Esta Entrada será la puerta de presentación de los Cuentos o relatos que vaya recibiendo. Hoy tenemos el primer Cuento que nos llega de la mano de
Los Cuentos de cada día los colgaré en una Entrada que cree a tal fin. La idea no es hacer comentaros sobre ellos sino solo leerlos y cuando estimemos que ya se han recibido un notable número de Relatos, se procederá a la votación identificándose cada cual. Yo no votaré ni los narradores tampoco.
Felipe Vila
TRES CINCUENTA
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Dibujo para el Cuento. Autor : José Manuel Ara Encinar |
Pasada media hora de las doce, cada domingo, la plaza del pueblo se llenaba de gente recién salida de misa: jovencitas risueñas, zagales con la cajetilla de tabaco asomando en bolsillo de la camisa, solteronas chismosas, matrimonios endomingados, con algunos chicuelos revoloteando en torno como ruidosos e inquietos satélites… unos y otros se iban dispersando por las calles, quien parsimoniosamente camino del vermú, quien con algo más de prisa, de vuelta al hogar y a las perolas con la comida dominical. Sin embargo, no tardaba mucho en ocurrir que los chiquillos, tras reclamar sus monedas de paga dominguera, se separasen y, como atraídos por un flautista de Hamelin oculto, se dirigieran calle principal adelante, hacia algún misterioso polo magnético que los atraía irremisiblemente. Instalado en plena acera, un hombrón de cara cuadrada y brazos musculosos iba atendiendo a los rapaces que iban llegando a borbotones , con sus monedas bien apretadas en el puño, para comprarle las golosinas que harían especial el día: palotes de regaliz rojo o negro, chicles, gominolas, caramelos de bola con todos los colores del arco iris, bolsitas de maíz tostado o de pipas saladas “El baturro”, con el dibujo impreso de un maño, a horcajadas en burro, avanzando cachazudo por una vía del tren, delante de máquina de vapor que soltaba enfurecidos pitidos entre nubes blancas: ¡ Chufla, chufla , como no te apartes tú! Decía el jinete … Vendía también unos sobres de papel fuerte, con dos tebeos atrasados y un par de recortables de papel: soldados de mundo para los niños, muñequitas y sus vestiditos, para ellas. Como un nuevo acto de comunión laica, los rapaces iban situándose ante la gran bandeja de madera repleta de variadas golosinas tras la que reinaba aquel hombrón inmenso y fornido, para musitar sus apetencias, mientras iban calculando mentalmente el importe de sus demandas. Instantes después, repletos los bolsillos de su botín, dejaban paso a un nuevo pequeño feligrés. Cuando el último de ellos desaparecía, aquel hombre hacía arqueo del producto de su trabajo de la mañana. Tras un vistazo a cada lado, y tras comprobar que por aquel día, no habría más mocosos ansiosos de cambiar sus perrillas gordas por golosinas, tapaba la bandeja y la aseguraba en la trasera de su triciclo, reacomodaba su corpachón sin piernas en el asiento y empuñaba los pomos de los “pedales manuales“ con los que impulsaba aquel carromato de inválido, para desaparecer a buen ritmo carretera abajo, hacia el barrio del río, hasta el próximo domingo. Nunca conocí su nombre, ni yo ni ninguno de los bribones de mi pandilla. Era – sencillamente - el inválido. Fue- sencillamente - hace mucho. Eran – sencillamente - otros tiempos en los que no se había inventado el eufemismo pretendidamente respetuoso, la mojigata corrección política. Cada cosa por su nombre.- Una de pipas, dos chicles, un chupa de coca-cola …y un sobre… ¡ que lleve el Jabato!
- Tres cincuenta
Octubre de 2013 JMA (José Manuel Ara Encinar)
TE REGALO UN PASEO
Oscar tenía un día malo. Apenas había hablado durante la mañana.
Se perdía constantemente en sus pensamientos y Paula empezaba a estar
preocupada. Intentó animarle pero estaba tan ausente que no hubo manera.
Abatida, se sentó junto a él, le tomó la mano y lo besó.
-¿Qué te ocurre?
-Estoy bien.
-Venga, cuéntame que es eso que
revolotea en tu cabeza.
-No es nada, tonterías.
-¡Oscar, vamos! Cuéntamelo.
-No se como contarte esto. Hoy me he
dado cuenta de que apenas recuerdo lo que sentía mientras caminaba. –Paula le
abrazó sin decir nada.
El resto del día transcurrió silencioso y triste para ambos. Hacía
un par de años desde que aquel fatídico accidente había condenado a Oscar a
estar sentado en su silla. Paula daba vueltas y vueltas al asunto. El recuerdo
de su infancia, cuando falleció su abuela, se instaló en
su cabeza. Recordaba que con el paso del tiempo su imagen se desdibujaba en sus
recuerdos. Llegó el día en que tan sólo era una silueta borrosa y entonces fue
realmente consciente de su ausencia. Desde ese día, su madre hablaba a menudo
de su abuela, y le regaló su mejor fotografía. Todavía la llevaba en la
cartera, estaba un tanto descolorida por el paso de los años, pero mantuvo
fresca en su cabeza la imagen de su querida abuela.
