La Mirada
Hacía varios meses que regresaba a casa envuelto en la resaca del alcohol y con la culpa golpeándome el estómago. Y allí estaba siempre, de espaldas, sin mover ni un músculo, sin el menor atisbo de que mi presencia le molestara, observando borrosas imágenes colgadas en aquella pared.
Aquel día permanecí allí. Estaba cansado. Una gran sombra nublaba mi vista y el dolor se tornaba insoportable.
Y por fin pude ver sus ojos, cálidos, acogedores, compasivos. Traspasando los marcos, mi imagen se fue difuminando sin poder apartar la mirada de ellos.
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