En aquella aldea vivían los seres más alegres que jamás antes había visto nadie. Seres de colores, parlanchines, bailaores, gigantones, rechonchos…seres diversos que nunca paraban de reír, porque para ellos la risa era su energía.
Mangui cuando se despertó vio que todo había cambiado: los caminos ahora eran grises, los colores de los seres no brillaban y la gente ¡no reía!. Se extrañó tanto que comenzó a preguntar a todos sus vecinos: a Chato Chatoso, a Lisi Lucy, y por fin la señora Lida le dio la respuesta. Dos de los seres más alegres de la aldea se habían enfadado y todos estaban tristes porque no sabían qué hacer.
Mangui no podía permitir que ocurriera eso. ¡Dos amigos habían dejado de hablarse! Así que con su alegre cantar, llenó de música toda la aldea. Los dos amigos al escuchar la melodía, se miraron, se abrazaron y su esencia permaneció inalterable.
C. Gª. Agüera, 25 de octubre 2015
5 comentarios:
Le doy mi voto
Voto por este cuento
Doy mí voto a este cuento.
Mi voto para este cuento
Doy mi voto a este cuento.
Publicar un comentario