La palabra "taller" sugiere un lugar en el que se trabaja con las manos. Hoy voy a hablar de unos talleres muy especiales y diversos en los que no sólo están las manos implicadas porque los profesionales que los lideran no solo hacen uso de las manos sino de la Medicina Basada en la Evidencia científica (MBE) , de la tecnología y de la farmacología.
Hace años que vengo oyendo en boca de lesionados medulares decir que vienen al Hospital a pasar la ITV cuando vienen a pasar su revisión reglamentaria que, en el caso que nos ocupa, es el estudio urológico-urodinámico practicado a los lesionados medulares cada seis o doce meses según criterio del Facultativo y según las características de la vejiga del lesionado.
A mí me gusta decir que la piel y los riñones son los seguros de vida del l.m.
Cuando se contrae una lesión medular, se sabe que se producen una serie de cambios en el funcionamiento de algunos sistemas como son el excretor, el urinario, el circulatorio entre otros y que el lesionado pasa a tener una vejiga e intestino neurógenos tras la lesión.
Últimamente, siguiendo la evolución de muchos lesionados, observo que no son pocos los que pasan por estos "talleres diversos" que he tenido a bien llamar, como son y por este orden:
- Urológico
- Cirugía Plástica
- Cirugía General
No es extraño que se produzcan algunas alteraciones del funcionamiento de la vejiga que produzcan reflujo ureterovesical, formación de cálculos.En estos días ingresaron pacientes para litroticia, toxina, talla vesical, entre otras intervenciones que se realizan en el Taller de Urología
Asimismo, al alterarse el hábito y costumbres de evacuación intestinal y haber una mayor tendencia al estreñimiento, es fácil que se produzcan hemorroides que son susceptibles de ser intervenidas por parte del Cirujano General.
El Taller de la Cirugía Plástica abarca otro abanico de intervenciones desde el tratamiento y cierre de las Úlceras Por Presión (UPP) que se producen por muchos motivos entre los que destacan principalmente la inmovilización y uso de sistemas de soporte y apoyo inadecuados (Cojín, silla, colchón) o la falta de conciencia de la condición de l.m. que hace que muchos lesionados (mayoritariamente jóvenes) abusen más horas en la silla de lo recomendado, tengan hábitos poco saludables y conductas de riesgo. En este taller, se reparan también las "manos tetrapléjicas" para darle mayor autonomía funcional
Resulta curioso que, habiéndome dejado más de diez años estudiando el noble y
antiquísimo arte de sanar, a medida que pasan el tiempo y sobre todo los
pacientes por mis manos, voy siendo cada día más consciente de la grandeza del
final, de la proximidad de aquella tan temida Muerte, tan oscura y repulsiva,
que juega a esconderse tras cada latido, cada suspiro y cada gesto, sin que uno
sepa exactamente en qué momento y con qué forma se hará presente en nuestras –
aún – vidas. ¿Hará una entrada triunfal, brusca, exagerada, llena de carreras,
prisas y ruidos de monitores, o se esconderá juguetona tras una cortina,
lentamente, dándonos toquecitos sutiles que nos hagan intuirla?
Ninguno quiere verla ni tan sólo oir hablar de ella, y aunque entre el resto de los humanos cuerdos no ocurra, a menudo los sanitarios frivolizamos o hacemos humor negro con ella. Añadir risas a La Oscura hace que sea más lejana y menos ruidosa.
Al empezar a ejercer como médico, para mi quien moría no era un muerto, era un “éxitus”. El panorama no era el de una familia en uno de los momentos más duros de su vida, era la obligación de mantener una charla condescendiente, incómoda y prototípica, llena de condolencias y complejas explicaciones médicas cuanto más incomprensibles mejor. Con el aliciente del sueño a altas horas de la mañana que tan empáticos nos vuelve a todos.
Ahora veo en ella un trasfondo mucho más, permitidme decirlo “interesante”. Oportunidades de reencuentros y reconciliaciones, susurros al oído, manos que hacía tanto que no se acariciaban, miradas de alma a alma, de seres temerosos de acabar en el lugar de aquel a quien están mirando a la vez que ansían poder decir palabras de agradecimiento y despedida que acaban, la mayoría de las veces, por quedar retenidas entre contracciones glóticas… Cada día recibo algún regalo: una charla sincera de alguien que me abre su pupila para dejarme adentrar en su miedo, una larga caricia, unas manos débiles y temblorosas que transmiten valentía a la par que aceptación, el ver reir a carcajadas a alguien que pocas horas antes sólo podía pensar en dolor. A todos ellos, gracias por enseñarme que la muerte no es tan mala, y que en las últimas semanas o meses se puede vivir más que en todos los años previos.
La muerte nos sienta muy bien. Nos regala vida cuando aprendemos a aceptarla, y a estrujar al máximo todo el potencial que nos ofrece: regalar tiempo, oídos, caricias, sonrisas y anécdotas tontas que calman más que cualquier analgesia.
En él próximo prometo no ser tan oscura…(se hará lo que se pueda)
NOTA : Los destacados en azul son míos.
Ninguno quiere verla ni tan sólo oir hablar de ella, y aunque entre el resto de los humanos cuerdos no ocurra, a menudo los sanitarios frivolizamos o hacemos humor negro con ella. Añadir risas a La Oscura hace que sea más lejana y menos ruidosa.
Al empezar a ejercer como médico, para mi quien moría no era un muerto, era un “éxitus”. El panorama no era el de una familia en uno de los momentos más duros de su vida, era la obligación de mantener una charla condescendiente, incómoda y prototípica, llena de condolencias y complejas explicaciones médicas cuanto más incomprensibles mejor. Con el aliciente del sueño a altas horas de la mañana que tan empáticos nos vuelve a todos.
Ahora veo en ella un trasfondo mucho más, permitidme decirlo “interesante”. Oportunidades de reencuentros y reconciliaciones, susurros al oído, manos que hacía tanto que no se acariciaban, miradas de alma a alma, de seres temerosos de acabar en el lugar de aquel a quien están mirando a la vez que ansían poder decir palabras de agradecimiento y despedida que acaban, la mayoría de las veces, por quedar retenidas entre contracciones glóticas… Cada día recibo algún regalo: una charla sincera de alguien que me abre su pupila para dejarme adentrar en su miedo, una larga caricia, unas manos débiles y temblorosas que transmiten valentía a la par que aceptación, el ver reir a carcajadas a alguien que pocas horas antes sólo podía pensar en dolor. A todos ellos, gracias por enseñarme que la muerte no es tan mala, y que en las últimas semanas o meses se puede vivir más que en todos los años previos.
La muerte nos sienta muy bien. Nos regala vida cuando aprendemos a aceptarla, y a estrujar al máximo todo el potencial que nos ofrece: regalar tiempo, oídos, caricias, sonrisas y anécdotas tontas que calman más que cualquier analgesia.
En él próximo prometo no ser tan oscura…(se hará lo que se pueda)
NOTA : Los destacados en azul son míos.