Debemos darnos una licencia de vez en cuando para poder desahogarnos y conectar con nosotros mismos. Ello no implica debilidad, sino conocimiento de nuestros límites y capacidades
A veces lloro y no por debilidad, sino por estar cansada de ser fuerte
Esa frase : "No lloro por ser débil sino porque estoy cansada de hacerme siempre la fuerte" me la regaló ayer una paciente. Al parecer es una frase tomada de facebook. (creo que es del enlace de la página web "mejor con salud"). Pensé que me venía bien para introducir el tema del disimulo, un juego que practican lesionados y familiares, fingiendo sentimientos o emociones que no sienten. Tras esa máscara de todo está bien y aquí no ha pasado nada a pesar de que ha pasado y mucho y de que la lesión, como han expresado algunos pacientes y familiares :
"Es como una tormenta inesperada"
"Es como subir al Everest sin estar entrenado"
O como digo yo "Es como un terremoto"
Es frecuente ver a la gente intentar controlar las lágrimas, el llanto. Ya he comentado en alguna otra ocasión que a los hombres más que a las mujeres, les avergüenza que lo vean llorar, como si el llanto fuera un signo de debilidad.. El problema no es el llanto sino la dificultad para expresar y compartir sentimientos y emociones. Por desgracia, se ha practicado poco la expresión de emociones. De ahí los problemas que luego descubrimos, cuando destapamos la olla, en la relación de muchos sistemas familiares y conyugales.
Comenté en una Entrada en los comienzos del Blog una frase que me dijo la mujer de un paciente : "Yo ya me vengo llorada". Intentaba llora a solas para evitar hacerlo en pareja. No solo se llora de rabia, dolor e impotencia sino también de alegría. Compartir un sentimiento tomados de la mano puede ser muy reconfortante para el alma.
Desde el momento que la paciente a la que hacía referencia, se ha permitido expresar esto, se ha abierto un nuevo enfoque o camino para trabajar desde la Psicoterapia y un modo de hacer ver a los demás que ella también tiene razones para estar triste, enfadada o irascible. Todos estos sentimientos estarán presentes en la rehabilitación a modo de "montaña rusa emocional".
Animo a los seguidores a expresar sus emociones y a descubrir lo que estas le pueden aportar.
Es difícil analizar los sentimientos que se generan en nuestra mente ante la lesión medular de un ser querido. Sentimientos de culpabilidad por querer huir de una situacióón que nos resulta insoportable. Sentimientos de frustración por no encontrar la forma de afrontar la situación en la que nos vemos inmersos. Sentimientos de piedad, hacia nuestro familiar y hacia nosotros mismos.
ResponderEliminarUn terremoto es poco, un cataclismo, para definir la magnitud de lo que, de la noche a la mañana, se nos ha venido encima.
Creo que lograremos superar lo que nos ha ocurrido, nunca olvidarlo.
La vida que llevábamos, que nunca volverá a ser la misma, ha cambiado para siempre.
Todos los lesionados medulares odian la idea de que alguien los compadezca pero esto es absurdo. ¿Cómo no añorar todo lo perdido, por ellos y por nosotros?.
Solamente aceptando lo sucedido y partiendo de cero es posible seguir viviendo con naturalidad. No hay que pensar en lo que fuimos y lo que tuvimos, hay que contar con lo que somos y lo que tenemos.
Lo que sí puedo afirmar, por la experiencia como familiar de un lesionado medular, es que hay vida e ilusión después de la lesión.
Utilizando el mismo simil de cataclismo o catástrofe, de igual modo que los supervivientes a terremotos, destrucción total de sus ciudades por bombardeos en la guerra, fueron capaces de reconstruir sus ciudades, de VIVIR y de volver a sonreír, así espero que los lesionados lo hagan. Tu frase final del comentario confirma lo que digo y es muy alentadora.
ResponderEliminarAunque chirríe un poco, tengo pacientes que hoy son más felices que ayer.
Avancemos y miremos al frente y no volvamos la cabeza como Lot.
Gracias, Felipe.
Creo que hay un antes y un despues de la lesión. Las lagrimas están a flor de piel , siempre dispuestas a asomar por cualquier emoción ya sea buena o mala. La dureza de la lesión arranca un trozo de mi interior pero no por mi que quiero vivirlo y estar acompañandole a su lado ,es por él que realmente es quien lo está viviendo y sufriendolo por muy valiente y fuerte que es. Todos son muy fuertesssss
ResponderEliminarFelipe a descrito muy bien lo que. Pensamos y sentimos la l.m.,es cierto. Que es un mundo nuevo. Unas vivencias. Diferentes. Y una manera. Nueva de sentir la vida......intentando cada dia ilusiones. Y disfrutes de todo.unas veces por nuestros hijos y nietos pues hay que. Crear un clima. Normal a su alrededor,y asi poco a poco te vas aciendo con las circunstancias. Y vuelves a ser feliz...y como la felicidad., es. Siempre. A ratitos (antes y ahora) pues iencuentras la calma. Y las ganas de que. Nunca te falte la ilusion...
