Cuento nº 10 "Otra cara de la pandemia"
Los delfines no dan crédito. Sus abuelos contaban que hubo un tiempo en que ningún barco con motor cruzaba sus aguas. Los jóvenes pensaban que seguramente chocheaban, porque desde el día en que ellos nacieron no podían recordar ni un solo día sin ese "runrún" maldito por todas partes. Son su mayor pesadilla. Los veleros los toleran: en definitiva tienen aletas como ellos, no hacen ruido ni contaminan. Pero los barcos a motor son abominables y los delfines no conciben que sus ancestros hayan conocido una vida sin ellos.
Algo muy raro ha debido pasarles a los humanos porque casi han desaparecido de la faz del agua. Así, zas, sin previo aviso. ¡Una bendición!. Domina un silencio reconfortante, interrumpido solamente por sonidos puramente del mar: una ballena cantando, los dialectos de los moluscos, en fin... el mundillo submarino. Cuando los delfines se acercan a la superficie para respirar, notan que también han desaparecido las enormes embarcaciones del aire. ¡Qué gozada!.
El agua está extraña: limpia, cristalina, huele mejor. Flota una energía distinta: todo el mundo más animado, vital, optimista…, una sensación general de que todo va a mejor.
Curiosa la vida: da un vuelco en el momento más inesperado.
Elena Vila Málaga 22 de Octubre de 2020
Voto por este relato, porque trata de una realidad muy cercana
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