Todos tenemos un pasado y de vez en cuando volvemos a él.
Me ha sorprendido una de nuestra habituales colaboradoras y seguidoras, Tina Ruiz, con esta colaboración en la prensa local de su ciudad natal, Don Benito (Badajoz), que escribiera hace dieciocho años después del accidente de tráfico que la dejó parapléjica y tras el alta en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo.
Diariamente pasan por mi mente,
como si de una película se tratara, cada uno de los momentos vividos tras salir
de la oscuridad del coma en el que permanecí varias semanas desde aquel
infortunado 10 de junio de 2001 en el que tuvimos un accidente de tráfico,
contando con 24 años de edad.
Recuerdo
minuto a minuto, como de pronto la juventud y la alegría, la vitalidad y la
esperanza, los proyectos, dejaron paso al oscuro túnel de la tristeza, rabia,
impotencia y desesperación.
Mi
cuerpo ágil, rápido, lleno de reflejos y nervios, de golpe y en segundos quedó
roto, partido en dos, casi muerto en una cuneta de mi pueblo.
Quirófanos, hospitales,
médicos...y al final la triste sombra de una silla de ruedas.
Tras
despertar del coma, quise morirme, grité y lloré, hundiendo mi cabeza en la
almohada de mi cama de hospital, que fue mi casa durante un largo año.
Durante
ese tiempo, las lágrimas dejaron pasar a la sonrisa, la sombra dejó paso a la
luz, la depresión a la moral, la autocrítica a la autoestima. Ese largo año en
el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, conocí pacientes-compañeros en
igual o peor situación que la mía. Todos formábamos una gran comunidad, una
gran familia, donde el logro de uno cuando conseguía levantarse era una fiesta
para todos, sirviendo de ejemplo a seguir, animándonos mutuamente a superarnos
y obtener fuerzas y confianza de lo más profundo.
Tras
ese gran cambio en mi vida aprendí a valorar y conocerme proponiéndome
objetivos que jamás en otra situación de mi vida hubiese imaginado poderlos
seguir. Ejemplo claro es el afrontar la situación de pasar el resto de mi vida
en una silla de ruedas.
Cuando
estás en esa situación, ves pasar la vida de otra manera, valoras cada minuto,
te esfuerzas aún más por conseguir las cosas, ya que para cualquier tarea
cotidiana normal hay que multiplicar el esfuerzo. Te levantas cada mañana
luchando, caes y te vuelves a levantar, te bebes la lágrimas de dolor y vuelve
a nacer una nueva sonrisa de esperanza para volver a mirar de frente a la vida,
después de haberle ganado la partida a la muerte.
Desde
aquel momento, mi vida pasó a formar parte de esos seres que la sociedad sabe
que existen, pero a los que niegan, se compadecen, ignoran.
Mi
familia, a la que les debo todo, han sido mi pilar básico, ayudándome a
afrontar el día a día, al igual que los verdaderos amigos que mostraron y
muestran su apoyo cuando los necesito.
No
quiero que mi historia sirva de tristeza y compasión, quiero que sirva de
llamada de atención a las personas que como yo son jóvenes, que tenemos
inquietudes, proyectos, que nos gusta divertirnos los fines de semana, vamos de
fiestas, bares o botellón. Ese 80% de personas que cada día son más jóvenes
iniciados en el alcohol y no tienen constancia en ese momento del daño que se
hacen y que pueden hacer a los demás. Sólo buscan pasarlo bien y desconocen la
cantidad de formas de hacerlo que hay sin tener que llegar a las drogas o al
alcohol.
Al
igual que a mi, a muchos jóvenes los padres nos han advertido del peligro que
corres si bebes y conduces o, como en mi caso, te montas con alguien que lo
haya hecho, pero cuando nos dicen esas palabras caen en saco roto, no hacemos
caso, pensamos que eso pasa a otros, que a nosotros no nos toca, pero TODOS
estamos expuestos.
Antes
de hacer las cosas hay que pensar en las consecuencias, que esta etapa de la
vida sólo se vive una vez y hay muchas maneras de vivirla y disfrutarla, pero
también hay muchas maneras de estropearla y de que te la estropeen.
Tina Ruiz Caballero
Galería de fotos de su estancia en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo
En la planta
En la piscina
En el gimnasio
Con Montse, su Fisioterapeuta
En Terapia Ocupacional con Arancha
Varias
Estas fotos muestran el modo en el que hace muchos años los profesionales se involucraban con los pacientes. Veo que Tina fue una paciente a la que era difícil no tomar cariño.
Con una amiga y compañera de la carrera
En un Programa de Rehabilitación Psicosexual
La Doctora que la trató, Teresa Arzoz (fallecida cuando aún tenía mucha vida por delante)
Ha pasado mucho tiempo desde que Tina escribiera esto y se nota en cómo ha evolucionado y crecido como persona. Ya era profesora de clarinete en el Conservatorio de su ciudad y ha continuado hasta la fecha.
Rodeada de algunos de sus sobrinos
Su familia, padres y hermanos, han sido fundamentales en su rehabilitación y contribuído al buen afrontamiento de la lesión.
Antes
Ahora con tres de aquellos niños que hoy son jóvenes
Foto tomada por J. Carlos Monroy
Muchas gracias, Tina, por este Testimonio que estoy segura que llegará a mucha gente y por esta galería de fotos que nos retrotrae a otra etapa y que será muy gratificante recordar a muchos profesionales, unos ya jubilados y otros en activo.