lunes, 3 de septiembre de 2018

Saber esperar y no desesperar

Me pasan esta mañana esta referencia de Andrea Köhler , "El tiempo regalado, un ensayo sobre la espera" y me ha parecido tan interesante que la he querido compartir con los seguidores del blog que tanto saben de esperas 


- de información
- de pronósticos
- de tratamientos
- de evolución de la lesión-enfermedad

La vida está tejida por un hilo continuo de acontecimientos y esperas. «Esperar es una lata» –reza la primera frase del libro–, pero esperar es inevitable; es algo que hacemos constantemente: esperamos a que cese el dolor, a que nos respondan, a que se cumpla una promesa o a que estalle la risa después de un chiste; aguardamos en la consulta del médico, en la cola del supermercado o en la estación de ferrocarril.
Los ineludibles momentos de espera nos permiten valorar nuestro pasado pero también configurar el futuro. No hay crecimiento ni auténtico desarrollo sin espera, la recompensa exige siempre cierto retraso, la gratificación inmediata termina por dejarnos insatisfechos. En este ensayo literario, Andrea Köhler recorre pasajes clave de distintas obras del pensamiento y la literatura occidentales para hacernos ver que la espera es, seguramente, la más fundamental de las vivencias humanas. «Sin pretender ser un estudio filosófico de la pausa, este libro se escribe con la esperanza de poder señalar lo gratificante de la lentitud y la espera.»

http://www.librosdelasteroide.com/-el-tiempo-regalado-un-ensayo-sobre

La espera

Köhler, que escribe sobre cultura en el periódico suizo Neue Sürcher Seit­tung, y que en el 2003 re­cibió el premio Berlín de Crítica Literaria, nos enfrenta en su breve ensayo El tiempo regalado (Libros del Asteroide), que ya va por la cuarta edición, a las inevitables esperas que componen nuestra vida: esperamos que pase el dolor, esperamos que nos atiendan, esperamos que alguien llegue, esperamos el autobús... Esperamos y esperamos, y no nos gusta nada porque ese tiempo suspendido nos recuerda lo efímero de la vida. De la mano de Nietzsche, Kafka, Proust, Barthes, Beckett, Nabokov o Borges, la autora muestra como la espera, ese lapso de tiempo, es una vivencia humana esencial que es mejor afrontar que distraer.


