miércoles, 30 de septiembre de 2020

VIII Certamen de Cuentos Cortos : Cuentos presentados

NOTA : Esta entrada solo está para colgar los relatos. En ella no se pueden hacer comentarios.

El plazo de recepción de relatos/cuentos, se prorroga hasta el día 23 de Noviembre.

 Cuento nº 1  "Yo contra mí" 


Cuántas veces hemos escuchado el refrán : " Uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde "

Y lo llevamos siempre al mismo término, dándole solo sentido a cuando se pierde el amor.

Sin embargo, el refranero español es muy sabio, y yo, debo de llevármelo, a mi YO CONTRA MI.

Desgraciadamente,  estar en esta situación con minusvalías, ya sean por accidente o por enfermedad,  me hace pensar en mi vida antes de este estado, y a valorar la vida de una manera diferente. 

Vida, que estaba llena de trabajo, con muy poco o casi ningún tiempo para los míos, e incluso, para mi. Y que me obligó a parar en seco, a punto de morir, luchando contra la muerte día a día, hasta llegar a superarlo y vencer la vida.

Y comenzar a vivir esta vida, de una nueva oportunidad, vista desde otra perspectiva. 

Lo primero de todo es afrontar, que si has llegado a este punto, es por algo que debería de cambiar,  en la vida que llevaba.

Lo siguiente, es la aceptación de mis carencias, y aprender a vivir con ellas de la mejor manera posible.  

Porque el impedimento está solo en aquel que no acepta su incapacidad. Tener alguna minusvalía, no implica poder ser feliz.

Elena García                              Hospital Nacional de Parapléjicos,  18 de Septiembre


Cuento nº 2  "Nuevos acordes"

 

Aún recuerdo con cierta mezcla de tristeza y rabia, cuando en más de una ocasión te he escuchado, en voz baja, decir estas palabras: "siento que no puedo más".

En otras ocasiones, te he visto enfrentándote a nuevas dificultades y reveses, acercándote al abismo de la rendición, repitiéndote una y otra vez "porqué a mí".

También me cuentas, como más de una vez, te dictan éste ¨sencillo¨ consejo:

"Tienes que asumir la situación, es lo más adecuado para enfrentarte a tu nueva realidad".

Toda ésta sinfonía de realidades, siempre iba acompañada de débiles acordes, construidos con una orquesta de un sólo componente, un instrumento poco afinado y sin contar con la necesaria batuta de un director.

Llegado a éste punto, despertaste y te diste cuenta que no habías buscado el camino a seguir hacia la salida.

A partir de ese momento, abriste tu corazón y tus oídos a una música diferente, con más variedad de instrumentos y sonidos, muy bien coordinados y cuidados por un experimentado director.

Rompiste con esa soledad voluntaria, te dejaste acompañar por notas esperanzadoras y nuevos músicos, permitiéndote entonar una nueva melodía acompañada con ésta bonita letra: "Quiero luchar y ganar con vosotros y por vosotros".

 

Epílogo:

Éste pequeño relato transmite la evolución de sensaciones y sentimientos que se han producido en la transición de la enfermedad.

Desde la no asunción de la realidad y la lucha individual, hasta llegar a admitir el abrigo de la familia y la inestimable ayuda de los profesionales

Javier lázaro de la Calle                              Laguna de Duero (Valladolid), 19 de Septiembre


Cuento nº 3  "La maravilla del destino"

El destino nos tiene preparados senderos por la vida que no podríamos ni imaginarnos y no por ello, dejan de ser algo maravilloso. 

Pues bien, este destino,  nos tenía preparado a dos personas,  separadas por más de 500 km y 22 años de edad, una amistad,  que se convertiría en hermandad.

Esta es nuestra historia, la de Elena y Cristina, llamadas en el Hospital de forma cariñosa, "Las Infantas ".


Ambas ingresamos juntas en la UVI, y a pesar de que a Cristina la subieron pronto a planta, compartimos habitación. 

Hemos compartido momentos muy duros, física y psicológicamente, pero siempre hemos estado apoyadas la una en la otra.

Nos convertimos sin darnos cuenta casi en un mismo ser. Apoyándonos y animándonos, en esos momentos duros de la vida. 

Y así es como juntas hemos descubierto, que no sin esfuerzo, pero si con ganas, somos capaces de seguir haciendo cosas maravillosas y que se puede ser feliz a pesar de las carencias. 

Hemos aprendido una de otra y juntas hemos llegado a hacer cosas cotidianas,  parece simple,  pero cuando estás tetrapléjica como Cristina  y tienes paralizados los brazos como yo, esto es un verdadero reto.

Pasamos nuestros ratos yendo a pintura, o simplemente tomando café y haciendo algún Tik-Tok, en definitiva sacando el lado positivo de las cosas. 



Ahora somos hermanas y, a pesar de que a Cristina ya le dan el alta, siempre estaremos juntas.

Suerte compañera en tu camino, nos veremos pronto. 

Tu hermana. 


