Relato nº 14 "Los lirios"
Una floración corta, efímera y a la vez eterna, pues vuelve año tras año en un ciclo sin fin. Como la efímera primavera de nuestras vidas, la juventud, que nos pasa casi inadvertida y que tanto añoramos después. Así también, algunas vivencias fugaces, cortas, pero felices, prevalecen siempre en nuestra memoria. Como mi recuerdo de una mañana paseando con mi padre, por una zona donde había varios manantiales de aguas claras, rodeados de helechos, árboles y una espesa vegetación que surgía de aquella abundante humedad, impropia de nuestra árida meseta castellana.
Descubrí unas grandes flores moradas, que destacaban sobre el verde dominante en la vegetación. Yo escuchaba atentamente a mi padre hablar de aquella flor especial. Era la flor de lis, de reyes y caballeros, o que un pintor loco hacía cuadro de aquellas flores azules. Yo con nueve años, elegí aquella flor como mi preferida, así como ya había elegido: la naranja, el número 5 o el color rojo.
Una trágica coincidencia, hizo que mi padre muriese, casi a la vez que yo ingresaba en el Hospital de Parapléjicos. Cuando volví a casa “de alta”, lo primero que sembré en mi huerta, fueron unos lirios, que como cada año han vuelto a florecer y con ellos, ha vuelto la alegría de aquel Caballito trotador; la ilusión de aquel primer diente bajo la almohada; la magia de unos zapatitos en la ventana una noche de Reyes; una pajarita de papel y una espada de madera. Aprendiendo una canción que “llueva un chaparrón con azúcar y turrón”. Hoy los lirios de mi huerta están llenos de flores y con su efímero florecimiento han traído el eterno recuerdo de mi padre.
Mariano Rivera Calera y Chozas (Toledo), 10 de Mayo de 2021
1 comentario:
Qué bonita reflexión, Mariano.
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