Mongüino y Pingüimon son dos grandes amigos. Allá donde va uno va el otro. Estudiaron juntos y Pingüimon siempre estaba atento de Mongüino, que era más perezoso, para que no se quedara dormido en clase.
Eran la envidia del resto de seres porque siempre estaban riéndose, compartiendo anécdotas, viajes, juegos que solo entendían ellos y se tiraban horas y horas hablando de lo que les gustaría hacer en el futuro.
Un día, Mongüino decidió irse fuera de la aldea a estudiar para perseguir su sueño: “enseñar los grandes saberes de la vida”. Pingüimon no podía acompañarle en esta nueva andadura, y tuvieron que separarse, pero le prometió que aunque estuvieran lejos no habría un solo día que no hablasen, porque “la distancia solo es una medida que hace que no veas a la persona, pero el amor hace que esa distancia sea efímera, rompiendo cualquier barrera que se pueda interponer”.
C. G. Agüera, 25 de octubre 2015
5 comentarios:
Voto por este cuento
Voto por este cuento.
Voto por este cuento
Un voto para el cuento
Un voto por este cuento tan simpático.
Publicar un comentario