Elena García                                           Hospital Nacional de Parapléjicos,  28 de Septiembre


Cuento nº 4  "El Vagabundo"

Sentado en un banco, sin fuerzas para levantarse, sabe que va a morir de frío, no ha comido, arde de fiebre pero no tiene miedo. Hace tiempo que desea la muerte.
Trata rememorar su vida, una vida de fracasos, aunque le resulte doloroso. A nadie le gusta reconocer su mediocridad.
Recuerda que la niñez  fue el periodo de su vida en que conoció lo más parecido a la felicidad. El resto sólo fue una lucha encarnizada para superar su inutilidad mezclada con la tozudez de los que se empeñan en mantener vivos sus sueños.
Había estudiado, trabajado, se había casado y tenido hijos. ¿Qué habrá sido de ellos?.
Cuando se jubiló y vio que hacia daño a su familia dejó las llaves de su coche y de su casa, cerró la puerta, salió a la calle y, durante cinco años,  anduvo errante, buscando comida en los contenedores de basura, durmiendo sobre cartones y vistiéndose de la ropa que robaba en los tendederos.
Cayó la noche y se durmió sobre el banco soñando que había tratado de ser un buen hombre.
El  agente de la policía que encontró su cadáver se sorprendió al ver la sonrisa de felicidad.


Felipe Vila                                                              Málaga, 19 de Octubre de 2020



Cuento nº 5 "Despedidas en tiempos de Covid"

Relatar cómo se produjo tu lesión medular, no es muy habitual. Todos llevamos dentro el doloroso recuerdo de esos trágicos momentos. Lo haré porque existe un sentimiento común, entre muchos lesionados medulares y enfermos graves de coronavirus.

Cuando oigo que los enfermos de covic, mueren sin la compañía de sus seres queridos, no puedo dejar de recordar aquella situación que viví.

Tuve un accidente laboral, en una obra. Perdí la conciencia, cuando la recobré, advertí que tenía roto el esternón, las piernas paralizadas, fractura de escápula, costillas rotas, fractura de tibia y peroné, un golpe en la cabeza que me provocó mareos durante tiempo. Muy malito.

Les parecerá imposible, pero no tenía dolor, era muy consciente de la gravedad, pero no sentía miedo por ello. No era valentía, la adrenalina bloqueaba esas sensaciones.

Pero tenia una desazón terrible, una gran pena, porque pensaba que no podía despedirme de mi familia. Ni transmitirles mi gratitud, sin un adiós, invadido por la tristeza, pedí a mis abatidos compañeros de trabajo un teléfono, realmente fue un gran alivio poder llamar a casa.

Por ello, un acto de humanidad muy importante para mi, es ver que los sanitarios conectan por teléfono los enfermos graves de covic con sus familiares.


Mariano Rivera                          Calera y Choza (Toledo), 22 de Octubre de 2020



Cuento nº 6       "Si sonríes a la lluvia, el sol saldrá para sonreír contigo"


Nació en julio y crecía rápido, sus plumas y sus alas cada día más fuertes y bonitas.

Aprendió pronto a volar porque era inquieta y rebelde. Amaba el sol y le ponían triste los días lluviosos.

Le protegía mamá pero poco a poco dejó de escuchar esos consejos que le impedían volar libre y que no conseguía entender bien.

Comenzó a moverse sola por lugares peligrosos, con vientos fuertes que complicaban sus vuelos. Se magullaba a menudo contra árboles y edificios, sus alas se dañaban y no se ocupaba de repararlas, era fuerte y podía seguir volando.

Pero empezaron a agobiarle las mismas rutas, las que  recordaban el dolor de cada golpe. Decidió irse lejos, cerca del mar, era un gorrión con alma de gaviota.

No imaginaba que el golpe allí iba a ser tan fuerte, sus alas se quebraron para siempre.

Tuvo que regresar, junto a los suyos el sufrimiento sería menor. Supo que no podría volver a volar,  pero también descubrió que con el agua de esa lluvia que nunca le había gustado, podía limpiar las heridas, las nuevas y las que habían cerrado en falso y aún supuraban pus.

Empezaron a formarse cicatrices,  algunas muy visibles pero tan bien curadas y tan fuertes que parecían dibujadas, como tatuajes.

 

Mamen Movellán                                       Argés (Toledo), 22 de Octubre de 2020


Cuento nº 7         "El don del viejo Andrés"


Había una vez un anciano que vivía en un pueblo de La Mancha. Se llamaba Andrés y decían que siempre había sido viejo. La señora Julia, que superaba la centena, no se sabía en cuanto, lo corroboró incluso en un programa de la televisión autonómica con estas palabras:

“Si, si hija. El señor Andrés ya era anciano cuando yo iba a la escuela. Así es. Sí”.

