domingo, 16 de mayo de 2021

Enfermar para descubrir, enfermar para disfrutar

Me descubre Juan Mª Josa, uno de nuestros seguidores, este libro de Pia Pera, una escritora para mi desconocida a la que le fue diagnosticada una ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) y que falleció en 2016.

A pesar del anuncio de una enfermedad degenerativa encontró la felicidad. Tras pasar media vida buscándola fuera, allí estaba, ¡delante de sus narices!, a tres metros del comedor: un jardín y un huerto.

Vivirá, pero por un tiempo medido. Condenada a una inmovilidad progresiva, descubre una hermosa y vivificante verdad: que tanto ella como las plantas de su amado jardín están fijadas a la tierra. La inmovilidad se convierte en una vivencia común. La imagen es bella y fuerte, y ofrece un sentido muy poderoso de la supervivencia y, sobre todo, carga de valor germinativo su existencia y, naturalmente, su escritura.

  “Es precioso estar sentada al aire libre y limitarse a mirar. Todo es exactamente tal y como debe ser. Nada chirría”.



“No cabe duda de que ya no soy atractiva a ojos ajenos; sin embargo, ahora me siento más vinculada interiormente que nunca a una especie de belleza y armonía impalpables. Una belleza que va revelándose, mientras me apago, a medida que se extingue la presunción del yo, el apego por el mundo. Me siento reabsorbida por algo más amplio que yo”.

He tenido que enfermar para descubrir que, en el fondo, dar indicaciones es más gratificante que la agotadora autosuficiencia. Antes me imponía hacerlo todo sin ayuda, por puro puritanismo”.




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