¿Cómo es posible rehacerse de tantas pérdidas?.
Ya hacía alusión en la anterior entrada a que la casuística, en lo que a pérdidas se refiere, por desgracia, es grande.
Cuando la lesión ha sido consecuencia de una accidente de tráfico, no debemos pensar siempre que la lesión es lo peor porque en muchos de esos accidentes que dejaron para o tetrapléjico a alguien hubo pérdidas irrecuperables como fueron quienes fallecieron y no tuvieron ni siquiera una segunda oportunidad. Por eso comento siempre que sufrir una lesión medular no es lo peor que a uno le pueda pasar pues lo peor siempre es la muerte que es lo que verdaderamente es irreversible.
El abanico de pérdidas es tal que hay quien perdió toda la familia en el mismo accidente y quedó parapléjica, otros perdieron el padre o la madre, un hijo/a, hermanos, pareja o amigos.
Respecto al abandono, en otra entrada hice referencia al desamor o pérdida de la pareja tras la lesión pero hemos asistido a otras pérdidas más dolorosas como fueron las de un joven paciente a quien, tras contraer la lesión, lo "abandonaron" sus padres, su hermana y su novia y el de un menor que fue dejado en nuestro Hospital por sus padres.
Si escribo esta entrada tan dura es para que los lesionados medulares que tuvieron la oportunidad de sobrevivir a esos terribles accidentes y la suerte de tener una familia o figuras de apoyo recuerden que son afortunados y que, como dice Enrique Miret Magdalena, la vida merece la pena ser vivida.
En lo que se refiere a las pérdidas, se pensaba que las situaciones traumáticas a las que un niño hubiera estado expuesto en su más tierna infancia, dejarían una marca imborrable. Cyrulnik ("Los patitos feos : una infancia infeliz no determina la vida") , por el contrario, nos asoma a una visión optimista cuando afirma que ninguna herida es irreversible y que la superación es posible si se ponen todos los medios adecuados y disponibles tras el trauma. Es por ello que considero que, en el caso del lesionado medular, una adecuada y precoz intervención y un programa de rehabilitación integral, favorecerá el resurgir de una aceptable calidad de vida tras la lesión, calidad que será motivo de otra Entrada).
6 comentarios:
Lesiones en la médula de la infancia. Tanto niño en situaciones tan injustas en tantos sitios… Cuesta verlo, pero sí, en el fondo nada determina nada. He recordado unos folios de la Autobiografía de Charlot que usé en alguna clase. De su no muy fácil, casi dickensiana infancia.
(...) Mi madre era actriz cómica en un teatro de variedades, una mujercita "mignonne" cuando lindaba los treinta años, de piel muy blanca, ojos azul violeta y largos cabellos castaño claro, tan largos que se podía sentar sobre ellos. (...) Yo apenas conocía la existencia de un padre, y no recuerdo que nunca hubiera vivido con nosotros. Era también artista de varietés, un hombre tranquilo, reconcentrado, de ojos oscuros. Mi madre decía que se parecía a Napoleón. (…) Bebía demasiado, lo que, según mi madre, fue la causa de su separación. (…) Murió, por abusar del alcohol, a la edad de treinta y siete años. (...) Mi abuela era medio gitana. Este hecho constituía la vergüenza de la familia. Sin embargo, mi abuela se ufanaba de que su familia había pagado siempre el alquiler del terreno donde acampaba la tribu. (...) Nunca supe qué sentimientos abrigaba ella [mi madre] hacia mi padre; pero siempre que hablaba de él lo hacía sin amargura. (…) A veces nos hablaba de él con simpatía; pero otras recordaba sus borracheras y sus violencias. En los últimos años, siempre que se enfadaba conmigo solía decir: “Terminarás en el arroyo, como tu padre.” (…) Me acuerdo de una tarde en nuestra única habitación de la planta baja de la calle Oakley. Estaba yo en la cama convaleciente de unas fiebres. Sidney [su hermano] se había ido a la escuela nocturna y mi madre y yo estábamos solos. Ya casi anochecía, y ella, sentada, leía de espaldas a la ventana, representando y explicando en su estilo inimitable el Nuevo Testamento, el amor y la piedad del Cristo de los párvulos. Acaso su emoción se debió a mi enfermedad, pero