Quizá para contrarrestar esa peculiaridad, la vida había dotado al viejo Andrés de otra igual de extraordinaria: aliviaba el corazón de la gente. Los del pueblo acudían a él cuando la vida los llevaba a situaciones de esas que se parecen a un cruce de caminos sin salida. Mujeres y hombres, pobres y ricos, escépticos y creyentes, todos lo que hablaban con él, sentían desahogo y consuelo según iban describiendo su encrucijada. Decían que el viejo veía con claridad ese sitio, lleno de niebla, en el que todos hemos estado alguna vez. Lo hacía dejando hablar, esforzándose por entender el matiz que cada hablante da a cada palabra. Eso era todo. Una vez más la señora Julia lo confirmó: 

“Así es hija mía, el viejo Andrés sabía escuchar como nadie”.


(A mis compañeras, a las que ni he sabido ni sé escuchar como es debido).


Sol Villanueva                              Hospital de Parapléjicos, 22 de Octubre de 2020



Cuento nº 8                    "El Cambio"

Pablo está frustrado y con ganas de estudiar pero su padre, alcohólico y egoísta, le obliga a trabajar para traer dinero a casa. Escapa corriendo y sin mirar atrás. “¡Lo siento, pero necesito vivir mi vida!”, dice sollozando.... Cuando llega a la estación, usa su carnet falso para irse a Madrid. Trabaja durante dos años precariamente, pero con fuerza de voluntad para pagarse la universidad: estudia Psicología. 

Vuelve a su pueblo para visitar a su hermano pequeño, quien le echa de menos. Pablo promete volver a buscarlo y se va triste por el enorme egoísmo de su padre.

En la universidad, Pablo conoce a Olivia. Le entiende y conectan muy bien. Pasan los años y vuelve para recoger a su hermano. Se dan un abrazo emotivo y acuerdan vivir juntos para recuperar el tiempo perdido. Su hermano también estudia Psicología y se asocian para crear una clínica.

Un día cualquiera viene una persona muy importante a la clínica: su padre. Se quedan estupefactos, petrificados. Observan que ha cambiado : ha ido a rehabilitación. Está trabajando, tiene pareja,  es más humano, menos egoísta. 

Los chicos se dan cuenta de que le añoraban y le invitan a entrar de nuevo en sus vidas.


Martín Dominguez (13 años)               Málaga, 22 de Octubre de 2020


Cuento nº 9                            "Carandirú"

Sala de visitas de presos en Carandirú. Con la frente perlada, el abogado nota cómo el sudor resbala abundante por su espalda. Sentado frente a su cliente, observa asombrado cómo puede ser él quien suda a mares. Debería ser al revés.

Está adiestrado para defender a quien le contrata, sin cuestionarse nada más. Esta vez no sabe si será capaz. Frente a sus ojos, los de un psicópata. Alguien capaz de arrasar miles de hectáreas de bosque amazónico: incontables especímenes de fauna y flora que tímidamente trataban de sobrevivir en su cada vez más reducido paraíso.

El alma del prestigioso letrado se debate agónicamente entre el deber de defender a su cliente y sus firmes convicciones de proteger la exuberante naturaleza de su tierra.

Y encima no hay resquicio de remordimiento en esos ojos.

Todo tiene un límite: sin mediar palabra, se levanta para alejarse sin mirar atrás. Adiós a su carrera. Probablemente sus compañeros jamás comprendan su decisión, pero no son ellos los destinados a vivir en su pellejo hasta el fin de sus días. De nuevo al aire libre respira aliviado, podrá dormir por las noches y mirarse al espejo sin sentir náuseas.


Elena Vila                                 Málaga, 22 de Octubre de 2020


Cuento nº 10               "Otra cara de la pandemia"

Los delfines no dan crédito. Sus abuelos contaban que hubo un tiempo en que ningún barco con motor cruzaba sus aguas. Los jóvenes pensaban que seguramente chocheaban, porque desde el día en que ellos nacieron no podían recordar ni un solo día sin ese "runrún" maldito por todas partes. Son su mayor pesadilla. Los veleros los toleran: en definitiva tienen aletas como ellos, no hacen ruido ni contaminan. Pero los barcos a motor son abominables y los delfines no conciben que sus ancestros hayan conocido una vida sin ellos.

Algo muy raro ha debido pasarles a los humanos porque casi han desaparecido de la faz del agua. Así, zas, sin previo aviso. ¡Una bendición!. Domina un silencio reconfortante, interrumpido solamente por sonidos puramente del mar: una ballena cantando, los dialectos de los moluscos, en fin... el mundillo submarino. Cuando los delfines se acercan a la superficie para respirar, notan que también han desaparecido las enormes embarcaciones del aire. ¡Qué gozada!.

El agua está extraña: limpia, cristalina, huele mejor. Flota una energía distinta: todo el mundo más animado, vital, optimista…, una sensación general de que todo va a mejor.

Curiosa la vida: da un vuelco en el momento más inesperado.

 

Elena Vila                       Málaga 22 de Octubre de 2020


Cuento nº 11  "Marita"

Marita murió en su casa de Santa Cruz de la Sierra el 13 de enero del 2020. Ese mismo día, el 18 del mes Yumada al-Wula de 1441, yo ingresé en un hospital de Riad. Días después, en medio de mis alucinaciones y bloqueo físico, vi como Rami, el marido de Marita, vino a visitarme varias veces a la UCI. Entraba y se sentaba frente a mi como en un taburete de bar. Apoyaba los brazos en la barra, que era el mostrador de enfermería, y me miraba. Yo le decía mentalmente: ya sé, ya sé lo que vienes a decirme. Así fue como supe que mi amiga había muerto. 

