Cuento 14
Doblar la esquina.
La rueda derecha comenzó a distanciarse del suelo en el mismo instante en que la mano izquierda comenzó a temblar sobre el mando, el calor se depositó en su cuello y un ligero movimiento del meñique condujo la dirección de la silla hacia una piedra del empedrado que descontroló con un pequeño saltito la rueda trasera más próxima a la pared. El sofoco de su cuello perdió importancia cuando un improvisado espasmo recorrió su pierna derecha, y a modo de favor, se detuvo y no sacó el pie de la plataforma donde descansaba alineado junto al otro desde que salió de casa.
Decidida, llevó toda la fuerza a la mano temblorosa hasta conseguir que ésta cesase su meneo y con un pequeño movimiento de su muñeca giró el mando hacia la dirección elegida, posando las cuatro ruedas en el pavimento y doblando la esquina. Exhausta, levantó la mirada y vio una marabunta de gente andando apresuradamente a zancadas sobre sus piernas. Sus ojos no se cruzaron con los de nadie y nadie cruzó los ojos con ella. Agachó la cabeza y sonrió mirando su mano, regocijándose en el éxito invisible de su portentosa maniobra perfecta.
Elena Prous Madrid, 3 de Noviembre 2016
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