"No hacen falta en la vida demasiadas cosas pero si una habitación con ventanas".
Antonio Muñoz Molina
"Mujer en la ventana" Caspar David Friedich |
La ventana
Quiero que la ventana sea grande,
más que grande inmensa y luminosa.
Para que mires lo que tu corazón demande,
para que busques el agua azul, la rosa,
las estrellas, el éter que se expande...
Y que cuando, cansada, gires tu cabeza,
mires adentro y encuentres la belleza.
Felipe Vila
En el año 2013 hablé de las ventanas
http://afrontandolesionmedular.blogspot.com.es/2013/03/a-traves-de-la-ventana.html
http://afrontandolesionmedular.blogspot.com.es/2013/04/ventanas-abiertas.html
http://afrontandolesionmedular.blogspot.com.es/2013/04/sin-ventanas-renacer-de-la-oscuridad.html
y lo que ellas nos significan. Hay muchos tipos de ventanas. Llamamos a este espacio del blog "ventana virtual". Esta ventana en nada se parece a esos espacios de los que voy a hablar hoy ni a esos cuadros que reflejan culturas, interiores y siglos de historia,
Llama la attención cuando leo cómo ha estado la mujer de discriminada sin derecho a tener una habitación propia (Virginia Wolf).
http://elpais.com/diario/2011/04/30/babelia/1304122338_850215.html
Me parece muy apropiado y atractivo este escrito de Carmen Martín Gaite que espero os aporte como a mí. Me lo enviaron hoy y lo quiero compartir :
http://elpais.com/diario/2011/04/30/babelia/1304122338_850215.html
Me parece muy apropiado y atractivo este escrito de Carmen Martín Gaite que espero os aporte como a mí. Me lo enviaron hoy y lo quiero compartir :
"Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni
prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. En todos los
claustros, cocinas, estrados y gabinetes de la literatura universal donde viven
mujeres existe una ventana fundamental para la narración, de la misma manera
que la suele haber también en los cuartos inhóspitos de hotel que pintó Edward
Hopper y en las estancias embaldosadas de blanco y negro de los cuadros
flamencos. Basta con eso para que se produzca a veces el prodigio: la mujer que
leía una carta o que estaba guisando o hablando con una amiga mira de soslayo
hacia los cristales, levanta una persiana o un visillo, y de sus ojos
entumecidos empiezan a salir enloquecidos, rumbo al horizonte, pájaros en
bandada que ningún ornitólogo podrá clasificar, cazar ningún arquero ni
acariciar ningún enamorado y que levantan vuelo hacia el reino inconcreto del
que sólo se sabe que está lejos, que no lo ha visto nadie y que acoge a todos
los pájaros ateridos y audaces, brindándoles terreno para que hagan su nido en
él unos instantes.
Mi madre
siempre tuvo la costumbre de acercar a la ventana la camilla donde leía o cosía,
y aquel punto del cuarto de estar era el ancla, era el centro de la casa. Yo me
venía allí con mis cuadernos para hacer los deberes, y desde niña supe que la
hora que más le gustaba para fugarse era la del atardecer, esa frontera entre
dos luces, cuando ya no se distinguen bien las letras ni el color de los hilos y
resulta difícil enhebrar una aguja; supe que cuando abandonaba sobre el regazo
la labor o el libro y empezaba a mirar por la ventana, era cuando se iba de
viaje. «No encendáis todavía la luz —decía—, que quiero ver atardecer.» Yo no me
iba, pero casi nunca le hablaba porque sabía que era interrumpirla. Y en aquel
silencio que caía con la tarde sobre su labor y mis cuadernos, de tanto
envidiarla y de tanto mirarla, aprendí no sé cómo a fugarme yo también. Luego
entraba alguien, daba la luz y reaparecían los perfiles cotidianos. «Bueno,
habrá que correr las cortinas», decía ella, como despertando.
Pero en la
sonrisa especial que dulcificaba su expresión se le notaba lo lejos que había
estado, lo mucho que había visto. Y daban ganas de arrodillarse a su lado para
ayudarle a abrir las maletas, de preguntarle: «¿Qué regalo me traes?»
Y seguro que,
antes de conocerla yo, viajó por la ventana mucho más todavía. En aquel tiempo
—tan novelesco para mí— de su juventud y de su infancia, desde aquellos
espacios interiores que yo no conocí, seguro que algún día tuvo que llegar hasta
el mismo Nueva York; un viaje arriesgado para la época, si se parte de Orense,
Allariz, Cáceres, La Coruña, Madrid o Salamanca, entre dos luces, al atardecer,
dejando atrás espejos, consolas, costureros, cacharros de cocina, sofás y
aparadores de la casa propia o
de algún pariente donde se han ido a pasar las vacaciones de verano y cuyos
rincones aún pueden columbrarse en viejas fotografías. ¡Adiós! Y ahí se quedan
las primas feas y la abuela y Pilar Prieto y la tía Pepa y las señoritas de
Nicolau; me voy a América, ¡adiós!
Su padre era
catedrático de Geografía y en la casa había muchos atlas. «Mira América qué
grande —le diría alguna vez—, cuánto espacio abarca. Y eso tan chiquitito es
Nueva York, con dos ríos, el Hudson y el East River.» Y ella se quedaría mirando
a la ventana. ¡Perderse en Nueva York, la ciudad del dinero y de los
rascacielos, del incipiente cine, la ciudad de los sueños! ¿Cómo no iba a
llegar mi madre a Nueva York en alguna de aquellas excursiones de joven
ventanera, alimentada de novelas exóticas?
Claro que llegaría
en alguna ocasión; y ese día, el que fuera, los pájaros errantes de sus ojos
construirían aquí un nido de cristal tan secreto, tan raro y tan perenne que
hasta ayer por la noche nadie había dado con él. ¡Pues anda que no había camino,
vericueto y laberinto para llegar a eso que se produjo anoche, a esa emisión
cifrada de señales entre mi madre y yo, de su ventana a la mía! Y por eso era el
júbilo del sueño. Ahora lo he entendido."Carmen Martín Gaite
3 comentarios:
La ventana
Quiero que la ventana sea grande,
más que grande inmensa y luminosa.
Para que mires lo que tu corazón demande,
para que busques el agua azul, la rosa,
las estrellas, el éter que se expande...
Y que cuando, cansada, gires tu cabeza,
mires adentro y encuentres la belleza.
¡Fantástico! ¿de quién es?. Gracias.
El poema de "La ventana" es de Felipe Vila pero respondió como anónimo por no darse importancia. Creo que es justo qyue lo firm porque, además, es muy bueno. Por eso incluyo este comentario y el poema lo paso a la Entrada.
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