 Marita, según su pasaporte María Leonor Roca Chávez, era pura energía. Era intensa, generosa. También era ocurrente y perspicaz. Tanto, que resultaba chistoso que su marido la llamase, bebé. 

En aquellos días de enero mi conexión con ella se elevó y se hizo más estrecha. Después de ver a Rami imaginé a Marita, por encima de mi, sonriente y diciéndome: ¡vamos niña Sol! ¡vamos! Su recuerdo y sus palabras me siguen motivando. 


Sol Villanueva                Hospital Nacional de Parapléjicos, 24 de Octubre de 2020


Cuento nº 12                           "Cerca"

Qué nostalgia da pensar, cómo escuece a veces.

¿Te acuerdas de cuando podía sentarme a tu lado en la cama, coger tu mano o poner la mía sobre tu hombro mientras te hablo? Era algo casi especial. Tú te sentías comprendido y apoyado; para mí era el punto de anclaje que me hacía sentir que te estaba ayudando y, a veces, olvidar que estaba dedicándote más tiempo del que me dejan para ti.

Siempre he visto un poquito de empatía en estas cosas que hace muchos meses podía hacer. Ahora vivimos en un momento en que es mejor que te toque lo menos posible y si he de hacerlo, tendrá que ser a través del látex de un guante. Aun así, quiero que sepas que sigo igual de cerca de ti. Créeme cuando te digo que, si me necesitas, sostendré tu mano como si de una pieza de porcelana se tratase. Quizá solo sea capaz de mostrarte mi compasión con palabras o que no sientas igual el calor de mi piel al tocarte. Puede que ni siquiera sepas cómo soy tras esta armadura de plástico que me separa de ti; pero no lo dudes. Estoy aquí.


Irene Rodriguez                              Tomelloso (Ciudad Real), 26 de Octubre de 2020


Cuento nº 13       "Las gafas"

Cuenta la leyenda que una ola maldita azotó al mundo, dejándolo sumido en una inmensa pandemia en el que todos los humanos luchaban por sobrevivir, tratando de evitar que un cada vez más poderoso virus colonizase sus organismos.

Cierto día, un joven recibió la visita de un misterioso mensajero proponiéndole dos posibles soluciones a los problemas: debería elegir entre formar parte de un “comité de expertos” que buscarían la salvación del mundo de manera equitativa o aceptar una cajita que contenía unas gafas.

-Cada vez que te las pongas, alguien, en algún lugar del mundo morirá por el virus -le dijo al joven-. A cambio recibirás 60.000 euros.

Tras varios días de dilema moral, decidió apostar por él. Esas gafas le ayudarían a cumplir proyectos, sueños y ambiciones… Además, así ayudaría a muchos a terminar con su desgraciada vida. Viajes, mansiones, lujos…. ¡Se sentía afortunado y poderoso!

Una mañana despertó con un inmenso dolor de cabeza, tos, pérdida de olfato y gusto, empeorando rápidamente.

Golpeó las gafas tratando de romperlas en un intento desesperado de dar marcha atrás, pero era demasiado tarde. Alguien, en algún lugar del mundo, había decidido aceptar unas gafas que impedían ver más allá de uno mismo.


Tina Ruiz                           Don Benito (Badajoz), 1 de Noviembre de 2020


Cuento nº 14             "Atardecer"

Desde el porche de su casa, como cada día, desde que sufrió la lesión medular, disfruta junto a su mujer,  de ese momento mágico, en el que el sol nos da su cálido adiós, dibujando en el cielo, entre las nubes bajas, una gama de colores, rojos anaranjados y grises, mientras  el tono azul del mar y del cielo van oscureciéndose y aparecen las primeras estrellas, que anuncian el final del día y la llegada de la noche.

La vida le ha regalado un día más, y por tanto, la  oportunidad de disfrutar de la imagen maravillosa del atardecer.

No siente miedo ante la oscuridad que representa la noche, por el contrario, la recibe con alegría, al descubrir la luminosidad que proyectan las estrellas y la luna.

Debido a su avanzada edad y a las secuelas de la lesión medular, el cansancio le invade, pero a pesar de ello, se ilusiona con el amanecer de un nuevo día.

Cierra los ojos y reflexiona sobre las vivencias y experiencias, las más intensas, que le han ido moldeando a lo largo de su vida, se alegra de conservarlas en un rincón de su memoria,  porque los recuerdos le permiten saber quién es.


Ignacio Pérez de Vargas                     Estepona (Málaga), 1 de Noviembre de 2020


Cuento nº 15    "Cumpleaños en tiempo de Covid"

Margarita, quedó viuda hace veinte años. Desde entonces, vive sola en una casa de pueblo, grande, con amplios corrales, lo que acentúa más su Soledad.

