domingo, 11 de octubre de 2015

Se aprende a vivir con las secuelas



Me pasa mi amigo Ramon Bayés este Archivo del libro de Marta Allué que se ha vuelto a reeditar.


De Marta Allué ya he hablado en algunas ocasiones a propósito de algunos artículos suyos de interés. Es una mujer que ha vivido experiencias traumáticas en los demás y en sí misma. Desde su más tierna infancia convivió con un padre parapléjico y esto es lo que dice de sus vivencias:

"Nunca vi caminar a mi padre. Sufrió un accidente de tráfico cuando yo apenas había aprendido a hablar. De pequeña decía que papá tenía las piernas paradas y creía que todos los padres eran así "señores sentados". Vivió treinta años con su paraplejia".

Hasta que ella no contrae el accidente que la dejó con el cuerpo quemado en un ochenta por ciento, las cosas le habían siempre sucedido a los demás y ella ocupaba el papel de espectadora:

"Tardé tiempo en comprender que vivir no significaba necesariamente ocuparse de la salud de los demás, de curar y cuidar,sino de velar por el bienestar y el cariño de los míos".

Cierro con esta frase tan significativa con la que algunos de los seguidores se identificarán ya que no son pocos los que desearon o desean morir en la primera fase de la rehabilitación o cuando toman conciencia de la lesión y sus secuelas. Personas que pidieron ser desconectadas del respirador disfrutan hoy de la vida.

"Se me acabaron las fuerzas. Fue entonces cuando me dirigí a los que me rodeaban diciéndoles que como miembro de la Asociación Derecho a Morir Dignamente les rogaba que me durmieran para no sufrir y que, llegado el momento, desconectaran el respirador que me mantenía artificialmente con vida. Cerré los ojos y me abandoné para hundirme serenamente en un sueño del que no creí volver a despertar".


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