jueves, 19 de abril de 2012

El papel de la familia (II) : "Los otros orfidales"

Me llamó la atención una expresión que usó la mujer de un paciente para hacer alusión al apoyo que recibía por parte de su familia de origen (hermanos/as y cuñadas/os, especialmente), decía :"Ellos son mis orfidales". Lo que realmente quería decir es que no precisaba tratamiento psicofarmacológico para mitigar el estado de ánimo depresivo o la ansiedad porque el "calor y apoyo familiar" le era más que suficiente y era lo que "tiraba de ella" en la situación tan adversa en la que se encontraba.

Ya he hablado en otra entrada (Cuidadores o Familiares) del papel que juega la familia en la rehabilitación del lesionado medular y en el modo que éste afronte las secuelas derivadas de la lesión.

También comenté, recientemente, en otra entrada (Cuando se irán las visitas) que al final del proceso y con el tiempo, los que quedan son los lazos verdaderos.

Los familiares se quejan, con frecuencia, de esos "apoyos de cumplido" que les rodean. Son los que emiten frases del tipo : Si me necesitas, llámame", o "Ya sabes donde estoy, si me necesitas", pero que parecen no estar disponibles cuando verdaderamente se los necesita. Son "apoyos del quedar bien" o de "hacer la visita" pero no de sustituir, con la responsabilidad y la asunción de tareas, para que el familiar, que está al pie del cañón y sufre el desgaste cotidiano, se tome un respiro.

Hay "familiares de cuadrante o calendario". La expresión del "cuadrante" se la oí a una familia en la que los hermanos habían elaborado un "cuadrante" para cubrir el apoyo durante la larga enfermedad del padre (que luego falleció) y, sin apenas respiro, surge la lesión medular de un hermano y, a día de hoy, continúan turnándose conforme al mismo cuadrante.

Hasta que no sucede algo así ni el l.m. ni su familia, saben realmente con quien cuentan y quiénes son sus familiares y amigos incondicionales.

Hay otros pacientes a los que la lesión les une. Me comentaba, sin ir más lejos, esta semana, una paciente que había recuperado a su hijo, con el que había perdido el contacto hace más de dos años, gracias o a raíz de la lesión. Parece que es acertado el refrán : "no hay mal que por bien no venga".

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