miércoles, 29 de julio de 2015

Recolectores de felicidad : Sobre la vejez y sus bondades (III)







Me envía mi amigo Ramon Bayes este enlace tan sugerente que no he podido evitar compartirlo

con los seguidores de este blog


Todos los hombres y mujeres envejecen. Esta afirmación, pese a ser absurda por evidente y por conocida, parece haberse olvidado (u obviado) por completo en esta sociedad. El trato que el mundo actual dispensa a los ancianos dista mucho del respeto que merece toda una vida de experiencia y conocimiento. El hacinamiento y la soledad a la que se ven abandonados muchos mayores es una metáfora más de la importancia que tiene la vida humana y el paso del tiempo, desplazado por el siempre joven, siempre en movimiento.
A todos los hombres y mujeres les gusta sentirse útiles. Y una iniciativa puesta en marcha en Seattle ha dado a los ancianos un papel destacado en la sociedad, un rol trascendente como el que merecen. La residencia de Mount St. Vincent acoge a cerca de 400 ancianos y, además, aloja una escuela de preescolar. De esta forma, los ancianos son parte activa de la educación de los niños, siempre bajo la supervisión de los responsables del centro.



Leer más: http://www.lavanguardia.com/vida/20150621/54432436598/ninos-ancianos-residencia-guarderia.html#ixzz3gokuPKjL



Los niños llegan curiosos al centro. Tocan las manos arrugadas de los ancianos, observan pasmados las sillas de ruedas y los andadores, pintan y dibujan para ellos, ríen con sus historias, con sus cantos, con sus cuentos. Los ancianos, por su parte, dibujan una sonrisa gigantesca en sus rostros, bailan para ellos, se disfrazan, les hacen reír, y hasta aquellos cuya movilidad esta más reducida pueden disfrutar vigilándolos en el parque. Las visitas siempre acaban con un “volved cuando queráis” de los más mayores y con ganas de repetir día tras día la experiencia los más pequeños



Para cerrar esta Entrada dejo estas reflexiones de Rosa Regás 

"Nos cuesta aceptar la edad, nos damos cuenta de que el tiempo pasa, de que los días se van, y aunque parezca que queremos engañarnos y que nos escondemos los años que cargamos, no siempre es así, lo que ocurre es que la mayoría de nosotros se siente más o menos igual que hace diez, veinte o incluso treinta años. De tal manera que cuando vemos alguien que tiene la misma edad que nosotros no podemos menos que preguntarnos ¿Yo soy así, tan mayor? ¿a mí también se me nota la edad?. (el destacado en azul es mío)



Tal vez esto solo nos ocurra a quienes pretendemos ir por la vida con el mismo aire decidido de nuestro quince o veinte años, probablemente  con la excusa de que tal actitud engañe al tiempo y el tiempo no pase o al menos se ralentice. Porque por más que nos resistamos, la edad nos vence".



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bonita entrada. Es maravilloso ver que los niños pueden disfrutar de la compañía de personas que están en plena vejentud (así digo yo).

Ojalá que este tipo de cosas se hicieran en todos los países. Sin duda debemos inculcar en nuestros niños el amor y apreció por ellos porque al final todos tarde o temprano llegaremos ahí.

Adry

Afrontando la lesión medular dijo...

Buen vocablo vejentud". Ya que se ha invertido la pirámide de población y la tendencia al alza es que la esperanza de vida siga aumentando, habrá que pensar en cómo tratar a nuestros mayores y aprovechar sus enseñanzas.

Gracias, Adry.