Aún partiendo de una buena salud física previa a la lesión, ochenta años no dejan de ser ochenta años por lo que aquellos lesionados que habían envejecido bien, al contraer la lesión van a envejecer de golpe. Con suerte, algunos de ellos tenían pareja antes de la lesión, pareja a la que algunos/as de ellos/as, "cuidaban". Invertir los roles no es fácil y los compañeros/as se van a ver sobrepasados.
Asimismo, el esfuerzo que supone la rehabilitación física para la mayor recuperación funcional, no es posible en muchos casos.
Además, el deterioro cognitivo asociado a la edad se precipita.
La incertidumbre, los miedos, la pérdida de fuerza, energía, la escasez de medios económicos, la falta de un soporte familiar y la ausencia de intereses y alicientes son, entre otras, las cuestiones que mas salen a relucir en las Terapias.
En el Grupo de mayores que dirijo, una de las preocupaciones más expresadas es su lugar de destino al alta. Muchos tendrán que ingresar en un dispositivo asistencial asistido
Como vemos, un gran reto afrontar la lesión a los ochenta y más.
Las publicaciones deberían de irse adaptando en los tiempos que corren, así la Revista Sesenta y Más, debería de llamarse "Ochenta y más".
Muchos de estos lesionados asisten a una pérdida de intereses y no tienen capacidad de reacción de modo que muchas de las publicaciones existentes en el mercado, publicaciones que han proliferado cada vez más en los últimos años, no serán sus libros de cabecera.
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