https://afrontandolesionmedular.blogspot.com/2017/10/el-hombre-medular.html
Veo atrás y me adelanto:
qué densidad de posibilidades
tuvo la vida, cuánto
viví con mis edades.
y aún más podía haber vivido. Cuánto.
Por eso debe ser que la amo tanto
Hernán acaba de editar este poemario : "Desde el abismo, versos inválidos".
Este poemario está compuesto como paralelo poético a mi libro El arte de estar vivo, obra donde se narra la historia de mi accidente de motocicleta en Querétaro, México, del que resulté tetrapléjico, allá por la nefasta fecha del 11 de abril de 2013. Hace alrededor de tres años y medio me dio la idea Inma, esa amiga, inverosímil mujer, de una raza superior a la humana; la idea de escribir un poemario correlativo, como si fuera un encefalograma del alma que abarcara el tiempo en el que escribía el otro libro narrativo-ensayístico. Y poco a poco, gránulo al gránulo, dolor a dolor, melancolía a melancolía se han ido destilando estos versos cuya mayor virtud o defecto es su espontaneidad. Veracidad. Nada del estilo por el estilo. Más que nunca, el alarde técnico queda relegado por la necesidad expresiva. El desove del ánimo. Aunque a veces la arquitectura del poema, endecasílabos, heptasílabos, haikus, regularidad rítmica, ¡y hasta rimas! (no sé de dónde carajo me han salido, pues las infrecuentaba, debe ser cosa de la invalidez), ciertos cimientos métricos, también ayudan a distraer la mente de la sordidez de los hechos y concentrarla en algo que se encuentra fuera de este mundo y nos posee; desviar, mientras dura el proceso de creación, el punto de mira del centro omnímodo del dolor. Se construye un humilde templo en cuya técnica sustentamos la emoción en su punto más quebradizo. Seguramente resulten desiguales unos poemas y otros. Desigual hasta la monstruosidad ha quedado su autor.
Añado lo que comenta Luis Alberto de Cuenca en su Prólogo, que me ha enviado su autor
Dice el gran Luis Alberto de Cuenca en su magnífico, humano y generoso prólogo:
«Tendríamos que ampliar el campo semántico del término ‘emoción’ para explicar lo que he sentido al leer este libro de Hernán, un libro que es un grito, un alarido, un baladro similar al proferido por Merlín en el texto artúrico así titulado, un clamor que surge de la angustia de un hombre, de su indefensión ante la crueldad del destino. Pero también el grito de alguien que, con ayuda de la escritura y del cariño que le dispensan sus familiares y amigos, es capaz de vivir esa angustia cotidiana de otra manera y de crear belleza con unos versos tan necesarios como bien urdidos que conmueven al lector desde su impecable factura literaria y su radical y rotundo desconsuelo.»