¡Quién no ha escrito un Diario en su vida!. Escribir diarios creo que está más asociado al sexo femenino. De hecho, los diarios confeccionados y comercializados con tal fin suelen estar enfocados a las "niñas" o a las "chicas", llenos de corazoncitos y esas pijaditas. Eso no impide que haya muchos hombres, famosos o no tan famosos, que hayan recogido sus impresiones diarias en algún tipo de cuaderno.
Hay diferentes tipos de diarios, hay diarios más íntimos o personales, diarios de viajes, cuadernos de bitácotra, entre otros.
Hay muchos personajes famosos (escritores, artistas, poetas, historiadores, presidentes) que nos dejaron sus diarios. Uno de los Diarios más conocidos y que ha dado la vuelta al mundo es el "Diario de Ana Frank".
"El diario es como otra máscara, quizá más cercana a la piel, quizá más sincera, quizá menos tocada por la vanidad o por la obligación de la escritura perfecta, pero máscara al fín y al cabo, un ejercicio de escritura que complementa otros fragmentos de la obra".(*)
Algunos escritores llegaron a escribir diariamente. Es el caso de Tomas Mann (ver Diarios) que llegó a escribir a diario durante treinta y siete años.
Esta introducción que hago al tema es porque cada vez son más los lesionados medulares que, durante o después de su rehabilitación, han decidido escribir un "diario de los acontecimientos vividos y de las sensaciones percibidas". Hace unos días, sin ir más lejos, me dejó Rafael, un expaciente, sus notas personales, durante la hospitalización y tras el alta, de las que voy a dejar aquí lo más reseñable debido a su extensión. En los próximos Posts iré intercalando más fragmentos aprovechando el tema que corresponda tratar.
Me consta que en estos momentos hay alguna paciente ingresada que está confeccionando junto a su padre un "diario de los acontecimientos y del proceso rehabilitador desde que contrajera su lesión". Asimismo, hay un familiar que también escribe a diario sobre lo que esta nueva experiencia le está representando.
Diario de Rafa
Rafael escribió en 2011 un texto minucioso en el que hace referencia a los primeros comienzos cuando la enfermedad da la cara, la cirugía y hospitalización en Madrid, su llegada a Toledo, el proceso rehabilitador y las primeras salidas.Todo ello acompañado de las sensaciones percibidas con claridad meridiana. Un texto revelador sobre el acontecer de una lesión medular. El "Diario Íntimo inconfesable de un lesionado medular".
La llegada al Hospital y la Rehabilitación
"Llegué a Toledo, un Hospital vetusto y antiguo. Fui explorado por mi Médico Rehabilitador. Nadie se mojaba en cuanto a mis posibilidades de recuperación. En los primeros meses del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, rebosaba optimismo, estaba convencido de que me iba a recuperar, me lo había dicho el neurocirujano, ¡qué coño!, era el mismo neurocirujano que había operado a Seve Ballesteros.
El paso de la cama a la silla ¡caray!, fue horroroso, fue la primera vez que me di cuenta que las piernas no servían para nada... pero yo seguía pensando que iba a recuperarme.
La Rehabilitación iba más lenta de lo que yo pensaba pero fui progresando poco a poco aunque con gran esfuerzo por mi parte, con tesón y constancia y muy animado por mi fisioterapeuta. Había optimismo y el fisio sonreía y yo sonreía y encima era capaz de transmitir ese optimismo a mi familia".
Las visitas
"Todo el mundo quería visitarme. Tuve que organizar las visitas en una especie de cuadrante, con turnos de mañana y tarde. Por Toledo pasaron más de ciento cincuenta personas entre amigos y "conocidos". En mi trabajo terminaron llamándome el "oráculo" porque todos venían a contarme sus penas y que yo les aconsejara.
Cuando se iban mis amigos tras la visita y me quedaba solo, me enfrentaba a mi rostro en el espejo y en la soledad de la habitación, me enfrentaba a mi enfermedad, lloraba de rabia, tenía mucha adrenalina que sacar aggggggg, todavía me quedaba mucha adrenalina dentro".
Las primeras salidas
"Venir a Madrid era un placer pero el domingo era un día muy duro porque debía regresar al Hospital. Aprovechaba el tiempo a tope. Salí a cenar y tuve problemas con el control de esfínteres, literalmente, me cagué en los pantalones dos veces. Llevaba pañal y desprendía un olor muy fuerte, pero no quería pedir a mis amigos que me llevaran a casa, ellos lo entendían y querían disfrutar de mi presencia, luego tocaba llegar a casa y limpiarme.... Las primeras veces me echaba una mano mi madre pero después ya fui capaz de hacerlo yo solo.
Recuerdo el primer día que volví a dormir con Madi, mi amiga, tenía mi autoestima por los suelos, llevaba pañal y también una sonda vesical permanente, pero hicimos el amor o algo parecido. No estaba dentro de mis planes pero fue muy bonito, lo recuerdo con añoranza".
Continuará......
(*) Extraído de : "De el Diario íntimo a la bitácora digital" (Rodrigo Pinto, Santiago de Chile)