Redibujar una imagen era mucho más
sencillo que recuperar sensaciones olvidadas. Paula deseaba ayudar a Oscar pero
no sabía como hacerlo. Añoraba sus largos paseos en los que cogidos de la mano
hacían planes de futuro y compartían ilusiones. Desde el accidente los paseos
eran escasos y cortos. Paula se sentía culpable, como si comiera bombones
delante de un diabético. Era a Oscar al que le apasionaba caminar. Caminar y
correr. Ahora la acompañaba desde su silla, y enseguida terminaban ambos
sentados, sin brillo en los ojos y casi siempre en silencio.
Después de darle muchas vueltas, Paula decidió hacerle un regalo a
Oscar.
-Cierra los ojos, voy a regalarte un paseo por
el campo, por nuestro sendero.
-Oscar cerró los ojos extrañado. –Dame la mano -siguió hablando
ella mientras tomaba su mano. -¿Preparado?
-No sé -respondió Oscar algo expectante.
-Lo primero respira hondo porque, hoy,
hace un día precioso. El aire es tan fresco que duele cuando entra en los
pulmones. Huele a campo, a manzanilla y a romero. – Paula hinchó sus pulmones
hasta que no cupo un gramo más de oxigeno dentro. Oscar hizo lo mismo. – Ahora,
cerramos la puerta de la verja y comenzamos a caminar por el sendero. Hay un
par de amapolas, me agacho con idea de arrancarlas, y tu tiras de mi “¡Vamos
Paula, déjalas! Están preciosas, si las arrancas, durarán un suspiro”, me
dices. Te sigo y tu aceleras el paso, y yo repito para mis adentros tu
frasecita preferida “Hay que caminar rápido, para poner en forma el corazón”
Coges carrerilla y yo intento mantener tu ritmo. Estos primeros pasos son
duros. Los gemelos y los talones están acartonados y duelen un poco, pero
seguimos caminando a buen ritmo y las piernas comienzan a entrar en calor.
Entonces las rodillas parecen mejor engrasadas y los músculos se van amoldando
a la orografía del terreno. El corazón se acelera. ¡Mira como aumenta sus
pulsaciones! –Paula acercó la mano de Oscar a su pecho para que pudiera sentir
el cansancio de los primeros metros. –Comienzas a tener calor y te anudas el jersey a la cintura arrepentido como
siempre de haberlo cogido. Me regañas porque he sido yo la que me he empeñado
en que lo lleves. Comenzamos la cuesta y como siempre me dices, “Pole, pole”
que ya se que en Suajili significa despacio, despacio. Aminoramos la
marcha dando pasitos muy cortos. Las piernas pesan ahora un montón y miramos al
suelo para evitar ver lo que queda de subida. El calor se aloja entre el pecho
y tu cabeza, obligándote a respirar aire caliente. Seguimos caminando cuesta
arriba, los gemelos duelen cuando se estiran para obligar a cada pierna a
seguir el movimiento constante, primero una, luego la
otra, así una y otra vez. Comienzas a
sudar y el corazón se pone a mil. -Paula posó la mano de Oscar de
nuevo en su corazón para que recordará la satisfacción de su agotamiento.
A partir de aquí todo el camino es recto. Tus piernas hacen ya su
trabajo solas, ahora apenas las sientes, es como si flotaran. -Oscar
besó a Paula y notó su boca seca por el esfuerzo de la subida. –La llanura está
espectacular. Las praderas están verdes, repletas de florecillas amarillas
flotando sobre ellas. De vez en cuando aparece alguna flor de azafrán
extraviada y los pequeños hoyos presagian la proximidad de los juegos de algún
joven gazapo. - Oscar paró un instante para
respirar el frescor de tanta belleza. La brisa mezclaba el dulce aroma
de la piel de Paula con el de las flores silvestres produciendo un perfume
irresistiblemente embriagador.
-Paula,
¿Qué haremos estas vacaciones?
-Podríamos ir a la playa, a algún sitio tranquilo.
-Pero si alquilamos un apartamento este verano, nos quedaremos sin
dinero para arreglar el granero.
Paula miró emocionada a Oscar. El granero quedó a medio terminar
hacía dos años. Aquel pequeño granero que soñaban con convertir en un pequeño
hogar para pasar los fines de semana haciendo lo que más les gustaba, pasear y
soñar despiertos cualquier futuro que los mantuviera unidos.
-Creo que por fin podremos cambiar la viga grande y eliminar la
carcoma de las pequeñas que estaban menos infectadas. Con un poco de suerte el
tejado podría estar listo en un par de meses y si lo adecentamos un poco,
podríamos pasar allí el verano. Dar largos paseos y terminar por fin de
arreglarlo.
Paula le abrazó feliz. A ella no se le hubiese ocurrido un plan
mejor.
Llegaron a casa agotados de aquel paseo imaginario. Oscar abrió
por fin los ojos. Podía sentir el
cansancio en sus piernas y estaba feliz porque por fin fue consciente de que lo
que más le gustaba de esos largos paseos era estar junto a Paula. Su aroma era
superior al de cualquier flor, el tacto de su mano era solo comparable a la caricia de los rayos
del sol en un frio día de invierno. Hacer planes de futuro juntos convertía el
paisaje en algo inigualable. Daba igual si volvía a olvidar la sensación de
caminar, seguiría disfrutando de lo esencial del camino, disfrutaría
construyendo a cada paso su sueño más ambicioso, un futuro
feliz junto a ella.
Betty 18/10/13
JAZMÍN DE VERANO
—
En realidad vos me querés por lo que
yo te quiero a vos… es decir, solo me querés porque en el fondo sos un egoísta.
—
No, yo te quiero y no pienso en lo
que me das a cambio. Yo te quiero a vos por lo que sos y no por lo que hacés
por mí.
