jueves, 25 de julio de 2013

Viajes


Nos encotramos en pleno verano. Una épca que se carazteriza por viajar y disfrutar de las merecidas vacaciones. Cuando se piensa en viaje, se piensa en esto pero hoy quiero hablar de otro tipo de viajes. Esos viajes que como el experimentado por la acriz Silvia Abascal transcurren paralelos a los procesos de enfermar y a lo que estos procesos enseñan durante la dureza de la hospitalización y rehabilitación. Dejo el enlace  http://www.enfemenino.com/videos-de-cine/silvia-abascal-todo-un-viaje-n223872.html a esta entrevista que tiene que ver con este proceso de transformación sufrido por Silvia Abascal que ha culminado en la publicación del Libro : "Todo un viaje" (Editorial Temas de Hoy, 2013). Ha sido una acertada sugerencia de ayer de un estimado seguidor del blog.

Hay un enlace en el blog a otro documento muy interesante "el último viaje" que aborda ese último viaje, la muerte, que como dice Silvia Abascal ese si que todos lo tenemos asegurado.

Pero hoy toca hablar no de el último sino de una experiencia que puede ser compartida con las personas que están o estuvieron afectadas por la lesión medular con la que seguro se identificarán muchos seguidores algunos de cuyas vivencias estoy segura saldrán otras publicaciones. Mucha gente cree que no sabe escribir hasta que vive en primera persona experiencias de esta magnitud que lo enfrenta a situaciones jamás imaginadas.

La autora habla, entre otras cosas, de lo importante que es hacer uso del humor durante la enfermedad y confiesa que, aunque parezca paradójico, en su vida nunca se había reído tanto como hasta ahora.

Invito a quien lo haya leído a que comparta lo que le ha aportado y si hay quien está escribiendo sobre su "propio viaje" o experiencia también nos enriquecerán sus aportaciones.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias. Seguro que ayudará a mucha gente a entender y asumir mejor el proceso en el que estamos inmersos.

Felipe dijo...

Después de esta bajada al infierno, sin pecado que la justifique, el humor (quizás se llame así por ser el humo de la alegría) puede ayudarnos mucho a escapar del horror y devolvernos a una vida más o menos normalizada.
Dante, en la Divina Comedia, se dejó acompañar por Virgilio, al que admiraba, y por Beatriz , nosotros tendremos que buscar a otros acompañantes de confianza para que nos ayuden a salir del atolladero.
Abrazos divinos.

Afrontando la lesión medular dijo...

Los libros son buenos compañeros de viaje así que seguro que a más de uno le vendrá bien la cita y le servirá en su proceso de afrontamiento de la lesión medular.

Gracias de nuevo.

Afrontando la lesión medular dijo...

"Compañeros de confianza"siempre son necesarios en nuestras vidas. Algunos se encuentran con sorpresas, unas veces positivas al ser sorprendido por nuavas adquisiones y otras negativas cuando fallan los pilares en los que uno se había sustentado.

¡Qué variedad de besos se han volcado al blog!.

Betty dijo...

Conozco a mucha gente que en sus comienzos escribía para encontrar salida a esos malos momentos que todos tenemos. Hoy escriben historias de ficción, aunque hay quien dice que siempre dejamos algún resquicio de nuestra realidad en lo que escribimos. Una compañera perdió una hija con tan sólo cuatro años y medio, ahora tendría ocho. Se la llevó la leucemia. Tiene otros tres hijos más y por ellos intenta seguir adelante. Su niña siempre se colaba en sus escritos, en forma de ángel, de sirena, de princesa… Supongo que necesitaba sentirla cerca y no quería obligar a sus otros hijos y a su marido a convivir con esa niña que quedó atrapada en la niñez.

Pensar sobre los malos momentos invita a ese pequeño demonio a sentarse en tu hombro. Repite una y otra vez “sigue, sigue” haciendo el dolor más intenso.

Cuando hablamos, podemos estar acompañados por un ángel que pide que nos callemos y no seamos demasiado sinceros para no hacer daño al otro interlocutor, o podemos tener cerca a ese demonio del que hablaba antes achuchando a que uno suelte por su boca lo primero que se le ocurra.

Cuando uno escribe no hay espacio para ángeles ni demonios. Uno está sentado enfrente de uno mismo. Puede que lo primero que se escriba sea impulsivo, pero escribir es releer, ajustar y corregir hasta alcanzar el grado exacto de las emociones. No existen los sinónimos. Triste, desencantado, destrozado y hundido no son lo mismo. Igual que contento, feliz, pletórico, exultante, tampoco indican el mismo grado de felicidad. Uno descubre que no puede engañarse. Es como hacerse una revisión completa en la que cada sentimiento se ajusta al milímetro. Y con cada vuelta de tuerca, descubrimos que no todo está perdido porque seguimos queriendo avanzar. Leer acompaña y despeja la mente ahuyentando a los demonios. Escribir rompe esa capa de lodo que no deja ver la luz.
Tinteros llenos de besos.

Afrontando la lesión medular dijo...

he conocoido a una mujer que perdió igualmente una niña de dos años (se cayó por la balcón) y se ha tatuado en el hombro un ángel en homenaje a ella y por el simbolismo de que siempre será su ángel que la guiará y protegerá.

Es verdad que es difícil escribir sin mostra algo de uno.

Un interesante análisis el tuyo, Betty. ¡Me pido un tintero de besos!.

Anónimo dijo...

Si compartan esos libros y si los puedo bajar en línea mucho mejor, porque no puedo ir hasta España por ello, así que agradaceré su valiosa ayuda.

Adry

Afrontando la lesión medular dijo...

Ya te digo si hay algún modo de poder enviártelo en formato PDF. Adry.