Ya he tratado en el libro y en el blog que no tiene la misma repercusión nacer con una "discapacidad" que el hecho de que irrumpa, de repente, en la edad adulta.
Comentaba una paciente con una enfermedad congénita que el trauma, a su juicio, es mayor para las personas en las que la enfermedad o diversidad irrumpe de forma brusca en sus vidas. Continuaba diciendo, que el nacer con ello facilita, por un lado, el asumirlo como un proceso natural en el que no hay un antes y un después, pero, de otro lado, priva a la persona de oportunidades de crecimiento personal o de optar a una pareja, entre otros.
Si a esto le sumamos el hecho de ser mujer, el handicap se duplica. Son muchas las mujeres con diferentes handicaps "visibles"que han vivido en primera persona el no sentirse deseadas o queridas (ver Documentos TV "Almas con sexo"). Este documento es de gran valor porque hace un seguimiento de varias personas, con diferentes handicaps, desde la infancia a la vida adulta.
En el caso de la silla de ruedas, ésta se interpone, en muchos casos, como un obstáculo o barrera para la integración social.
No todas las personas, no obstante, opinan lo mismo que la mujer que comentaba al inicio de esta entrada. Varios adolescentes con los que debatí sobre este tema en una Terapia de Grupo venían a concluir que aunque era más difícil el cambio al contraer la lesión de repente y a su edad, preferían haber tenido la ocasión de haber disfrutado antes de que "les cortaran los vuelos". Parece que encaja aquí la expresión : "Que les quiten lo bailao".
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