—
Está bien, pero no te confundas… yo
no hablo de “hacer cosas” yo hablo de afecto… hablo de que decís que me querés…
y te hago una pregunta: ¿qué pasaría si yo no te quisiera? ¿Me seguirías
queriendo?
—
¡Claro que te seguiría queriendo!…
bueno… realmente no lo sé… porque si no me quisieras, vos ya no
serías vos. Serías otra persona.
—
¿Ves? Entonces me das la razón.. Vos
me querés porque yo te quiero. Si no te quisiera otro gallo cantaría.
El la miró con cara seria y sin inmutarse recitó obviando toda
expresividad.
— “¿Cómo quieres que te quiera si el que quiero que me quiera no me
quiere como quiero que me quiera?” Ahora vos… y más rápido.
— “Comoquieresquetequierasielquequieroquemequrppnomequirrrrppp…….”
Las risas brotaron de los dos al mismo tiempo. La de
ella era un viento suave, la de él contenida porque no quería romper la
pasibilidad y la tranquilidad de ese momento. Se miraron. Les sobrevino otra
sacudida que se transformó en sonrisas. Bajaron la cabeza pero sin dejar de
mirarse. Se besaron. Muy lentamente, se volvieron a besar.
Ya estaba amaneciendo. Los dos caracoles habían estado caminando y
hablando así, toda la noche.
Entre los pastitos húmedos por el rocío trazaron una línea casi
recta, casi perfecta, que iba del limonero hasta el
jazmín. Una luciérnaga les había dicho que ya comenzaban a oler sus flores.
Horacio Novello, 21 de Octubre 2013
EL PAJARILLO ROTO
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"El pajarillo roto". Autor : Eva Terán |
Cayó en nuestras manos una tarde de Septiembre. A simple vista era un pajarillo saludable y precioso, colores vivos y plumas brillantes pero.............no podía volar.
No sabíamos muy bien qué hacer con él. Sacarlo de su entorno y llevarlo a casa, no me parecía una buena opción.
Al preguntar todos nos decían prácticamente lo mismo :"Está muerto"; "Échalo por ahí"; "Dáselo a los gatos, no merece la pena".
Decidimos que lo único que podíamos hacer por él era ayudarlo a volver a su habitat de la mejor manera posible. Recogimos ramas y hojas secas y le colocamos un nido en lo alto de un olivo. Regresamos al día siguiente y allí estaba pero por la tarde ya había muerto y un poco más tarde ya había desaparecido.
No dejo de pensar que en otra época yo hubiera corrido la misma suerte, pero ahora mismo se que vivir es algo más que unos brazos o piernas y que se puede volar sin alas.
Eva Terán
LA METAMORFOSIS CROMÁTICA
Se consideraba a sí mismo un Aleph, el punto en que convergen todos los puntos del
universo, sin embargo con el tiempo su visión se había vuelto monocromática, las
células fotorreceptoras sensibles al color de su retina estaban adormecidas, no
recordaba desde cuándo y no era un caso aislado, en la sociedad donde vivía muchas
personas estaban perdiendo la capacidad de observación, probable motivo de la
pérdida del cromatismo según los últimos estudios científicos.
Sus circunstancias empezaron a cambiar durante un viaje profesional a la India en
busca de las famosas canteras de Makrana donde se extrae el mármol blanco con el
que fue recubierto el Taj‐Mahal, un día paseando por las calles de Jaipur, llamada
"Ciudad Rosa" por el color rosáceo‐anaranjado de las fachadas de sus edificios,
vislumbró fugazmente ráfagas de colores después de muchos años viendo solo grises,
ya casi no recordaba el placer de ver la gama cromática completa, hacía tiempo que
sólo distinguía la forma de las cosas.
De vuelta a la ciudad donde vivía no dejaba de pensar en las experiencias adquiridas
durante su periplo por aquellas tierras exóticas, sucias y despiadadas, al mismo tiempo
llenas de luz y movimiento que contrastaba con la modernidad y monotonía que
imperaba en su civilización. Tampoco dejaba de pensar en las ráfagas rojas, amarillas y
azules, que durante segundos le dejaron paralizado y que todavía en ocasiones podía
vislumbrar cuando cerraba los ojos, cayó en la cuenta que eran sólo los colores
primarios.
Era primavera y por entonces dormía en el suelo sobre una colchoneta Thai intentando
aliviar los dolores ciáticos que le acosaban desde hacía tiempo agudizados por los
rigores del viaje recién terminado, las largas y tediosas horas de avión, el estrafalario
trayecto de más de 1.000 km en coche desde Mumbai a Nueva Delhi y el escaso
reposo nocivo en camas con muelles desnivelados y famélicos colchones habituales en
los hoteles de las alocadas carreteras.
Como hacía habitualmente se había despertado temprano y al intentar incorporarse
un dolor endiablado le paralizó la pierna izquierda, dejándole tumbado en posición
fetal. En ese estado estuvo luchando contra su sufrimiento hasta que su mujer, que ya
estaba al corriente, apareció para anunciarle la llegada de la ambulancia que le
trasladaría al hospital, después de suministrarle un calmante sólo recuerda
somnolientos pensamientos, grabados en su memoria, con crueles imágenes del
sufrimiento estoico de los parias hindúes y de las conversaciones que mantuvo
durante su viaje acerca del inamovible destino ¿está todo escrito?, se preguntaba.
