"Por una mirada un mundo, por una sonrisa, un cielo, por un beso, yo no se qué daría por un beso". G.A. Bécquer
Parece mentira que mucha gente tenga que llegar a adquirir una lesión medular para darse cuenta de la importancia de una mirada, una sonrisa, un beso, una caricia, etc. Caricias, miradas, abrazos, ¿no se os antojan?. Es como si ya estuviera demodé lo de mirarse a los ojos, darse la mano, acariciarse. Se hablaba en el Programa de Rehabilitación Psicosexual sobre la importancia de implementar todo este repertorio olvidado por parte de muchos. La lesión les ha hecho ver que para una gran mayoría la sexualidad está muy centrada en el coito y están desconsolados a falta del mismo, como si hubieran perdido su norte, sus referencias.
El pasado año hablé de relaciones sin miradas aludiendo a la falta de comunicación que existe a veces entre el médico y el paciente. Hoy quiero hablar de otra relación sin miradas para referirme a algunas relaciones de pareja en las que apenas hay miradas. Son relaciones en las que la comunicación, tanto la verbal como la no verbal, falla y en la que se intenta construir empezando la casa por el tejado. Es casi imposible pensar que esa relación funcione. Llama la atención que pierdan el tiempo en busca de orgasmos ¿qué entienden por orgasmos?. ¿Es posible tener orgasmos en ese contexto?
Como sugería un paciente ¿por qué no dejamos el coito a un lado y aprendemos una relación desde las caricias y el descubrimiento de otras áreas, juegos y zonas por explorar?.
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