ResponderEliminarLas primeras etapas son bien difíciles. Cuando el lesionado está encamado solo desea sentarse pero cuando ya se ha sentado, ya sabe que cada día, la silla será su compañera. Después empiezan a interesar y preocupar otras cosas (esfínteres,autonomía personal, salidas). Más adelante, temas laborales, vivienda, coche, sexualidad.
ResponderEliminarLa primera salida al entorno social de referencia es otro punto de inflexión. Hay que pasarlo y por más que se huya tiene que llegar. Después, se supera mejor de lo que uno cree y los temores se van desvaneciendo en el tiempo. Asumir el cambio y quitarse la silla de la cabeza forma parte de un largo proceso evolutivo.
Gracias, Cresssss, por el seguimiento. espero que el blog os sea de utilidad en esta nueva andadura y etapa de la vbida.
Supongo que el anónimo es Isa ¿no?. Pues sí, no hay que perder la ilusión y esas "ganas" como dices y como le gusta también decir a Manuel. Hay por ahí una frase "Con ganas, ganas".
ResponderEliminarYo intentaba ir llorada de casa, pero alguna vez tuve que morderme los labios o esconderme en el baño porque se me hacía un nudo y no era capaz. A él lo vi llorar una vez, una de las primeras salidas que hizo a casa, estaba en casa de sus padres porque no nos habían terminado el piso y sus padres habían salido, hubo un "accidente" de esfínteres y tuve que ayudarlo a lavarse, se le empezaron a caer las lágrimas y al verlo llorar yo tampoco pude aguantarme y acabamos los dos llorando abrazados allí en medio del cuarto de baño. Cuando ya había pasado bastante tiempo me dijo que aquel día pensó que aquello era lo último que faltaba para que yo saliera corriendo y que por eso se había venido abajo.
ResponderEliminarPues ese momento era necesario aunque fuese duro. Ahí es donde se ve quien tiene el l.m a su lado y quién no.
ResponderEliminarEl otro día lloraron juntos por primera vez una pareja en mi despacho. Fue un momento muy emotivo y aunque me hubiera gustado que hubiera sido en su intimidad, me alegré de que saliera lo que tenía que salir. Ella pensaba que el era fuerte y no imaginaba que tuviera sus miedos, inseguridades y pena.
Yo siempre he pensado que mi marido es fuerte, sólo aquella vez lo vi llorar. Aún así él reconoce tener sus momentos de debilidad de vez en cuando.
ResponderEliminarMe reitero en que las lágrimas no son símbolo de debilidad. Al contrario, es un buen modo de ventilar emociones.
ResponderEliminarLo sé, pero las lágrimas impresionan más cuando vienen de alguien a quien no se le ve llorar habitualmente. Mi padre nunca llora o al menos nunca lo ves llorar en público, el día de nuestra boda me di cuenta de que había sacado el pañuelo porque estaba llorando y verlo llorar a él me causó una gran impresión porque era algo completamente nuevo para mí.
ResponderEliminarPues tu padre lloró de emoción buena, no de pena. ¿Qué padre no llora en la boda de su hija?. Lloró por eso no por otra cosa. Por cierto, no nos ha contado nada de esa boda.
ResponderEliminarPues no hay mucho que contar, una boda como tantas. Al final de boda íntima nada, él se salió con la suya y tropecientos invitados, pero estuvo bien porque había bastante gente joven y eso anima mucho la fiesta. El novio guapísimo de traje oscuro y la novia como todas, de vestido blanco y velo jejeje El cura un poco pesadito, como todos, se enrolla como una persiana el hombre y el convite genial, tuvimos buen día y pudimos hacer el aperitivo al aire libre. Y lo mejor, la luna de miel, 12 días sin saber nada de trabajo, por ahí los dos sin horarios ni preocupaciones ni llamadas... Hacía años que no desconectaba tanto, eso sí, ahora estoy que no paro, todo octubre viajando de un sitio para otro.
ResponderEliminarNada se repite, nada es igual. La diferencia nos enriquece.
ResponderEliminarMe alegro que todo fuera bien y que fuérais capaces de desconectar. Hay que procurar sacar un rato cada día para ello.
Lo malo es que ese rato a veces se produce a muchos km de distancia.
ResponderEliminarAh, y de la boda, que muy feliz de haber dado ese paso, de esas cosas que luego dices ¿por qué no lo habré hecho antes? Ahí tenías razón, no había ningún motivo para no celebrarlo como se merece.
ResponderEliminarPues no sabes lo que me alegro.¡Enhorabuena de nuevo!
ResponderEliminar