En el hospital después de las pruebas oportunas y la visita del experto, virtuoso y
competente neurocirujano, una enfermera muy amable y labios carnosos rellenos de
silicona entró en la habitación donde estaba hospitalizado comunicándole la necesidad
de una urgente intervención quirúrgica de una estenosis y una hernia discal que habían
detectado en las resonancias magnéticas del día anterior.
Después de la sencilla operación desafortunadamente, como resultado de la misma,
sufrió una lesión medular que se manifestó al despertar lentamente de la anestesia y
comprobar con sorpresa al principio luego con ira y finalmente con resignación que
había perdido movilidad y sensibilidad de cintura para abajo.
Durante su prolongado periodo de internamiento y rehabilitación se dedicaba en
especial a su recuperación entreteniéndose con actividades con las que realmente
disfrutaba y que hacía tiempo no practicaba, lectura, pintura, meditación, observación,
conversación y sin percatarse se repetían cada vez con mayor frecuencia las fugaces
ráfagas de colores, esta vez ampliadas al color naranja del cielo en los atardeceres de
septiembre, el verde de los árboles sin que pudiera todavía distinguir las diferentes
tonalidades y el enigmático color violeta que transita entre lo visible y lo invisible, color
atribuido al Arcángel Zadquiel que ayuda a recobrar la tranquilidad emocional.
Cierto es que vivía momentos en los que la desesperación se atrincheraba en sus
entrañas entonces oía una voz a su espalda dándole los buenos días con inmensa
alegría, reconocía la voz, era Pedro una de las admirables personas con las que
convivía y que tanto le ayudaban obsequiándole con su amistad.
Poco a poco su visión fue recobrando los colores mediante la sosegada observación,
había perdido la capacidad de andar a cambio había dejado de ser el hombre inmaduro
y egocéntrico que era, había aprendido a experimentar lo que los demás sienten y
a reconocer la limitación de sus facultades, ahora su aspiración era vivir sus sueños
humildemente, contemplaba la vida con mayor claridad. ¿Está todo escrito?, se
preguntó.
Jorge Rosillo
Oct/2013
El vuelo de las mariposas
- No me pidas que cargue con ese peso, que mis alas
son frágiles - le dijo la mariposa -. Si pretendes hacer de mí lo que no
soy, perderé todo lo bello: mis colores, mis vuelos, mis caricias al aire, mi
sonrisa al pasar...
Entonces, el hombre comprendió lo injusto de querer
que aquella mariposa volase como el resto de sus halcones, y acercándose
suavemente a ella, le susurró:
- Déjame conocerte y quererte, y te enseñaré el vuelo
de mariposa más bonito que hayas visto nunca.
Carmen Sara Floriano
Somos
diamantes
Los diamantes cuando los sacan del centro de la tierra, salen como una piedra
más, sucios, sin forma, mates, sin brillo, nadie si no los conocen dan un Euro
por ellos.
Así somos nosotros cuando nacemos, traemos la naturaleza caída de pecado carnal,
pero Dios que es el joyero empieza a trabajar en nuestras vidas, como si
fuéramos diamantes y nos pone en su campo de trabajo que es el mundo, allí nos
limpia, por Jesucristo al que cree en Él, y por su Espíritu Santo empieza a
darnos forma, como el joyero hace con el diamante.
¿Cómo Dios nos da forma? Coge la lima y el martillito
para el diamante y empieza a dar golpecitos para que quede como el joyero
quiere. Si el diamante tuviera vida le dolerían esos golpes. Para nosotros el
propósito de Dios es que no suframos, pero a veces nos desviamos de ese
propósito y sufrimos y sentimos dolor pero ese dolor si lo resistimos sirve para
madurar, y lo resistimos si tenemos al Señor en nuestras vidas.
Nos vendrán pruebas y muchas veces Dios las permite, para limpiarnos de nuestros
pecados, ya sea de orgullo, o de rebeldía hacia Él, porque Dios quiere que le
busquemos. La prueba vale para hacernos más fuerte si eres de Dios. Si no eres
de Dios la prueba te puede hundir.
El joyero que es Dios le da a la piedra de diamante que somos
nosotros, forma de figura geométrica, para que su luz entre por los cristales de
nuestros corazones y brillemos para Él en el mundo.
El diamante falso, cuando Dios empieza a pulirlo, se rompe y ya no
sirve es una piedra de tierra, no era dura, era terrenal.
Tenemos que ser piedras de diamante duras en este mundo y brillar
para Dios.
Noviembre 2013 Jacoba Hernández
DESAFIANDO BARRERAS
"Tres socavones, un tramo de adoquines, cinco metros de empedrado, dieciséis bordillos, seis rampas . Lo tenía todo planeado. Así tenía que ser. Apenas había pegado ojo la noche anterior fantaseando con aquel camino que le conduciría a su entrevista de trabajo. La primera de su nueva vida.