hizo la interpretación más luminosa e impresionante que jamás he visto u oído. Habló de su tolerante comprensión, de la mujer que había pecado, que iba a ser lapidada por el populacho, y de sus palabras: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Leía entre dos luces, sólo se detuvo para encender la lámpara. Luego me habló de la fe que Jesucristo inspiraba a los enfermos, quienes no tenían más que tocar sus vestiduras para quedar curados. Me contó que Simón le ayudó a llevar la cruz y que Cristo le dirigió una elocuente mirada de gratitud; me habló del ladrón arrepentido, muriendo con Él en otra cruz y pidiendo perdón, y que Jesús decía: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. (…) Y los dos llorábamos. (…) Tanto me impresionó mi madre, que yo quería morir aquella misma noche para unirme a Jesús. Pero mi madre no era entusiasta hasta ese punto. –Jesús quiere primero que tú vivas y cumplas aquí tu destino –me dijo. En aquella oscura habitación del sótano de la calle Oakley mi madre encendió en mí la luz más benigna que jamás conociera el mundo, la que ha dado a la literatura y al teatro sus temas más grandiosos y ricos: el amor, la compasión y la humanidad.
Ojalá que los padres actuales sean capaces de encender en sus hijos el amor, la compasión (motivo de una próxima Entrada en este blog)y la humanidad.
Unos, naciendo con tan poco, tuvieron tanto y otros, naciendo con tanto, no tienen nada. Esto nos debería hecer reflexionar sobre qué mundo vamos a dejar a las siguienetes generaciones.
Gracias Manuel por acercarnos tus textos
Los padres, las parejas y los allegados que dejar a quien ha sufrido un trauma de tales dimensiones a alguien, no se merece en tener a nadie a su lado, asi que por muy duro y doloroso que sea es probablemente lo mejor que le puede ocurrir al lesionado. En el fondo, y por triste que suene, le estan haciendo un favor. Creò que no hay nada peor que sentir no solo la impotencia de haber perdido la autonomia, si no ademas verse obligado a que se ocupe de uno quien no quiere hacerlo.
Esta mañana hablaba precisamente con un paciente acerca de su doble duelo, el asociado a las pérdidas derivadas de la lesión (pérdida de movilidad, autonomía personal, control de esfínteres, disfunción sexual) a lo que se suma otro duelo, si cabe mayor, como es el de haber sido abandonado por su pareja sin ninguna razón aparente ni explicación.
Casos en los que la pareja deja o abandona al lesionado he conocido bastantes. Muchas veces la relacion no dura màs que unos meses y la pareja se rompe.
Es cierto que es muy dificil afrontar las consecuencias de la lesion, no solo para nosotros, si no tambien para quienes estan a nuestro lado. Nos volvemos mas irascibles, insoportables y no es facil acarrear con todo elpara nadie. Pese a todo ello creo que quien de verdad dice quererte tiene que estar a tu lado aunque el lesionado te diga "vete". Por regla general es un acto de defensa y cuando la lucidez va volviendoy las aguas se calman necesitas a tus seres queridos mas cerca que nunca.
Cuando tuve el accidente conoci a un chaval que habia tenido una lesion cervical, no creo que fuera demasiado alta porque movia las manos. A los pocos meses dejo a su novia.
Bueno, en realidad fue la novia quien lo dejo a el, porque el se daba cuenta de que a ella la situacion le quedaba grande y le dijo que la dejaba, esperando que ella reaccionara. Ella no volvio e imagino que para ella fue un alivio que el diera ese paso.
Yo tambien se lo decia a mi novia, pero es normal. En realidad nunca he querido que me dejara, la necesitaba mas que nunca, pero estaba aterrado.
es ahi donde alguien te demuestra si esa persona debe formar parte de tu vida o no.
No se debe de permanecer al lado de un l.m. por pena y es cierto que no todo el mundo es capaz de afrontar una situación así y debemos de ser comprensivos y respetuosos con ellos.
Quien se queda llegará a hacer sólida la relación y la pareja resultante será tan sólida que podrá afrontar el resto de problemas que la vida les depare.
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