sábado, 1 de febrero de 2014

Tócame otra vez : Revivir el deseo sexual





"Somos biografías inacabadas que nacemos y nos rehacemos constantemente"
                                                                                         Miguel Costa

En una sociedad en la que el deseo, entre otras cosas, está en crisis, puede sentirse afortunado el lesionado medular porque es esta fase de la respuesta sexual. la del deseo, la que no consigue "lesionar" la lesión medular.
Este libro conducido por dos buenos especialistas puede ser una buena guía donde bucear descubriendo en las profundidades del cuerpo y del alma.

Vamos tan deprisa en una sociedad que va a mil por hora donde no parece tener cabida la sensualidad, la pasión y la ternura,

Dicen los autores : 

"Es necesario volver a sentirse sexualmente vivo"
"Sentirse deseado es fundamental para recuperar el deseo sexual"
"Los errores pasados condicionan pero no nos determinan"
"La mejor opción para volver a sentir : probar una vez y otra vez más"

Es cierto que en la primera fase de la rehabilitación tras la lesión medular, el deseo sexual se ve parcialmente inhibido o hipoactivo debido a varias razones entre las que se encuentran la deprivación del mismo debido a efectos secundarios de algunos fármacos, como los psicofármacos y a que el lesionado se encuentra más centrado en la recuperación de otras funciones más relevantes o prioritarias en el comienzo. Asimismo, el shock emocional o impacto tras la lesión no permite al lesionado ocuparse de su sexualidad en los comienzos.

Por suerte, el lesionado, que sigue siendo una persona sexuada, recuperará "poco a poco" su apetito sexual. El deseo estará ahí esperando a ser expresado cuando se hayan ido resolviendo el resto de necesidades el lesionado.

Así pues, los lesionados juegan con ventaja al poder hacer uso de este tesoro que no está perdido sino solo dormido. Es más fácil que lo mime como un valor y lo coloque en el lugar que le corresponde.

4 comentarios:

ANTONIO dijo...

Para mí, el sexo antes de la lesión era quizá demasiado importante, le daba un peso que con el tiempo he descubierto que no tenía. Cuando me dí cuenta de que no sentía nada, solo dolor y un ejército infinito de hormigas que no paran nunca, me derrumbé y una de las cosas a las que más importancia le dí fue al sexo. No era un hombre, me repetía. Es un tema que aún me cuesta afrontar, pero he vuelto a aprender a disfrutarlo, de otra forma completamente distinta, pero mucho más dulce.
Al principio no queremos ni pensarlo, de hecho, y pese a las charlas en el hospital con sexólogos y demás creo que hasta que no empiezas a encajar la situación y empiezas a "vivir de nuevo" como lesionado, no sientes ese "deseo". Es cuestión de tiempo!

Afrontando la lesión medular dijo...

Totalmente de acuerdo con tu comentario. Gracias una vez más, Antonio.

Betty dijo...

El cine nos ha convencido de que el deseo sexual es ese ansia con el que los actores se devoran mutuamente antes de lograr entrar en casa. Eso esta bien para algún momento puntual, no digo yo que no, pero creo que el deseo sexual es más «deseo» cuando es más ceremonioso. La piel rodea todo el cuerpo y no es difícil aprender a escucharla, observar como se comporta ante ciertos estímulos. También dicen que la monotonía mata el deseo. Las personas con l.m. están obligadas a experimentar cambios, tienen que modificar muchas de sus costumbres para adaptarse a la nueva situación. Sigo pensando que el problema se puede convertir en una oportunidad de mejora, donde la satisfacción puede llegar incluso a ser superior. Paciencia y perseverancia (cualidades potenciadas por la l.m.) son cualidades inherentes al arte de la seducción, ¿por qué no aprovecharlas? Hay que Innovar para alcanzar la felicidad desde cualquier ámbito de la vida.
Mil besos.

Afrontando la lesión medular dijo...

Ya decía una paciente el pasado jueves que si antes le gustaba que la acariciaran el pelo, ahora es un elemento aún más sensual.

Las partes sensibles se hacen más sensibles tras la lesión porque se hace mejor "uso" de ellas y se aprende a sentir lo que no se sentía por desuso.

Está claro, Betty, que hay que aprovechar esa oportunidad y mejorar la comunicación corporal.