Recordó cuantas veces había recorrido aquella ciudad con la que ahora se reecontraba para ya nunca volver a pisarla. Depositó el maletín sobre sus rodillas y, desde su altura de niño, se enfrentó a la calle. Por nada del mundo quería llegar tarde. Un cielo asediado de nubes negras le dio los buenos días permitiendo que sus miedos e inseguridades le envenenaran el pensamiento. Se apresuró. Si la negra tormenta desplegaba las alas sobre su cabeza se le complicarían aun más las cosas. Posó sus manos en el acero y sorteó con ligereza los primeros obstáculos. Según fue avanzando las preocupaciones que se lo comían por dentro fueron acallándose. Un gran impulso hacia detrás y uno pequeño hacia delante, superó un bordillo. Las primeras gotas estallaron sobre el camino. En unos instantes las calles relucientes de lluvia se trasformaron en una deslizante pista y a punto estuvo de resbalar. Se preguntó porque la ciudad que le había visto nacer se le declaraba ahora tan hostil. En las miradas de los transeúntes pudo ver su discapacidad. Cuando tembloroso alcanzó su destino, una capa de sudor y agua le nublaba el rostro. No obstante, le envolvía la discreta sonrisa triunfal de quien posee la certeza de que, por más que el mundo añada, no hay obstáculo que le impida alcanzar su suerte."
María Vázquez Noviembre 2013
* Viaje al País de
Paraplejilandia *
*****************************
Brais GUITIAN CASTRO.-
Como el autor llego a este país cuya capital es Toletum y nos
describe cosas de sus gentes, costumbres y vivir diario.
Una
mañana temprano salía a dar una vuelta en mi globo-utilitario. Pensaba ir hasta
el Toboso para hacerle una visita a mi Dulcinea particular cuando de pronto
comenzó a soplar una Tramontana de Poniente que desplazó mi Ferrari particular
hasta un pequeño montículo donde tuve que aterrizar de emergencia. Era el país
de Paraplejilandia, habitado por unos humanoides que siempre estaban sentados y
se desplazaban de un sitio a otro en unos curiosos artefactos; eran unas sillas
de ruedas. A simple vista, todos parecían iguales pero al acercarme a ellos fui
descubriendo que unos eran hombres, otros mujeres, unos jóvenes, otros viejos,
unos blancos, otros negros y casi todos listos e inteligentes; tan solo algunos
vestidos de verde y bata blanca tenían ciertos tics de no ser tan listos y
hábitos sospechosos. Aparentemente parecían ser los que mandaban y la verdad
era que no cesaban de dar órdenes pero debían ser poco efectivas y acertadas a
tenor del escaso éxito que tenían y el poco caso que les hacían.
Estos seres especiales, los parapléjicos, habitaban este país
que tenía por capital la muy noble y siempre benemérita ciudad imperial de
Toledo. Su emplazamiento, en lo alto de una colina y rodeado de agua por todas
partes menos por una, era de muy difícil acceso y complicada convivencia. Ya lo
dijeron los romanos -urbs parva sed
loca mutina- “ciudad pequeña, y de difícil acceso” y para mayor dificultad allí
conviven tres culturas: cristiana, árabe y judía. El problema era que convivían
y convivían bien. La ciudad estaba mandada por tres grandes jerifaltes: el que
ocupaba la silla episcopal o poder religioso –el Cardenal Primado-; el que
ocupaba la silla presidencial o poder político –la presidente de la Junta de
Comunidades-; y el que ocupaba la silla de mando o poder militar –el Capitán
General de la región.
Cada uno tenía su sede en sitios distintos; el uno, en la
catedral; el otro, en el palacio de Fuensalida; y el otro, en el Alcazar. Como
fincas particulares tenían: la plaza de toros, el Seminario Mayor, San Juan de
los Reyes, la plaza de Zocodover, la Academia Militar y la mezquita de
Y-ven-a-mear.
Pero
el palacio principal del País de Paraplejilandia estaba en la finca de la
Peraleda, al otro lado del río Tajo, donde la silla de ruedas imponía su ley,
los cojos dominaban el cotarro y los hombres sentados eran sus habitantes. Es
un edificio de corte modernista, simula una gran cruz o estrella de cuatro
puntas donde se organizan los habitantes y demás dependencias donde esta gente
desarrolla su vida diaria. De piso a piso suben por medio de un ascensor pero
como sistema alternativo hay unas grandes rampas que bien podrían ser una pista
de aterrizaje para aviones diminutos, por su grandeza.
Los días los organizan de forma muy variada; por la mañana van
al gimnasio para mantenerse en forma y rendir culto a su belleza física. Cada
uno en su sitio, todos se afanan en hacer sus ejercicios bajo la atenta mirada
del capataz de turno. Hay un gimnasio muy grande lleno de colchonetas y
camillas. Al lado hay otro más pequeño lleno de aparatos y bicicletas. El rey
de los mismos, por su aparatosidad y belleza, es el LoKomat que tan solo es
utilizado por los más hábiles y mejor recuperados. También hay una sala de
cinesiterapia que no tiene nada que ver con el mundo animado del celuloide sino
que es una piscina climatizada donde algunos de los más distinguidos habitantes
del lugar practican la natación. Los más débiles e indefensos se quedan en
cama, donde los que se creen más listos los someten a una y mil perrerías
tratando de averiguar cual es el origen de sus dolencias. Casi nunca aciertan.
No es que no sepan o no quieran hacer buenos diagnósticos y acertar en los
tratamientos; es que se trata de enfermedades de muy difícil pronóstico y muy
complicada rehabilitación.
Los más pequeños van a la escuela donde aprenden cosas y más
cosas que de poco le van a valer el día de mañana, pero que el sistema dice que
hay que saber. Sumar, restar, dividir, los ríos, los montes, informática y
dibujo son algunas de sus materias que estos críos encantadores aprenden con
gran facilidad bajo la atenta mirada de Ventura, el capataz mayor de la
Sección. Es cierto que hay que formarse y que el sufrir una determinada
incapacidad no da derecho a hacer “novillos” y no ir a clase pero con la que
está cayendo hay muy pocos argumentos para motivar a estos seres maravillosos
para que se sacrifiquen, estudien, se labren un futuro y que después la
sociedad se encargara de ignorarlos y marginarlos. Pero principalmente por esta razón para que el día de
mañana no los ningunee nadie y sean hombres de bien es por lo que hay que
sacrificarse, estudiar, formarse y estar a la altura de los “demás”.
