domingo, 28 de julio de 2013

Tender una mano, tender un puente



Hablaba hace tres días (ver Entrada :: "Pantalones de colores") de dos mujeres que se proporcionan apoyo enlazando su mano empáticamente cada vez que se ven.

Una de ellas, Ana, es la persona con más desconsuelo que he visto y a la que le cuesta esbozar una sonrisa. Porta consigo siempre un gesto de dolor pero tiene una gran corazón y es capaz de dar y, sin darse cuenta, recibe. Se interesa por los que padecen como ella. Lleva tan mal las secuelas derivadas de su lesión, el dolor  y el proceso de recuperación que cree que todo el mundo afronta de igual modo que ella. En cambio, la otra compañera, Blanca, a la que visita diariamente y tiende su mano, afectada por Parkinsons, terrible y cruel enfermedad, le enseña que la vida merece la pena ser vivida y apoya a Ana en su sufrimiento agradeciéndole, al tiempo, su interés y preocupación.

Dos enfoque en dos personas coetáneas, que conservan aún la pareja y que tienen un buen soporte familiar. Aquí es donde se muestra de nuevo cómo la personalidad previa a la lesión o enfermedad condiciona el afrontamiento de la misma y la búsqueda o no búsqueda activa de estrategias de resolución de problemas.

Observo que la apariencia nos confunde ya que tras la imagen de enfermedad, ancianidad, vejez y soledad, hay escondidas unas extraordinarios "valores y dones". Ayer oí una sentencia en boca de una mujer mayor, fuera del contexto hopitalario, que me dio por pensar : "la vejez es la peor lotería que me ha tocado". El caso es que la mujer , al menos por fuera, envejecía estupendamente. El problema es que no aceptamos la vejez como parte de un proceso evolutivo irremediable que muchos intentan frenar con todo tipo de ofertas engañosas en lugar de enseñar a las personas a saber envejecer.

Dejo un enlace que viene al caso http://www.forodeeducacion.com/numero10/022.pdf


7 comentarios:

Felipe dijo...

Es alentador ver los lazos que se establecen entre los lesionados medulares de este hospital. Se puede apreciar que la mayor parte de ellos conocen la lesión de los demás y que comparten miedos, alegrías, esperanzas y progresos como sí fuesen propios.
Se les ve sonreírse, saludarse, piropearse y animarse cuando de encuentran el los pasillos, en el comedor , en el jardín o en el gimnasio.
Se les nota que, a veces, prefieren hablar entre ellos a hacerlo con sus familiares, como si necesitaran demostrar y demostrárselo que pueden relacionarse por sí mismos, en un entrenamiento para el futuro de independencia y autonomía que esperan y desean.
Cuando paso por el jardín y les veo reunidos, mientras los familiares nos marchamos, siento que se ha establecido un vínculo entre ellos que creo perdurará. Y me alegro.
Me da la sensación que ellos han sido capaces de despiojarse de gran parte de la competitividad que tenemos muchos de los no lesionados. Y eso los hace más humanos.
Abrazos solidarios, aún toledanos.

Felipe dijo...

Fe de erratas
Evidentemente he pulsado dos teclas al mismo tiempo y me ha salido despiojarse por despiojarse. Lo siento

Afrontando la lesión medular dijo...

Hay un nuevo lenguaje no sólo del cuerpo sino también verbal y un nuevo estilo de comunicación relacionado con los nuevos valores que nacen. Se necesita situarse tras la lesión e ir asumiendo para que esto suceda. La familia es siempre necesaria pero más al principio cuando el lesionado aún está "verde" y presenta timidez de la lesión. Después, cuando ya tiene autonomía de algún tipo (porque mueve bien los brazos o porque le han proporcionado una silla de tracción eléctrica), inicia su destete familiar y le gusta reunirse con el resto de lesionados tomando distancia de la familia. Nadie como otro lesionado le entiende mejor. Nosotros, los "andantes" por mucha empatía que despleguemos no podemos estar a su "altura".

A mí también me alegra que el "Jardín" sea un buen lugar de encuentro.

Ya te queda poco, Felipe, para cambiar de Jardín.

Besos domingueros

"La Chica del Jardín" dijo...

Retomo los deberes, jajaja

Manuel, con la lesión, ha cambiado mucho, quizás tenga mucho que ver la nueva familia que hemos encontrado. Él siempre fue tímido y callado en público, y ahora, los que le conocéis os encontráis al Manuel privado, dicharachero, simpático, con muy buen humor, cabezota... Creo que la lesión ha potenciado su yo interno y le ha hecho mucho más fuerte en el duro camino que se le ha venido encima.

El Jardín... ¡qué queréis que yo diga! No sólo los lesionados encuentran apoyo y calor de los demás, los familiares también hemos encontrado cariño, sosiego, apoyo, consuelo... Esta GRAN FAMILIA nos ayuda a vivir mejor y afrontar la situación con alegría y una buena y gran SONRISA

Besos toledanos familiares...

Afrontando la lesión medular dijo...

Hay quien piensa que los cambios tras la lesión tiene que ser por fuerza a peor pero ya vemos cómo encontramos modelos como el de Manuel en el que la lesión (ojalá y que no hubiera sucedido) vini para bien o, al menos, sacó lo mejor de ella.

Anónimo dijo...

Creo que a veces el conocer a personas con problemas similiares siempre ayuda.

En el caso de mi amigo, no fue así, el nunca estuvo con otros lesionados en el hospital, entonces eso hace que pensemos que no hay mas como nosotros o con el mismo problema.

Alguna vez lei en una entrada que aunque se tenga una lesión, no significa que se pase por lo mismo, así que el convivir entre ellos, supongo que hace que esos lazos se den y sean estrecha.

Tal vez si mi amigo tuviera una conviviencia así,creo que le ayudaría mucho para darse cuenta que aun puede disfrutar la vida.

Adry

Afrontando la lesión medular dijo...

Compartir enriquece y si lo que une es lo mismo ayuda a relativizar el problema de uno. Los grupos aportan mucho a su miembros. Siento, Adry, que tu amigo no pueda vivir una experiencia similar pues sin duda le ayudaría.