lunes, 1 de marzo de 2021

Nunca es tarde para amar

El arte de amar de Erich Fromm fue uno de esos libros de mi juventud de los que extraje buenas enseñanzas. 

La obra de Erich Fromm nos enseña a amar, a ser libres, a no aceptar que otros decidan por nosotros, a reivindicar nuestro derecho a ser diferentes.

Hoy quiero compartir con vosotros algunas reflexiones de esta columna de El Cultural que me han enviado.

Amar significa incorporar otra vida a nuestra existencia, fundir la carne y el corazón, dilatar nuestra experiencia, ser dos sin renunciar a nuestra identidad. 

El amor no consiste en encerrarse en una burbuja con la persona amada, sino en abrirse al mundo y al conocimiento. 

Amar implica arriesgarse, abandonando la seguridad que nos proporciona la rutina. “El amor es un arte”, no una transacción. 

El verdadero amor no consiste en ser amado, sino en amar. Y no debe confundirse con el “enamoramiento” o fascinación que nos produce una persona física y socialmente atractiva. En la sociedad de consumo, se tiende a mercantilizar las relaciones sociales y sentimentales. 

Amar no es poseer un objeto, sino adentrarse en la intimidad de otra persona, sin expectativas irracionales que conducirían inevitablemente al fracaso.

Amar no es enredarse en un frenesí sexual irreflexivo, sino caminar hacia la unión interpersonal: “El sexo sin amor sólo alivia el abismo que existe entre dos seres humanos de forma momentánea”. 

El amor no es sumisión ni dominancia, sino libertad y autonomía. No debe confundirse con la dependencia, pues en “el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos”.

 El “amor maduro” se plasma en una pareja cuando cada uno conserva “la propia integridad, la propia individualidad”. Si nos aman de verdad, respetarán nuestra forma de ser. 

Amar es fundamentalmente dar, no pedir o exigir. “En el acto mismo de dar, experimento mi fuerza, mi riqueza, mi poder. Tal experiencia de vitalidad y potencia exaltadas me llena de dicha”. 

El amor es una forma de crecimiento personal que nos hace más humanos y solidarios: “La persona que ama, responde”. Se siente tan responsable de los otros como de su propio bienestar. 

El “amor maduro” nunca es posesividad: “Si amo a otra persona, me siento uno con ella, pero con ella tal cual es, no como yo necesito que sea”.

El amor erótico también es una experiencia de unión. Fromm no cree que la ternura sea una sublimación del amor físico, sino una consecuencia directa de experimentar la cercanía de otra persona, el tacto de su piel y la proximidad de su mirada. 

“Amar a alguien no es simplemente un sentimiento poderoso. Es una decisión, un juicio, una promesa”. Fromm cree en el amor eterno. Cuando dos personas empiezan a amarse, sueñan con una relación para siempre

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