domingo, 10 de marzo de 2013

"Algo se muere en el alma cuando un amigo se va"

Es tiempo de despedidas en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. En torno a los períodos vacacionales se da el "Alta" a muchos pacientes. Ellos dicen, coloquial y sentidamente, que los "echamos"

Yo siempre acostumbro a decir que el alta "es un salto en el vació". Por remonedamos tanto las saludad previas que denominamos de "preadaptación" para irse familiarizando con la situación al alta.

He dedicado varias Entradas a abordar este tema debido a la importancia (ver "Vivir en una burbuja", "Un Mundo feliz"). También, los que me conocéis, sabéis que suelo decir que el alta la preparo desde el día del ingreso dada la relevancia que este momento tiene.

Los pacientes ingresados se molestan cuando intuyen que pensamos que se "aferran" al Hospital porque en nigún sitio se va a estar cómo en casa. No es ese aspecto el que se pone en cuestión sino el hecho de que fuera nadie te entiende como dentro ni nadie se identifica con uno como sucede en el Hospital donde el que más y el que menos comparte contigo las mismas vivencias, pasa  por los mismos estadíos o fases, tiene las mismas sensaciones y comparte en mayor o menor medida las pérdidas. Por mucho ejercicio de empatía que queramos hacer, solo quien ha pasado por la misma situación sabe de qué está hablando o qué se está sintiendo.

En el Hospital, los pacientes se dejan algo de ellos, lo que los unió a otros. En algunos casos, no sólo los unió la misma o parecida lesión, sino la similitud y analogía en el modo de ver el mundo, las ideas o el carácter que imprime un carisma especial. Se éstos va a costar aún más desprenderse.

Cuando uno llega a casa, ha hecho un proceso de transformación tal que, ya no se siente cómodo ni tan siquiera en el traje o la ropa que acostumbraba a usar (recuerdo el caso de una mujer, en concreto) sino en las cosas cotidianas, el aire les resulta enrarecido. Se levantan y ya no ven al abrir los ojos al compañero (al que todas las mañanas veía al depertar, o al que veía en el comedor, o en el gimasio o por las rampas). Al regreso, uno se siente en casa extraño, como un pequeño "extraterrestre", como un ser incomprendido que sigue ligado emocionalmente a los que dejó atrás.

6 comentarios:

macgo dijo...

Te devuelvo la moneda. Este proceso que describes es el mismo que sufrimos al llegar aquí con el agravante de que la lesión acababa de producirse y ello agravaba ese proceso de adaptación.
La diferencia con la salida es que durante unos meses nos hemos preparado para ello aprendiendo a ser más autónomos, mejorando en la medida de lo posible nuestra condición física y psicológica. Siempre he sabido que mi sitio no estaba en el Hospital pero que gracias a él mi vuelta a casa iba ser más sencilla.
A falta de cinco días para marcharme este es mi pensamiento. Soy optimista, me siento fuerte para afrontar las dificultades y veo por delante un futuro lleno de oportunidades.
Es cierto que aquí queda una parte muy importante de mi vida: mucho trabajo, muchos afectos, muchos ejemplos a seguir,... Pero eso no significa que mi marcha suponga una ruptura total con ello sino una manera distinta de vivirlo. Y un ejemplo de ello es este blog que nos sirve de punto de encuentro. Gracias por ello.

Betty dijo...

Me imagino que tras el alta, uno debe sentirse un poco "apátrida". La vida a la que regresas no es la de antes, y la que dejas tras el hospital sabes que se ha terminado. Se dejan compañeros de batalla, física y emocional, esos que no se olvidan facilmente. Entiendo que hasta que uno se acostumbra a una tercera vida y encaja en su sitio debe añorar las otras dos.

Afrontando la lesión medular dijo...

Si el blog puede servir de puente entre el Hopsital y el alta, aquí me tendréis.

No sabes cuánto me alegro que pienses de este modo y que veas que ya en el Hospital no tenemos mucho más que ofrecerte y que, retrasarla, como algunos, no ayuda a superar los miedos, que siempre estarán ahí, se vaya uno un mes antes o un mes después pues tarde o temparano, hay que enfrentar la siguiente etapa.

Gracias por este mensaje que espero ayude a los que no lo ven como tú.

Afrontando la lesión medular dijo...

Si Betty, parece que después de tantos meses de hospitalización, los l.m. pierden sus referencias. Hay que reconocer que "la calle" es dura. Está bien usado el término que has empleado : "Apátrida". Lleva un tiempo recuperar las señas de identidad.

Anónimo dijo...

No es la primera vez que lo digo, pero todos aquellos l.m. que tienen la fortuna de pasar por el hospital son muy afortunados. Porque tiene una oportunidad única, les enseñan como hacer frente a la calle, a la vida, al hogar. Reciben ayuda física y emocional y conocen a personas como Ma. Ángeles que les brinda su ayuda.
Yo en verdad quisiera que mi amigo hubiera recibido una ayuda parecida, que hubiera llegada al lugar correcto para afrontar la lesión, pero no es así, créanme, por duro que sea la salida, es mucho mejor que estar afuera sin ayuda alguna. Yo veo pasar el tiempo y pareciera que no hay cambios, no se que pasará con el, pero confío en que salga adelante.
Valoren mucho la ayuda y las herramientas que les da el hospital, durante y después del alta, como yo digo, es oro molido.
Adry

Afrontando la lesión medular dijo...

La verdad, Adry, es que es inherente a la especie humana el hecho de no valorar lo que uno tiene. Los pacientes que vienen de otros hospitales, otras unidades o de otros países para completar su rehabilitación en nuestro Hospital si notan marcadamente la diferencia y suelen poner mayor empeño y énfasis en su rehabilitación.

Hay que aprender a decir adiós llegado el momento. El Hospital hizo su función, ahora le toca al lesionado y a su familia, poner en práctica lo aprendido.