lunes, 21 de septiembre de 2015

Las gafas de la felicidad




El título  que encabeza esta Entrada es el del segundo libro de Rafael Santandreu "Las gafas de la felicidad", un libro de autoayuda del autor de "El arte de no amargarse la vida"

En El arte de no amargarse la vida, Rafael Santandreu insiste en que no se trata simplemente de resignarse, sino de aceptar lo que no se puede cambiar e intentar mejorar las que sí podemos modificar

http://www.revista60ymas.es/InterPresent2/groups/revistas/documents/binario/ses328mayoreshoy.pdf

http://www.abc.es/familia-padres-hijos/20140818/abci-entre-rafael-santandreu-201407041702.html



Estas son, entre otras, algunas de las cosas que Santandreu recomienda :

- conformarse con lo que tenemos
- quitarse importancia a uno mismo
- desterrar para siempre la terribilitis y la necesititis


2 comentarios:

Felipe dijo...

No parece mala filosofía de vida el acertar lo inevitable y tratar de hacer lo posible por mejorar las situaciones sobrevenidas; lo malo es que a veces te equivocas y te pones las gafas de sol por la noche acabando por verlo todo más negro.
Creo que hay que ponerse las gafas adecuadas para cada situación; las de sol cuado no quiere que te moleste el exceso de luz y unas muy claras y limpias cuando sea precisó distinguir hasta los detalles más nimios.
Lo mejor para acertar al elegir las gafas es tener la serenidad suficiente para no precipitarse ya que no podemos evitar que salga el sol ni que se haga de noche oscura.
Un abrazo para todos los que sufren la visicitud de ser humanos.

Afrontando la lesión medular dijo...

He tenido la fortuna de no requerir gafas hasta la actualidad aunque acepté ponerme las de sol para conducir y, ahora que la presbicia parece que hace notar, inicio mi primer contacto con el uso puntual para algunos textos o el ordenador si lo uso mucho. De igual modo he ido aceptando, como bien dices Felipe, lo irremediable afrontándolo del mejor modo posible y me aplico en aquello que vale la pena de lo que seguro sacaré un beneficio.

A medida que me hago mayor, empleo más la prudencia y serenidad. la impaciencia no es buena compañera y así se los hacemos saber a nuestros pacientes para que no sean "pacientes impacientes".