A nadie le gusta esperar...
Porque la espera es un estado en el que el tiempo contiene el aliento para recordarnos la muerte.
Carpe diem.
Podemos engañarnos repitiéndolo: vive el momento, pero en realidad se trata de memento mori (recuerda que vas a morir), y nada como la espera nos lo recuerda.
¿Los lapsos de tiempo?
Sí, ese tiempo entre cosas, entre hechos, ese tiempo indefinido de espera que tanto nos aterra: Queremos que desaparezca.
Pues esos entretiempos abundan.
Cierto, la vida está hecha de continuas esperas inevitables, esperamos al otro, esperamos en el andén o en el atasco...
Esperamos una llamada...
Esperamos un diagnóstico, esperamos que cese el dolor, que llegue el fin de semana, que el sueño, esa pausa misteriosa, nos venza...
Esperar, ¿es algo más que un desperdicio de tiempo?
Esa concepción del tiempo como desperdicio es el mal de nuestro tiempo, y nos ha llevado a la abundancia de la falta de tiempo. La modernidad es un proceso de acortamiento de los tiempos de espera, eso busca la técnica: eliminar los intervalos entre tiempos y espacios.
No puede haber hueco.
Vivimos bajo la divisa de “el tiempo es oro”, que engendra la paradoja de que con cada ahorro de tiempo crece la falta de tiempo.
Las distancias se han reducido y la comunicación es inmediata.
Y al mismo tiempo crece la fila de los que esperan y los tiempos muertos. El “espere, por favor” es con diferencia lo que más oímos, y eleva la paciencia a virtud principal en nuestra sociedad de servicios.
¿Qué nos provoca la mansa espera?
Nos hace más impacientes todavía de lo que somos por naturaleza. No queremos esperar, porque la espera es una experiencia existencial muy angustiosa.
Nace con nosotros.
Sí, nacemos dependientes, esperamos que nos cuiden, nos alimenten, nos consuelen...
¿Hay esperas agradables?
Yo quiero descargar la espera de angustia, entender esos tiempos como regalados. Pero la promesa del paraíso nos impulsa a querer tenerlo todo, ya.
¿Estar en la cola del súper es un regalo?
Esa es la idea. Antes se entretenía la espera fumando, ahora tenemos el móvil. Pero si no somos conscientes de que continuamente llenamos los tiempos de espera, la vida se nos llena de tonterías. Ocurre lo contrario de lo que pensamos.
¿Qué ocurre?
Creemos que estamos ganando tiempo, pero en realidad huyendo de esos lapsos lo estamos perdiendo. Ocurre lo mismo con las máquinas que nos atienden por teléfono, para despachar billetes o para pagar la compra, pretenden ganar tiempo y consiguen lo contrario.
Son un obstáculo.
Sí, maquinas creadoras de momentos frustrantes, como la burocracia que tan bien retrató Kafka, esa espera en la que el otro tiene el poder sobre el que espera. Pero hay lapsos que podemos reconvertir en momentos luminosos.
¿A usted le gustan los lapsos?
Dele otro nombre: me encantan las transiciones, los intermedios, ese intervalo en el que las cosas aún son inciertas. Adoro la hora azul que promete la cercanía de la noche.
Solo cuando vamos a por ella...
¿Conoce a alguien que se haya aburrido de las puestas de sol?
Tampoco conozco a nadie que se divierta en una sala de espera.
Porque no sabemos saborear los intervalos. El que sabe esperar, sabe lo que significa vivir en el condicional.
Entonces, ¿pretende que saboreemos lo gratificante de la espera?
Sí, porque nos da profundidad. El aburrimiento es el primer peldaño de la creatividad, lo necesitamos. cada vez observamos menos.
Observar es dejarse sorprender.
Hay una riqueza en el estar, ahí habitan la intuición, la inspiración, el instinto. Pero vivimos absorbidos en la tecnología y perdemos vida. No hay nada más deprimente que ver a un par de amigos o una pareja en un bar cada uno inmerso en su móvil.
En la vida hay muchos tipos de espera.
Sí, y esos tipos de espera no solo componen nuestra vida sino que también la definen.
¿Y cuál es para usted la mejor manera de vivirlos?
Sin intentar llenarlos con nada. Aceptando que nuestra vida es a la vez presencia y espera. Abrazando la incertidumbre.
De eso va el juego.
Lo bonito es que solo en ese momento de incerteza existe la posibilidad de que se produzca lo inesperado.
Puede ser bueno o malo...
Cada uno de nosotros somos los custodios de nuestro propio abatimiento o serenidad.
¿Es la única elección?
La vida tocada por la muerte es la conciencia del tiempo. Hay quién la considera insoportable y busca refugio contra el tiempo y la espera, en el sexo, en el trabajo, en la droga, en el arrebato místico..., y hay quién busca la serenidad en el propio transcurrir.

https://www.lavanguardia.com/lacontra/20180831/451542960872/solo-en-la-incertidumbre-existe-la-posibilidad-de-lo-inesperado.html

2 comentarios:

Elenabombera dijo...

Me gusta que saques este tema...siempre digo que adquirí la paciencia que nunca habia tenido en Toledo.. y por fin he conseguido que las esperas no me desesperen.. ademas es cierto que me dedico en estos intervalos de tiempo a obsevar... y os aseguro que me entretengo !!

Afrontando la lesión medular dijo...

La observación es un buen ejercicio. Creo que se aprende mucho observando igual que escuchando.

Ya sabes que entre los muchos nombres con los que bautizan al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo está el de "El Hospital del poco a poco" y el del "El Hospital de la Paciencia".