Por las tardes, todos a divertirse y trabajar en cosas más
informales. La Sección Socio-Cultural y su grupo de colaboradores se esfuerzan
por enseñarnos cosas nuevas y sobre todo a saber utilizar el tiempo libre. Esta
sección es de las más apreciadas y concurridas porque son los que se encargan
de que los domingos y festivos nos sean más llevaderos. Partidos de ping-pong,
baloncesto en silla, la petanca.., y otros juegos más instructivos y menos
físicos forman parte de su amplio abanico de actividades También organizan
conciertos, bingo, cine, teatro, excursiones y juegos para los más pequeños. Para
los más inconformistas ¡ya esta la misa dominical¡.
Como último recurso...... ¡la cafetería!, en sus dos vertientes;
la del interior, como lugar muy apto para desgañitar la garganta o romper los
tímpanos, por el mucho ruido y lo alto que allí se habla; y la de fuera, en
pleno jardín y que es la joya de la corona del Centro por lo concurrida y
visitada que está siempre. Las primaveras, veranos y otoños serían muy distintos
si no existiera este lugar privilegiado donde conviven en armonía pacientes y
familiares, personal y visitantes, fumadores y curiosos que van a dar una
vuelta por el lugar. Hay que reconocer que su apertura fue todo un acierto y
así se ha convertido en el lugar más concurrido del Centro.
En fin, así es la vida en este lugar tan singular, donde puede
parecer que todo es idílico y de color de rosas. Nada más lejos de la realidad.
Aquí también hay malos ratos, cabreos, dolor, ‘depres’ y alguna que otra
lágrima pero de eso hablaremos otro día. Hoy eso no toca. Hoy toca
Positivilandia dentro del País de Paraplejilandia.
LA VIDA.....¿QUÉ ES LA VIDA?
Se podría decir que: ¡es el
surgir de la nada! puede ser. Porque de repente apareces en un sitio sin saber nada de nada, pero nada de nada.
Y luego dicen: “por qué algunos tenemos la famosa crisis de
identidad”.
Empezamos bien, sí la nada como
su propio nombre indica ¿QUÉ ES?: PUESSS.....
ATRÉVETE A
PREGUNTÁRSELO A TUS PADRES Y VERÁS.
Seguro que te dicen que… te trajo
la cigüeña ¿a que sí?
Digo yo: si bastante tiene la
cigüeña con volar y hacer su nido para sus crías, como para hacer de agencia de
trasportes de niños.
Bueno, nosotros seguiremos a lo
nuestro.
De primeras apareces en un lugar
oscuro, rugoso y a la vez carnoso, lleno de líquido. ¡De repente! : notas unas
cosas más pequeñas que tú flotando que te rodean y te rozan y una especie de
cuerda larga unida a ti, “En ese momento te hace sentir una mezcla de buzo antiguo o
un astronauta en su primer paseo espacial”.
El líquido que te rodea está calentito, ¡Pero.... qué sabia es la naturaleza! me imagino que será para por si te
meas no se note la diferencia de temperatura”.
Está serie de objetos más
pequeños que tú, que se mueven alrededor tuyo y te rozan, resulta que es tú
alimento: ¡y Ahora me dirán que lo tengo que coger! venga ya, pero cómo lo vas
a coger sí de primeras no tienes manos ni boca ni nada, ¿qué pasa? Que es como
el aire que alimenta solo con olerlo (si, no me digas más a cualquiera le da
por esnifar) “pues debe ser así, porque según pasa el tiempo y aquello te empieza a alimentar te empieza hacer parecer el muñeco de Michelin por que
empiezas a crecer y crecer y no hay manera de pararte.
Entre tanta incertidumbre del
crecimiento, aparecen una serie de ir y venir, girar, volteretas y unos
movimientos que no hay quien se lo explique porque pareces una peonza de lado a
lado, y luego dicen que es difícil alimentarse una vez que tienes la comida en
la boca te viene una sacudida y comida a la porra.
Bueno así trascurren los primeros
momentos de tú existencia.
Una vez que has aprendido el arte
del buceo y de la pesca, sin saberlo te han crecido una especie de palos
largos y flexibles en las extremidades
con recubrimiento de carne, terminados en cinco palotes que tú primera intención es metértelo en la
boca y morder. Una vez que lo haces, descubres que aquello es parte de ti (la
primera intención es gritar pero entre que no te sale y qué cualquiera abre la
boca (todo se queda en un pensamiento íntimo y profundo malestar).
Aquello empieza a moverse de manera exagerada como si se tratara de una
fuerza exterior que quisiera entrar “tú piensas como quiera entrar alguien aquí
no sé dónde va a ponerse” entonces es cuándo decides defenderte y empiezas
agitar esos palos con remos que sin darte cuenta te ayudan sin querer a
desplazarte, seguidamente los otros dos palos se empiezan a mover
instintivamente y aquello te empieza a molar y te vas animando cada vez más y más deprisa hasta que de repente notas un golpe seco, “como no, en los
morros que te deja parao en seco
(he aquí mi primer contacto con la natación .