Hoy (más aislada aún por el confinamiento del coronavirus) cumple 75 años. 

Su aniversario provoca que esté más sensible y nostálgica.

Sin mucho afán, muy temprano, se levanta de la cama, melancólica, sentada en ella, recuerda cuando la compró para su matrimonio, allí conoció el amor, trajo al mundo 5 hijos, en ella murió el abuelo. Lugar de noches en vela (meditando problemas), de sueños que se olvidan o se cumplen, refugio de los niños ante los temores infantiles. Cuánta vida guarda esa cama.

Cruza el pasillo, ahora en silencio, antaño bullía de vida, cinco niños preparándose para la escuela, tirando de la sabana al perezoso, otros haciéndose el lavado del gato, ¡corriendo y no llegamos!, pan ensopado con leche en el desayuno, cartera y "marchando" bien repeinado.

Entra en la cocina, mientras se prepara el desayuno mira la chimenea de leña en desuso, ayer todos reunidos alrededor del fuego, tostando pan, cuidando el puchero, contando historias.

Solo los recuerdos llenan el vacío de la casa.

Esta pandemia ha hecho más evidente la Soledad en la que viven muchos mayores, sobre todo mujeres viudas.

"Dedicado a mi madre" 

Mariano Rivera           Calera y Chozas (Toledo), 5 de Noviembre de 2020


Cuento nº 16          "La familia es para siempre"


A veces cuando llegan situaciones difíciles que nos descolocan, nos cuesta entender por qué el destino nos pone en esa tesitura y de repente nuestro proyecto de vida se empieza a desvanecer. 

Sin duda, no existe ningún manual sobre cómo afrontar la lesión medular pero en mi caso la mejor medicina ha sido mi familia. Desde el principio han estado a mi lado sin soltarme la mano ni un segundo con una sonrisa, aunque por dentro una hecatombe estuviera pasando por sus vidas. Siempre al pie del cañón dejando de lado todo por mí, dándome luz cuando el túnel se volvía muy oscuro. Aun cuando los días en el hospital se hacían interminables sus bromas y su cariño lo hacían todo más ameno. 

Después de todo, lo único que tengo claro es que el amor puede con todo, nos libera de las cadenas del dolor, nos da fuerzas para luchar contra la adversidad aunque el alma duela, el amor nos llena de valentía y esperanza. En definitiva, sin el amor de mi familia no estaría hoy aquí librando esta batalla, de la que estoy convencida que saldré más fuerte y empoderada. 


Beatriz Zamora                Hospital Nacional de Parapléjicos, 7 de Noviembre de 2020


Cuento nº 17                "Guerrera"

Guerrera, la que llora en silencio los vaivenes del destino 
y sonríe como si no se sometiera el alma. 

Guerrera, la que tropieza, cae, se levanta
y vuelve a caminar. 

Guerrera de luz, brillarás en los confines de la tierra
y te alzarás con tu espada sobre la oscuridad que acecha.  

Tu leyenda será épica  
y tus victorias, hazañas de epopeyas

¡Te amarán en el desdén de la noche
 y en la primera luz del postrero día! 

Vuelve a desplegar tus alas sin temor 
porque tu vuelo será majestuoso
y te alzará donde habitan las estrellas,
ellas se arrodillarán ante ti 
y te guiarán allí donde moran tus sueños, 
que esperan para ser rescatados de las cadenas del miedo. 

Y en los desvaríos de la vida danzarás más brillante, más serena, más humana, mecida en los brazos de la libertad.

"Dedicado a mi hermana"


Sonia Zamora                           Murcia, 7 de Noviembre de 2020


Cuento nº 18      "Doblar una sábana"

No sabes lo difícil que es doblar una sábana hasta que lo haces sola. Intentas juntar cada esquina para que quede perfecta, pero al final no quedan bien, los bordes no quedan juntos. Quizá se necesiten dos para doblarla. Pero, qué más da, ¿a quién le importa que una sábana quede perfectamente doblada? Bueno, quizá a mi madre, porque no hay nadie que deje las sábanas tan perfectamente dobladas como mi madre.
 
Puede que hable de la sábana como una metáfora de la vida. Pues al igual que la sábana es difícil doblarla uno solo, la vida y sus obstáculos siempre es mejor afrontarlos junto a alguien, y si es una madre mucho mejor. Una madre y la familia es lo que al final nos queda.
  
Así que cuando la veo en esa silla, sé que yo también voy subida. Las dos empujamos esas ruedas, porque es más fácil. 

Pero yo sé que ella es muy fuerte, más de lo que pensábamos. Cuando ella sonríe lo ilumina todo, es luz y con su luz podrá con esto. Superará todos los obstáculos, es una guerrera. Por escudo, el amor de su familia, por espada, su constancia, su sonrisa, sus ganas, sueños…

Esta silla no lleva manual, pero encontraremos las instrucciones. Al final ella sabe que yo estaré aquí para doblar la sábana.   

 Mª José Zamora                                Murcia, 8 de Noviembre de 2020



Cuento nº 19                          "Desahogo"


Hay días malos llenos de poesía y emoción. 

