domingo, 29 de diciembre de 2013

Bendecir y dar las gracias


En el verano del 2012 escribí una Entrada (ver " Bendecir y dar las gracias" de 29 de Julio) en la que hablaba de un trabajo sobre los beneficios de bendecir y dar las gracias cada día cuando nos levantamos, basado en un Estudio de Emmonds y McCullough

Hoy he recibido un escrito de Miguel Ángel Cuesta en este sentido y a propósito del rito de celebrar con doce uvas la despedida de un año y la entrada en el nuevo.

Este es el modo en el que el lo celebra este año

                                                               
                                                                  DOCE UVAS

A raíz de una reflexión leída esta mañana de Julio de la Torre sobre la Navidad y del ofrecimiento de María Ángeles Pozuelo para escribir una carta a los Reyes Magos, me dio por reflexionar sobre ese rito de comenzar el año comiendo las doce uvas de la suerte, rito que nos sirve para establecer nuevos propósitos. En definitiva, para pedir una serie de deseos que supuestamente nos ayudarán a mejorar nuestra vida y que, como en la mayoría de las ocasiones, nos acabarán frustrando al no ser capaces de llevarlos a buen puerto.
Nunca hasta el año pasado en en el HNP realicé semejante ritual. Observaba como los demás lo llevaban a cabo aunque en el fondo yo también pedía algún deseo. Pero el año pasado cambié esa petición por un dar gracias a lo bueno que me había sucedido ese año que, supuestamente, había sido tan aciago a raíz de mi accidente y consecuente lesión medular. Y no me ha ido nada mal. Por eso este año repetiré la experiencia con la única diferencia de que lo dejaré reflejado por escrito.

Primera uva: doy gracias por la vida. No reniego de lo que perdí físicamente pero agradezco la posibilidad de seguir disfrutando de cuánto agradable y bello hay a mi alrededor, de la posibilidad de cambio y crecimiento que me ha sido concedida y de la posibilidad de que si, en algún momento, pierdo este cuerpo físico sé que mi espíritu estará preparado para ello.

Segunda uva: doy gracias por tener a mi lado a Teresa, mi mujer, que cada día se esfuerza en demostrarme su amor y  acompañarme en este camino que me/nos ha tocado vivir.

Tercera uva: doy gracias por haber conocido y sentido el perdón y por haber recibido esa enseñanza que hoy intento aplicar en mi vida. Pocas cosas producen más felicidad que perdonar y ser perdonado

Cuarta uva: doy gracias por mantener vivo en mi corazón el espíritu de las personas que físicamente nos dejaron este año pero cuyo recuerdo, su ejemplo, sus enseñanzas,... me han dado lecciones de humildad, de amor, de compasión. Teresa, Tomás, Padre Antonio,... gracias por haber formado parte de mi vida y seguir acompañándome.

Quinta uva: doy gracias por haber recuperado a esos amigos a los que había perdido y que nos apoyaron, nos apoyan y seguirán con nosotros.

Sexta uva: doy gracias por haber sido capaz de vaciar mi mochila y poco a poco irla llenando de nuevas emociones, de nuevos y renovados sentimientos, de nuevos compañeros de camino que cada día me hacen mejor persona.

Séptima uva: doy gracias por poderme levantar cada mañana con una sonrisa dibujada en mi cara y que, desde hace tiempo, es mi tarjeta de presentación ante los demás.

Octava uva: doy gracias por encontrar cada día nuevos "ángeles" que, en los momentos difíciles o no, van apareciendo y me hacen la vida más feliz. Doy gracias por tener el corazón abierto para reconocerlos y recibirlos.

Novena uva: doy gracias por encontrar cada día fuerzas para seguir luchando, para levantarme, para ser capaz de tener y emprender nuevos proyectos, para poder ser constante, para poder seguir cometiendo errores y aprender de ellos.

Décima uva: doy gracias por sentirme afortunado. No en el sentido material del término sino en el espiritual. Fortuna para seguir cambiando y creciendo, por haber aprendido que el pasado no se puede cambiar y que no puedes juzgarte continuamente por lo que hiciste o dejaste de hacer, por no preocuparme de un futuro que no ha llegado y que está por escribir.

Undécima uva: doy gracias por tener la lucidez para poder estar escribiendo esto. Hace un año y medio no hubiera sido capaz. Estoy agradecido porque gracias a ese "otro camino de Santiago" en el HNP y fuera de él me encuentro donde estoy ahora.

Duodécima uva: doy gracias porque muchos de mis amigos y compañeros del HNP se encuentran hoy en día en sus casas, con sus familias y amigos, luchando a diario por seguir adelante. Doy gracias por haber podido conocerlos, por haber podido compartir con ellos esta dura experiencia, por quererlos.

Y este año me tomaré una uva más, repetición de la primera. Por mi amor, por la persona que apostó por mí cuando nadie quería hacerlo, que se dejó y se deja la piel cada día por mí. Por ti, Teresa. Te amo cada día y te seguiré amando.  

Miguel Ángel Cuesta

Gracias, Miguel Ángel, en nombre de todos los seguidores del blog y en el mío propio, por lo que nos aportas .

4 comentarios:

Felipe dijo...

No cabe duda que la catarsis experimentada por el amigo Miguel Ángel ha tenido un efecto multiplicador importante en los que hemos tenido la suerte de compartir tiempo de estancia en el HNP. Su optimismo y su entrega a los demás ha sido una gran ayuda. Gracias Miguel Ángel, recuerda que te debo una invitación a "pescaito frito". Un abrazo para Teresa y para ti de Pilar, Elena y Felipe.

Afrontando la lesión medular dijo...

Veo que M.A. Y tú, Felipe, os contestáis uno a otro, como no podía ser de otro modo ya que la enfermedad-lesión os puso en contacto y os unió para siempre. solo falta que M.A. Y T. Viajen a compartir esos "pescaítos".

Anónimo dijo...

Muchas gracias a todos por regalarnos sus experiencias y sobretodo su gran ejemplo para seguir adelante.

Les mando a todos los miembros del Blog un gran abrazo!!! (muy mexicano)

Adry

Afrontando la lesión medular dijo...

Pues otro abrazo desde España, Adry. Todos los abrazos son bienvenidos procedan de donde procedan sobre todo si llegan desde el fondo del corazón.