Yo creo que cansado de llevar un
tiempo considerable sin dormir y recibir golpes sucesivos en un ojo o lo
primero que pillaban con un objeto puntiagudo decidí descansar un poco.
Pasados unos días, Tuve la suerte, entre comillas, de conocer el dulce tacto de quien a la postre sería parte de mi
familia “Mis hermanas” lo de dulce tacto lo digo porque sin ir más lejos, mi
madre las decía cuándo jugaban cerca de
ella, hijas mías tener cuidado que vais
a hacer daño a vuestro hermanito.
Pasados unos días, Tuve la suerte, entre comillas, de conocer el dulce tacto de quien a la postre sería parte de mi
familia “Mis hermanas” lo de dulce tacto lo digo porque sin ir más lejos, mi
madre las decía cuándo jugaban cerca de
ella, hijas mías tener cuidado que vais
a hacer daño a vuestro hermanito.
Mis hermanas que eran pequeñas pero con una mala leche
donde las haya, pensaban y decían a mí madre pero ¿dónde está nuestro
hermanito? a lo que mi madre las contestaba debido a su insistencia (todavía
pienso si se había tomado un coletazo o me quería putear un poco). Les dijo:
tocar aquí despacito. Y de repente un pellizco en el ojo y un puñetazo en
donde... en los morros,
Lo primero que se me pasó por la
cabeza en ese momento fue; “sin salir ya te las estás llevando dobladas
“cualquiera asoma el morro”.
Al cabo de un tiempo de
introspección o de estar como cualquiera antes de nacer decidiendo si salgo o
no, me desperté de golpe y de un sobresalto. Ese fue mi error sobresaltarme. De
repente sentí como aquellos palitos tenían vida propia, cinco palitos que se
movían cada uno a su manera y que podían agarrar y pellizcar.
Estos en un momento dado,
empezaron a pellizcar esas paredes rugosas intentando agarrarse a ellas, pero
era imposible, eran rugosas, gelatinosas y no paraban de moverse. Fue entonces
cuando decidí agarrar fuerte y apretar hacía dentro (como cuando uno pulsa un timbre).
El resultado no fue el que yo
esperaba, sentí un grito seguido de “la madre que te parió”, verás cuando te pille.
(Limbo: lugar inventado por alguien que no tiene uso de razón o
por un drogata que se ha tomado cualquier tipo de sustancia alucinógena,
parecida a los cardos borriqueros machacaos
con cáscara de piñones a la resina .si no no se explica).
Sonriman 20 de Noviembre 2013
Mañana
De pequeño mi Padre siempre me decía: “No dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy”.
No sé si fue por mi afán de rebeldía o porque otra cosa, pero hoy en día me he convertido en un procastinador. Que no es nada de aquello que ustedes están pensando.
Un procastinador es aquel que siempre deja sus tareas para el día siguiente.
Procastinador proviene de la palabra latina “cras”, que significa mañana. Y que según mi profesor de literatura, en la edad media derivó en…
Uff, menuda chapa os estoy dando.
Mejor os lo cuento mañana. O no.
Ángel Lozano
Mariposa
Hay mucha gente que piensa que todo en
esta vida está sujeto al azar.
Por otra parte otros piensan que todo
depende del destino; que todo sigue un guión, ya escrito, de una manera
inexorable.
Lo que sin duda está claro, es que todas
las cosas de este mundo están unidas entre sí de una manera u otra, ya que en
definitiva todos estamos compuestos de la misma materia, de los mismos átomos,
en continuo movimiento. En eso se basa la teoría del ”Efecto Mariposa”, la cual
dice que el aleteo de una mariposa en cierto lugar, puede provocar un tsunami
en el extremo contrario del mundo.
No se cuál sería la opinión del hombre
que soñaba con barcos. El caso es que el azar o el destino, habían hecho que
una extraña enfermedad hubieran dado al traste con su prometedora carrera de
marino. El hombre que soñaba con barcos, desde aquel día que tuvo que dejar el
mar, no pudo pegar ojo sin soñar con la que sería su obsesión. El hombre que
soñaba con barcos, se imaginaba asimismo realizando todas aquellas travesías, que
no pudo realizar. Los mares del sur, el Caribe, el Cinturón de Fuego del
Pacífico, el Sudeste asiático.
Por el contrario, la mujer que pintaba
icebergs, había recorrido los siete mares, descubriendo y disfrutando los más
diferentes y salvajes paisajes, las más antiguas y exóticas culturas. Pero
aunque ella era un alma libre, la obsesión también la dominaba, y en sus
lienzos era perpetua la presencia de aquellos inmensos y majestuosos icebergs,
que le habían fascinado en su primer viaje hacia el Polo Norte. Desde aquel
viaje habían sido cientos y cientos, los cuadros que con maniática dedicación
realizaba la mujer que pintaba icebergs.
Tampoco se sabe si fue el azar o fue el
destino, el que llevó al hombre que soñaba con barcos a visitar aquella
exposición sobre una expedición al Polo. Y tampoco sabemos si fue el destino o
el azar, quien hizo que el hombre que soñaba con barcos centrara su mirada en
aquella mujer, la que pintaba icebergs. Tampoco sabemos qué poderosa fuerza
hizo que aquella noche los dos se fueran juntos.
De aquella manera, esa misma noche, la
mujer que pintaba icebergs y el hombre que soñaba con barcos se fusionaron en
uno sólo.