Completos de desastre y confusión. 


Hay días buenos llenos de sonrisas y alegría. 

Completos de motivación y armonía. 


Hay semanas llenas de días que te comes el mundo, 

Otras donde lo destrozas y 

Otras donde ni lo tocas. 


La vida está llena de subidas y bajadas, 

Donde te caes y te vuelves a levantar

Donde estas volando y no quieres aterrizar. 


Y el problema no es bajar y volver a tropezarte,

Sino entender y poder saber cómo volver a levantarte

Hasta que despegues otra vez sin querer despertarte. (del sueño que te lleva hasta Marte)



Marta Raymundo                              Toledo, 9 de Noviembre de 2020



Cuento nº 20                             "Pandemia"

Desde la ventana, la calle vacía y un ir y venir de ambulancias; la radio era un martillo repitiendo cifras de muertos; mientras, en la tele un experto trataba de explicar un gráfico, a su alrededor tres militares uniformados, cubiertos de medallas hasta los dientes. Costaba saber cual era su función allí, si estaban para proteger al experto o para asustar más a los ya asustados ciudadanos.

Yo estaba angustiado ante la posibilidad de tener que volver al hospital por culpa del maldito virus. Había estado ingresado durante los meses previos debido a un accidente, que ocurrió poco después de mi jubilación y que me había producido una lesión medular; aún estaba recuperándome de una hemiplejia derecha residual.

De pronto sonó el despertador, eran las siete. Me levanté de la cama aún sobresaltado por lo que acababa de vivir en aquella infame pesadilla. Mientras me duchaba maldije, como otros días, esta absurda necesidad de madrugar y conté los meses que quedaban para jubilarme. Salí corriendo a la calle con los cascos puestos, entonces una noticia detuvo mis pasos: investigadores chinos habían descubierto que algunos murciélagos eran portadores de gran cantidad de coronavirus, comentaron que si por casualidad alguno de ellos mutaba y pasaba al género humano podría desencadenar una pandemia de efectos devastadores.


Aurelio Fuertes                         Salamanca, 11 de Noviembre de 2020


Cuento nº 21     "Canto a la amistad"


Cada tarde de domingo Cristóbal y Nicolás, en casa de éste, se juntaban a discutir mientras una vela se consumía. La reunión finalizaba bruscamente cuando la vela llegaba a su fin.

Durante la semana, Cristóbal buscaba cererías antiguas para llevar una vela hecha sin prisa y a mano a la cita con su viejo amigo.

Una tarde otoñal en la que los adoquines mojados reflejaban la luz de los faroles, llegó Cristóbal al portón con paso lento, arrastrando su cuerpo y su bastón.

Nadie abrió. Seis eternas semanas se acercó, con el corazón tan tembloroso como su mano.

Al siguiente domingo un nieto de Nicolás abrió el portón. Su amigo le esperaba sentado en su cómodo y raído sillón de pana, convaleciente tras un largo ingreso. La casa olía a café, y pronto también a cera y leña. Esa tarde los viejos amigos no discutieron: hablaron con los ojos, en silencio, durante horas.

Hombres rudos que conocieron el dolor de la guerra, el trabajo en el campo bajo el sol ardiente y el valor de la amistad.

Esa tarde la llama de la vela danzaba y danzaba graciosamente, igual que bailaba la alegría inmensa en los dos corazones.

 (Una tarde de domingo en Madrid)



Marta Martínez                     Madrid, 15 de Noviembre de 2020             



Cuento nº 22      "La Felicidad    


La felicidad es estar junto a ti, incluso cuando no estás conmigo. Verte, abrazarte, escucharte, hacerte cosquillas…

La felicidad es reírme a carcajada limpia cuando me sorprendes con una gracia de niño pillo. Correr por el campo persiguiendo mariposas, darle cachitos de magdalenas a nuestros agapornis.

La felicidad es disfrutar de la sencillez como el mayor de los lujos. Dar un paseo en bicicleta, hacer construcciones, llamar a los yayos mientras merendamos.

La felicidad es ver cómo quieres parecerte a mí y, sin embargo, ser tú mismo. Observar cómo creces, cómo evolucionas, cómo sigues tu curso cual barco en el Nilo con experto capitán.

La felicidad es desprenderse de ti con generosidad para que estés con tus iguales, de tú a tú, desarrollándote como persona, siendo uno más.

La felicidad es ver reflejados en ti los valores que siempre te he querido enseñar, tanto los míos propios como los que soñaría tener.

La felicidad es tu inocencia, tu mirada, tu complicidad, el reflejo de tu sonrisa.

No importa cuánto cueste alcanzarla; hay pocos caminos de rosas. Nada ni nadie nos separará.

En esencia, vida mía, mi felicidad eres tú.


Vicente López Ibáñez         Valencia, 16 de Noviembre de 2020


Cuento nº 23      "El enemigo invisible"


Vivimos tiempo convulsos, luchando de manera feroz contra un enemigo invisible.

