viernes, 5 de abril de 2019

El paciente inquieto


No es la primera vez que traigo al blog a Marta Allué



Hoy traigo este otro libro de la autora ,"El paciente inquieto", que no he leído porque que descubro hoy a pesar de que hace años que se editó.

Estas páginas son un conjunto de observaciones y reflexiones sobre los procesos asistenciales relacionados con la salud, los ámbitos institucionales donde se producen y las interacciones entre los actores que participan: los profesionales, los pacientes, nuestras familias y nuestras redes sociales. En algunos de esos procesos, los pacientes inquietos son aquellos que tienen un interés casi profesional por su integridad física y emocional, y son protagonistas en este relato. Los pacientes inquietos se muestran atentos al espectáculo que se desarrolla en ese entorno y están dispuestos a participar de manera crítica en él. El guión versa sobre las actitudes y aptitudes de los actores, y sobre el funcionamiento de las instituciones, cuestiones que no forman parte ni del diagnóstico ni del tratamiento, pero a menudo determinan el pronóstico y, en consecuencia, la calidad de vida de todos los ciudadanos. 

El libro se divide en cuatro partes muy bien estructuradas: la primera nos habla de las Personas, no solo de los protagonistas receptores del cuidado, sino también de los cuidadores formales e informales, de su autocuidado, de sus decisiones e incluso de las visitas; en segundo lugar expone los Espacios, habla por supuesto del hospital, sus infraestructuras, sus barreras, su organización, etc., dentro del mismo hace alusión a dos áreas específicas como son el quirófano y la UCI y nos recuerda que el paciente no es un mueble al que podamos ignorar, lo público y lo privado, hasta nos habla de la televisión, la comida e incluso de las historias clínicas, internet y la web sin dejar puntada sin hilo. En una tercera parte titulada Aflicciones nos relata los daños colaterales, nos hace una comparación con las personas sentenciadas a muerte en el momento del procedimiento letal para hablarnos a colación del derecho a morir dignamente, de la limitación del esfuerzo terapéutico y del documento de voluntades anticipadas e incluso toca a los cuidadores y familiares como acompañantes en el proceso de morir. Por último nos narra lo que ella llama Efectos Secundarios: la pérdida de imagen, los costes, el buzón de sugerencias o el cojín de hablar, donde nos insiste en la necesidad de una comunicación activa como clave fundamental para el éxito del tratamiento.

No hay comentarios: