"Nunca es tarde si la dicha es buena"
Refrán popular
Esta expresión popular me sirve de introducción a esta entrada para hacer referencia al afrontamiento sobrevenido cuando uno ya no se lo espera.
Ayer mantuve una entrevista con un expaciente del Hospital que contrajo su lesión hace ya ocho años y que no había sido capaz de encajar este revés que le dio la vida, repercutiendo su mal afrontamiento en su entorno más cercano (esposa e hijos) y en él mismo. Esta maladaptación se traduce, en la mayoría de los casos, en cambios en el humor o el carácter, depresión y apatía o pérdida de intereses.
La entrevista que mantuvimos ayer arrojó mucha luz y reforzó aún más la "Teoría sobre las diferencias individuales" en relación al afrontamiento de la l.m. Es decir, que lo que prima al fin y al cabo y determina la adaptación es la personalidad de quien contrae la lesión y la influencia de su entorno. Siendo favorable ambos dos, no debemos de pensar que por el hecho de que una persona no se haya adaptado tras pasar el primer o segundo año, no se vaya a adaptar nunca.
Es importante, asimismo, recordar que en la adaptación a la l.m.intervienen, además, otras variables y que no es un duelo en el que el paso del tiempo sea el factor determinante para superarlo, sino el hecho de dotar de sentido a la vida, recuperar la confianza en uno mismo y la autoestima así como sentirse activo y útil.
En el caso que nos ocupa, el estar activo y sentir que él puede aportar algo, ha sido lo que le ha ayudado a salir del "pozo" en el que se encontraba. El lo expresa muy bien cuando dice qué bien se siente cada vez que sale de casa, se relaciona, se involucra en la solución de problemas en pro de las personas con diversidad funcional (ayudas, gestiones encaminadas a la eliminación de barreras arquitectónicas, entre otras).
Ojalá que este ejemplo sirva y genere esperanza en las personas (l.m. o sus familiares) que no han logrado adaptarse aún.
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