Ciertamente, esta situación me recuerda al terrible trago que te viste obligada a superar. Faltó bien poco para que algo microscópico acabara contigo. La virulencia con la que te atacaba era realmente cruel. Sin compasión alguna, te paralizó casi por completo, como ahora le ocurre a nuestra sociedad.

Tuviste que partir de cero para volver a aprender a vivir, adaptándote a tu nueva realidad. En el fondo, eso es precisamente lo que nos pasa ahora.

Somos animales de costumbres; nos cuesta modificar nuestros hábitos. No encontramos mejor manera de hacerlo que cuando de verdad nos aprieta el zapato.

En ocasiones me desespero. ¡Cuánta gente no se hace a la idea de lo que es una UCI! ¡Ni se imaginan lo que supone necesitar un respirador y tener la incertidumbre de qué va a suceder el día siguiente!

Aún nos queda batalla por librar. No es momento de rendirse. Ojalá la sociedad tenga un ápice de la gallardía y de la firmeza con las que derrotaste a tu enemigo invisible. Bien nos irá si aprendemos de ti.

¡Qué bueno será cuando entendamos que hoy empieza todo!


Vicente López Ibáñez                 Valencia, 16 de Noviembre de 2020

 

Cuento nº 24                         "Vuelta a casa"


El otoño había llegado. Julia se asomó a la ventana de su cuarto. Ahí afuera el suelo del patio estaba cubierto de hojas marrones y naranjas. Por fin se sintió bien de estar en casa de nuevo. Abrió la ventana y respiró el aire fresco, que entró en sus pulmones como un huracán de vida. 

Justo entonces alguien entró a la habitación. Era María, seguida de Lucía. Siempre estaban juntas, correteando y riendo por toda la casa. Las tres se abrazaron y Julia olió sus cabellos como solía hacer cada vez que las tenía cerca. 

Se abrió la puerta de la casa. ¡Era papá! Por fin había llegado. Esa tarde acordaron hacer pizza para cenar. Se pusieron manos a la obra. La cocina terminó llena de harina, tocaba limpiar, pero había merecido la pena ver las caras de felicidad de las dos niñas. 

La vuelta de Julia había cambiado muchas cosas en la casa, menos el olor de los cabellos de las dos niñas. 


Ana Belén Platero                       Madrid, 16 de Noviembre de 2020



Cuento nº 25               "Thánatos"


Los sueños desaparecen al despertar, apenas algunos sobreviven unas horas; no es el caso de este, que perdura en la memoria y retorna una y otra vez.

Son años inciertos, en época indeterminada. Estamos inmersos en una revolución, hay enfrentamientos violentos por las calles y yo me encuentro tras las barricadas. La noche ha caído, hace calor y tengo sed. El humo se agarra a mi garganta y aumenta mi sufrimiento. El combate se ha detenido, se oye rodar los cañones sobre los adoquines, mientras toman posiciones al otro lado, para lanzar el asalto definitivo con las primeras luces del día y entonces acabará todo. Una figura se acerca a mi lado; apoya su mano en mi hombro y me dice, no tengas miedo, estoy a tu lado. Su presencia me tranquiliza y mi temor desaparece; no puedo verle la cara entre las tinieblas, apenas distingo un bulto negro y sé que en unas horas todo habrá terminado.

Preguntó a mi compañera cuál es su nombre. Thánatos, me contesta.

Una gran paz me invade y me recuesto esperando la mañana. 


Fabrizio                                              Madrid, 17 de Noviembre de 2020



Cuento nº 26           "Vértigo"

                                                      

Desde la parte alta del pueblo de Frigiliana hay una excursión que llega hasta el cauce del río Higuerón siguiendo el trazado de la acequia de riego y que, al discurrir por la media ladera, proporciona al caminante, unas panorámicas maravillosas.

El paseo no puede ser más agradable por la poca pendiente, por el murmullo del agua y porque apoyándose en el cajero de hormigón de la acequia se elimina el inconveniente del senderismo por los terrenos pedregosos de la sierra Almijara.

Sólo un pequeño obstáculo enturbia la dulzura del recorrido; un punto en que el monte se escarpa y, en un tramo de unos quince metros, hay que pasar pisando sobre un cajero de 20 centímetros manteniendo el equilibrio para no caer al vacío. Esto hace que muchos excursionistas que van por primera vez decidan volver sobre sus pasos perdiéndose el placer de un día de campo a causa de su vértigo insuperable. Sólo lo disfrutan los que logran salir adelante.


Cuando llegué por primera vez  al Hospital de Parapléjicos de Toledo y vi una enorme batería de sillas de ruedas en la puerta sentí un terrible ataque de vértigo. En este caso no tuve la opción de volverme.


Felipe Vila                                         Málaga, 19 de Noviembre de 2020



Cuento nº 27          "¿Desde cuándo?"


Eso me pregunto, ¿desde cuándo?

Voy a ponerme los calcetines y los veo. Ahí están, no se mueven.

No es algo que me quite el sueño, pero a veces me lo pregunto: ¿desde cuándo no se mueven mis dedos?

Ni idea, no lo recuerdo.