En aquel instante, aquel preciso
instante, en un punto remoto del Atlántico Norte, el vigía del Titánic hacía sonar
la campana de alarma.
Ángel Lozano
Masculino
singular
-Si yo fuera mujer sería más puta que las
gallinas.
He oído tantas veces esa asquerosa frase
que ya no me sorprende. Los hombres siempre están pensando en lo mismo. Se
creen que a nosotras no nos gusta el sexo, que somos todas unas frígidas. Pero
conmigo no pueden. Yo tengo un par de lo que hay que tener para enfrentarme a
ellos. Ningún chulo de piscina es capaz de echarme el pie encima. Tengo ya
muchos tiros pegados. Si quieren llevarse esta joya a la cama ya saben quién
manda.
La noche estaba cayendo, en la calle el
agua de la tormenta que había caído hace un rato se evaporaba por el fuerte
calor del asfalto. Las gotas de sudor que nacían en mi pelo bajaban por el
cuello y se colaban entre mis pechos.
Preparé un buen vaso de whisky. Dos
hielos.
Encendí el equipo de música. La voz acariciaba las notas mientras
contaba la historia de “Mack el navaja”. ¿Puede haber algo más masculino que
eso?
Lo preparé todo cuidadosamente. Agité el
tubo de ensayo y me tragué su contenido de un golpe, acompañado de un sorbo de
whisky, para que pasara mejor.
El efecto fue instantáneo. Un dolor
intenso y ardiente que me quemaba las entrañas se apoderó de mí. El mismo dolor
que hizo que perdiera la consciencia.
Me desperté al rato algo aturdida. Me
sentía extraña, bastante extraña. Pero dentro de mí seguía latiendo algo
familiar.
Me dirigí al espejo de la habitación. Me
gustó lo que vi ante mis ojos. Un torso atractivo. Unos brazos fuertes. Una
mandíbula serena. Y un buen falo
colgando de mi entrepierna. El objetivo estaba cumplido. La transformación era
majestuosa.
Pero algo seguía igual. La expresión
salvaje de aquellos ojos grises no había cambiado lo más mínimo.
Me vestí con la ropa que había preparado
el día anterior. Acabé el vaso de whisky de un trago y despidiéndome de Sinatra
salí a la calle.
Me dirigí al barrio chino. Sabía que allí
encontraría lo que andaba buscando. Y como no, lo encontré, incluso a pares.
Me tiré toda la noche follando en aquel
maldito tugurio. Fornicando como un maldito animal con cualquier golfa que se
me acercaba. Incluso saqué la mano a pasear un par de veces.
Ahora sí que era yo de verdad quién
mandaba.
Forniqué hasta caer exhausto.
La luz que entraba por la ventana me
despertó. Y allí estaba yo, desnuda sobre una cama, junto con dos bellezas de
dudosa edad.
No era la primera, pero si la vez que más
sucia me sentía.
Me vestí, dejé unos cuantos billetes en
la mesita y me dirigí a casa.
Abrí la puerta y de seguido la llave del
mueble bar. Cargué un vaso de whisky. Sin hielo. Me desnudé sin soltarlo. Me
metí en el baño. Abrí al máximo el grifo del agua caliente.
Y allí, en el suelo de la bañera,
mientras el agua ardiendo caía sobre mi espalda, hecha un ovillo, lloré. Lloré
hasta que el agua se tornó fría.
Ángel Lozano
Leyenda urbana
Desde
pequeño he sido bastante escéptico, y nunca creí todas aquellas leyendas
urbanas que circulaban por las calles, y mucho menos toda la avalancha de ellas
que llegó con la venida de internet.
Esto
fue así hasta hace un mes, cuando al entrar en el baño de mi pequeño piso de
estudiante, de la taza del inodoro aparecieron las enormes mandíbulas de un
caimán de tamaño mediano. Seguramente
apareció allí porque algún antojadizo lo compró como mascota cuando era una
cría y cuando vio que este crecía demasiado lo arrojó por el retrete. De esta
forma allí en las alcantarillas se alimentó de la basura y desperdicios
humanos, y hoy es el dueño de mi cuarto de baño.
Todo
esto hubiera quedado ahí, sino fuera porque unos días después llegó a mi correo
electrónico un mensaje anónimo con un vídeo con unos componentes muy
característicos y reconocibles: una muchacha semidesnuda, un perro hambriento,
un bote de mermelada entre los dos, y Ricky Martin en un armario. Todos sabemos
de qué vídeo estoy hablando. Un video que antes que yo solo había visto una
decena de personas en el mundo.
La
puntilla llegó cuando una semana después, aparecía en un call-tv de sobremesa
la figura de un envejecido Elvis Presley, hablando con un marcado acento
andaluz, y desvelando que era cierto lo que alguna persona había dicho alguna
vez, que su muerte había sido montaje y que llevaba viviendo de incógnito los
últimos 40 años en un pueblecito de Almería.
Ya
no sé qué pensar. El mundo se ha vuelto contra mí. Hace una semana inaguraron
un restaurante chino en mi calle, La gran muralla. Y hace dos días, que mis
tres gatos, Kun, Kiko y Vieri han desaparecido de casa.
Yo
ya no puedo vivir en este mundo, un mundo en el que marcan los dogmas el primo
de la novia del amigo de mi hermano. Así que ya lo tengo decidido, voy a
suicidarme. Ya tengo preparados el bote de pepsi y la bolsa de peta-zetas.
Ángel Lozano