viernes, 26 de agosto de 2022

Palabras escritas con un punzón (V)

 

Madre, na más una

Mi relación con mi familia, casi desde pequeño, nunca fue ejemplar, me atrevería a decir, que ni siquiera buena. Teniendo ganado ( vacas y cabras) y trabajando en el campo casi todos, lo más lógico, es que ayudara a las tareas de la casa. Pero nada, me escaqueaba todo lo posible, me llevaba días, incluso semanas, sin aparecer por casa, solo aparecía para poner la mano. Incluso, no me hablaba con mi hermano el mayor.

Para que os hagáis una idea, cuando tuve el accidente, la primera persona, que pedí que me visitara, al entrar en UCI, fue mi hermano con el que no me hablaba.

Pienso que para la familia es aún más impactante la lesión que para el que está lesionado. Ellos se enteran antes de qué tipo de lesión tienes, y sus consecuencias.

Tiene que ser difícil escuchar : su hijo, su hermano, es complicado de que vuelva a andar. Además, dónde se lo dijeron a ellos, seguro que se lo dijeron de sopetón, sin ninguna ayuda psicológica. Apostaría que fue así. Reitero, muy duro, para ellos.

A mi modo de pensar, a quien más afecta es a tu familia más directa (padres y hermanos). A los demás, no quiero decir que no les afecte, pero no es lo mismo, repito, a mi modo de ver las cosas.

Durante todo el tiempo que estuve ingresado, siempre alguno de ellos estuvo conmigo, y no faltaban a ninguna visita, tanto en UCI como en planta. Con el tiempo, me fueron explicando mi lesión, salí de UCI, sabiendo cuales eras las consecuencias, no sé a cual de ellos, le tocó decírmelo. Como dicen en el Hospital… “poco a poco”. A veces, debido a tanta familia que iba, podían estar solo cinco minutos conmigo cada uno.

Mientras estuve ingresado, era así, incluso cuando vine de vacaciones. Siempre tuve muchas visitas. Hay que tener en cuenta que el Hospital está a casi seiscientos kilómetros de donde vivimos.

Alguien del personal del Hospital de origen  les dijo una vez.... “Si queréis, podéis iros a casa. Cuando les haréis falta, será cuando le den el alta”. Esa persona debería tener un Nobel, era la cruda realidad.

Cuando me dieron el alta, cada vez venía menos familia, aunque no se lo reprocho a nadie, es algo normal, y que pasa siempre, creo.

La principal ayuda que tengo es de mi madre, algo casi sorprendente. Antes del accidente, no nos llevábamos bien. Ella es la que está conmigo las veinticuatro del día. Hace lo que en un hospital necesitan cuatro personas para hacerlo, por poner un ejemplo, solo para bañarme, o levantarme.

Se enfadaba bastante, cuando esperábamos a alguien para ayudarnos a levantarme y no aparecía y me tenía que quedar en cama. Aprendió a levantarme y acostarme ella sola. Hoy día, tenemos una grúa, que entonces no teníamos, pero dice, que es muy lenta y que le cuesta más trabajo que a mano. Nadie que la conoce, se explica cómo lo hace, yo no sé lo que peso, pero soy bastante alto, mido 1.85cm. Pone la silla, pegada a la cama, me levanta y hace lo mismo para acostarme.

Mis hermanas, cada una tiene su trabajo u ocupaciones. Mi padre tiene su entretenimiento…, casi siempre me levanta y me acuesta ella sola, todo eso dos veces al día.

En el Hospital de Toledo, una de las pocas veces que fuí de revisión, una de las enfermeras le puso el mote de “Supermami”. No se explican que un tetrapléjico, atendido solo por una persona, no tenga escaras, y esté tan bien en general.

Casi bien atendido, yo diría que me tiene mimado. No le gusta, o no quiere, que otros me ayuden en algo que ella puede. Para que os hagáis una idea, cuando están mis hermanas, casi no las deja que me toquen. No duerme si paso una noche fuera de casa, o no lo hace hasta que vuelvo, si llego de madrugada, porque he salido. Incluso, le cuesta que yo vaya solo a tomar café a diario, y me dé mis vueltecitas por aquí. No está tranquila hasta que no vuelvo. Es por lo único que discutimos, su dependencia hacia mi. Dependiente yo de ella, pues no voy a decir que no.

Como dice el titulo de este capítulo, "madre na más una", y añado, como una madre no hay nada.(Francisco Javier Peña Mateos)


NOTA : No puedo cerrar esta entrada si añadir unas fotos de María, su madre, y de ese patio lleno de flores que ella ha sabido compartir con las motos del hijo. Las imágenes lo dicen todo.







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Gracias, Fran, por compartir.

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