Tampoco sería capaz de afirmar que alguna vez lo hicieran. Simplemente lo supongo, dado que hubo una época en la que caminaba sin problema.

Son ese tipo de cosas que haces inconscientemente, no das importancia a realizarlas porque realmente tampoco es que sea de mucha utilidad.

Un día, sin saber el momento exacto, has dejado de poder hacerlo. No te das ni cuenta y ahora te preguntas ¿desde cuándo?


Milagros López                       Galicia, 21 de Noviembre de 2020



Cuento nº 28    "El pelotón"


Algunos tardamos más que otros en adaptarnos a los cambios,

todos nos hemos quedado rezagados en algún momento de la vida,

pero esos han de ser los menos. 

Y te refugias, crees que el viento solo viene en contra 

y sólo ves ascensos de pico de montaña, 

cuando en realidad quizás hayamos llegado, 

sin saberlo, a uno de los picos más altos. 

Por eso hay que estar atentos,

no caer en la negatividad ni en la dureza del terreno,

el viento ten por seguro que cambiará y estará a nuestro favor, 

entraremos en camino llano, 

para poder coger impulso y alcanzar al pelotón. 

Hay que llegar a él, y mantenerse, sin destacar,

hasta tener algún día las fuerzas suficientes para avanzar hacia la victoria,

pero si esa victoria no llega no hay que preocuparse,

lo importante es participar, 

y participar es vivir. 

Mantente constante en el camino, 

si te mantienes con tu pelotón, 

juntos os protegeréis del aire, 

muy cerca los unos de los otros para no derrumbarse,

y así, unidos ahorrar energías para poder seguir avanzando, 

preparados por si llega otra pequeña subida de montaña. 

Seréis uno, y esa será tu victoria en la carrera de la vida.  

                 


Nuria Martín                                         Madrid, 21 de Noviembre de 2020



Cuento nº 29        "Mi columpio"


Aquel día me hiciste esta pregunta, ¿Qué es lo más preciado que tienes? 


Sorprendida, me miré, repasé mi vestimenta, palpé mis bolsillos, revisé mentalmente mi habitación… ¿Qué buscaba? Me di cuenta que la respuesta no era algo material, y sin dudar te respondí: 


Lo más preciado que tengo es un columpio. Lo disfruto cada día, da igual que llueva o haga frio, que esté nublado ahí fuera o sólo en mi interior. Este columpio me da las alas para soñar, me divierte, me devuelve la ilusión de la niña que fui y me empuja para seguir hacia delante. Este columpio es el que me mantiene, el que me emociona, el que me da alegrías y lágrimas de emoción, y el que da fuerzas cuando no hay valor. 


Me miraste, nos sonreímos, y sonrojada te dije: Ya estoy en mi columpio, aunque tú no lo veas acabo de subir a él, es especial, y es que está hecho de tus labios cuando se curvan hacia arriba y dibujan tu sonrisa, la que me regalas cada día. No dejes de sonreír y de reír, no me prives de lo que me genera ese columpio. 


Epílogo: A nadie le debería faltar ese columpio en su vida, aunque nuestros bolsillos estén vacíos, busca ese columpio, agárrate fuerte a él y vuela.



Nuria Martín                    Madrid, 21 de Noviembre de 2020



Cuento nº 30         " Al despertar"


Allí estabas con tus ojos tranquilizadores y tu sonrisa preciosa.

-¡Felicidades!,¡Es tu cumpleaños! Haber despertado hoy, es el mejor regalo que me puedes dar!-Me dijiste con una alegría inmensa.

Fuiste explicándome todo lo que había sucedido, tenía muchísimas lagunas, mucha confusión, y cuando te llamaba por otro nombre te reías y yo me enfadaba, no podía hacerte eso te decía, pero al final me hacías reír.

Mientras me dabas de comer, hablábamos de nuestras cosas, de nuestro día a día, de nuestra gente y me distraíasde todo

Llegó la noche y me dijiste que tenías que marcharte, tu cara se puso triste por primera vez, te dije que estaría bien.

El día siguiente a tu lado pasó con más sonrisas aun, pero llegó el momento de salir de entre esos cristales para subir a la 5ª planta, era una buena noticia, pero llorábamos, nos separaban.

El celador que nos acompañó nos miraba extrañado, y preguntó:

-Perdonad, ¿desde cuándo os conocéis?

A lo que Ángela contestó llena de lágrimas en los ojos: Yo a ella desde hace 7 días, ella a mi desde hace menos de 48 horas, ella es mi bella durmiente más especial.

 

Dedicatoria a mi enfermera de la UVI Ángela, (nunca más olvidaré tu nombre), y a tod@s y cada uno de l@s profesionales de la sanidad que con su trabajo dan hasta su alma.


Nuria Martín                                          Madrid, 23 de Noviembre de 2020                                                                         

1 comentario:

Javier dijo...

Precioso relato Nuria. Desprende una gran dosis de comprensión, humanidad y vocación de servicio.
Te doy mi voto y mi felicitación para Ángela.
Un saludo Javier Lázaro