lunes, 14 de enero de 2013

"Ráscame la espalda, acaríciame el pelo"


"Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente tu pelo mientras nos besamos, como si tuviéramos la boca llena de flores.........."
                                              
                      Julio Cortázar, Rayuela

La frase que introduce esta entrada podría ser pronunciada por cualquier persona en el contexto de una relación amorosa. Parece no tener mayor trascendencia salvo que se enmarque en el contexto de relaciones en las que estos repertorios quedan excluídos del juego amoroso por considerarse poco "sexuales" y alejados de las prácticas genitales al uso.

Es frecuente que las mujeres expresen satisfacción cuando se les acaricia el pelo pero es poco demandado  por parte de los varones a los que determinadas expresiones de caríño-afecto les parecen ridículas o les provocan la risa (estimular el cuello, los lóbulos de las orejas, los pezones o acariciar el pelo).

Este juego de palabras es el intercambio que un varón con l.m. lleva a cabo con su pareja después de que éste la haya satisfecho y conducido al orgasmo. El hecho de no hallar placer a nivel genital, lleva a los varones con l.m. a la puesta en marcha de otros recursos. Es un repertorio que suele, en condiciones "normales", ser más utilizado pr las mujeres y al que a los varones, en términos generales, les cuesta más adaptarse. Algunas mujeres se retraen un poco y evitan la relación amorosa por miedo a que sus compañeros se sientan mal al no poder disfrutar como antes pero esto lo único que hace es empeorar las cosas y alejarlos e ir perdiendo el interés por el sexo.

Si la sensibilidad está ausente por debajo del nivel lesional, habrá que potenciar las zonas no afectadas sin abandonar, al tiempo, las caricias en las zonas comprometidas para integrar en un todo las partes y las zonas con y sin sensibilidad.

Se suelen oír expresiones del tipo : "Lo hicimos ayer" o "Hace mucho que no lo hacemos" o, de momento, "Hemos dejado de hacer el amor", o como si no se pudiera amar sin la competencia de los genitales o como si todo el mundo hiciera lo mismo, con lo mismo y del mismo modo y se tuviera que sobreentender.


Programa tras Programa de Rehabilitación Psicosexual, vengo observando lo difícil que le resulta al l.m. varón,"sentir sin sentir". Hay una tendencia a abandonar la actividad por no sentir como antes. Incorporar cambios, me consta, no es fácil. Hay que dar tiempo, hablar de lo que a cada cual le suponen los cambios y las pérdidas e iniciar juntos un nuevo camino y explorar.


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