlo, era…, ver la luz del sol!!! Todo el Hospital, cada una de sus plantas tiene vistas a la calle. También, que nada de música grabada, que allí se podía escuchar la radio, algo simple, pero que me encantaba. Era como haber viajado a otro mundo, como la noche y el día. No era un enfermo, si no que me llamaban paciente, bueno, solo en papeles y generalizando, si se dirigían a mi para decirme algo, era simplemente Paco o Paquito.

Sabían cómo informar a mi familia, algo que no sé a cual médico le debió de tocar, pero os aseguro no le tuvo que resultar nada fácil, redactar el primer informe de mi estado y transmitírselo a mi familia, algo hicieron el mismo día que llegué.

Consecuencias y primer informe:

  • Repito, no le debió de resultar nada fácil, le dijeron que mi estado era crítico y que harían lo posible e imposible para sacarme para adelante, pero que, estuvieran preparados también para lo peor porque podía suceder. Tanto físico, como psicológicamente mi estado era comparable al haber estado en un centro de concentración.

  • Deshidratado y desnutrido, resultado de no haber tomado nada por boca, en casi dos meses.

  • Dependiente de respiración asistida las 24h, con un alto porcentaje de oxígeno.

  • Movilidad nula, solo movía la cabeza.

  • Desorientado totalmente, no sabía en que fecha estábamos, ni cuanto hacía de mi accidente.

  • Se me olvidaban cosas fácilmente, no recordaba por la tarde, lo que me decían por la mañana.

  • Lleno de úlceras por presión, debido al no haber tenido cambios posturales.

  • Poco comunicativo.

  • Mi tratamiento iba a ser muy duro y costoso, se intentaría todo lo posible, por restablecerme.

Supongo que podría seguir añadiendo cosas, pero con eso es fácil hacerse una idea de cómo estaba.

Así empezó mi tratamiento, y todos los días se llevaban horas conmigo, haciéndome cosas, médicos y enfermeras a mi alrededor, lo cual me daba pánico. Lo que más miedo me daba, eran los neumotórax, con el consecuente tubo toráxico, creo que aún hoy en día, tengo el récord, dieciocho neumotórax en poco mas de tres meses, algo increíble de creer, incluso para el personal de UCI.

Recuerdo aún la primera vez que me intentaron dar de comer algo por boca, fue un yogurt de fresa. Me supo a rayos y lo poco que logré tragar, lo vomité. Supongo que fue al otro día de llegar a Toledo, se me habían atrofiado las papilas gustativas, y no me “funcionaba” bien el sistema digestivo. Muy poco a poco lo fui recuperando e iba comiendo algo más.

El respirador en mi estado, era imposible retirármelo, más bien imposible. Todo el mundo me veía con respirador de por vida. Algo impensable, pero pasó…, un día por la mañana se estropeó el monitor y decidieron cambiarlo. Al hacer el cambio, una enfermera tardó un poco mas de lo debido en conectarlo a mi cánula, y respiré espontáneamente dos veces, algo imposible para todos en mi situación. Aquel mismo día habló conmigo un médico y me preguntó, que, que me parecía intentar desconectarme durante cinco minutos del aparato. Dije que sí, solo pedí que, estuviera él a mi lado y una enfermera, la cual veía yo como mi “protectora” allí.

A las 12 del mediodía, se acercaron a mi, y me dijeron… ¿preparado? Me desconectaron, y aquello era un calvario, parecía que tuviera 100 kg sobre mi pecho, Aguanté como pude aquellos cinco minutos, los más largos de mi vida, a la vez que respiraba, no dejaba de llorar, nunca supuse que respirar era tan complicado, pero conseguir respirar ese pequeño espacio de tiempo era un gran logro, eso decían ellos. Ahí me di cuenta enseguida, de lo que me iba a costar volver a respirar, si es que lo lograba…

Así seguí todos los días, quitándome el respirador, un ratito por las mañanas y tardes, aumentando cada día en cinco minutos, se me hacía interminable el tiempo de desconexión. Así seguí y llegué hasta los 20 minutos. Me dijeron una mañana: “Te vamos a llevar a rayos y te vamos a hacer una prueba para ver tu diafragma”. Era lo que en teoría me hacia respirar.

Al volver, un médico se puso delante de mi cama y me dijo: “Paco, no volverás a respirar, tu diafragma, no funciona”

Mi llorera fue descomunal, al pensar que tendría llevar aquel aparato de por vida. Aquella tarde entró de turno mi “protectora” y al verme como estaba, habló con el médico, que habló conmigo, el cual autorizó a que podía seguir haciendo las desconexiones pero, sin esforzarme en exceso. Decidimos entre los tres que, me retiraría el ventilador, veinte minutos por las mañanas y tardes, ahora la llorera era porque podía seguir intentándolo… .Seguí desconectándome todo el tiempo seguí en UCI.

Respecto al aspecto mental, me visitaba dos veces por semana una psicóloga. Me preguntaba cosas, pero recuerdo muy vanamente esas sesiones, casi nada más bien. Ella hablaba con mi familia, y en esas sesiones, se enteraba de mi evolución o, como me veían ellos. Confieso algo, no supe que era mi psicóloga, hasta no llevar bastante tiempo allí. Se me olvidaba todo.

Mi orientación la fui recuperando poco a poco, gracias a no tener una luz encima mía todo el día y, saber cuando era de día y de noche. También gracias al aparatito que tenia en mis oídos siempre, la radio. En parte creo, que fue lo que me mantuvo cuerdo, y no perder la cabeza. Poco a poco fui sabiendo qué día de la semana o de mes era.

La movilidad mejoró algo, conseguí mover un poco los dos brazos, según dice mi madre, a los cien diez días, después del accidente. Algo que fue una gran sorpresa, pues en el hospital de origen, daban por hecho que no movería nada. Los fisioterapeutas me atendían a diario, me recomendaron no moverlo estando solo, pues solo movía el bíceps y al no poder estirarlo, corría el riesgo de que se me quedara encogido. Lo hacía cuando estaba mi familia.

Las escaras fueron curándose gracias a los cambios posturales y a las curas. Solo quedaba la del sacro, la cual era grande y profunda, así que tardaría en curarse.

En este tiempo, pasé por tres camas. La que más me gustó, fue la peor vista por todo el personal, pues estaba aislado por un virus que yo tenía, estafilococos o algo así.

Estaba para mi, como en un hotel, cuartito para mi solito, perfectamente iluminado de día y oscurito de noche, y la visita entraban de dos en dos. Estaba a mis anchas. El día que me dijeron que ya no tenía virus y que me sacaban de la habitación, ellos locos de contentos y yo, con otra llorera, no quería salir…

Iba evolucionando bien y propusieron bajarme a planta. Había visto a otros pacientes bajar a planta y a los pocos días tenían que volver. Algo que no quería que me pasara a mi, pero que era muy probable que sucediera.

Fecha del accidente: l 5/07/1997

Ingreso Puerta del Mar: 15/07/1997

Ingreso Hospital Nacional de Parapléjicos: 18/09/1997

Tiempo ingresado: 64 días Puerta del Mar y 97 días en Toledo

Total UCI´s: 161 días

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